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La selección por las autoridades sanitarias chinas del interferón cubano alfa 2B(IFRrec) entre otros 30 medicamentos para combatir el nuevo coronavirus COVID-19 no debiera extrañar.
De hecho, existe en el gigante asiático una empresa mixta chino-cubana en la provincia de Jilin que, con tecnología cubana, produce el fármaco desde 2007, el que ha sido utilizado con buenos resultados por el sistema de salud chino para combatir enfermedades virales, sobre todo las hepatitis B y C.
El producto puede ser empleado también para tratar las infecciones producidas por el VIH, la papilomatosis respiratoria causada por el papiloma humano y el condiloma acuminado.
“Interferón alfa 2B tiene la ventaja de que ante situaciones como estas es un mecanismo para poder protegerse, su uso evita que los pacientes con posibilidades de agravarse y complicarse lleguen a ese estadio, y finalmente tengan como desenlace la muerte”, manifestó el doctor en ciencias Luis Herrera Martínez, uno de los creadores del INF recombinante en Cuba y hoy asesor científico y comercial del grupo empresarial cubano BioCubaFarma, poseedor de la patente, fabricante y distribuidor de ese y otros productos de la biotecnología cubana.
Pero es natural que noticias como esta causen extrañeza o curiosidad en muchas personas, pues Cuba es un país pobre, subdesarrollado, sometido al bloqueo inmisericorde de Estados Unidos y ello puede inclinar a dudar que cuente con una industria biotecnológica de alcance internacional. Existe, además, la tremenda dificultad de que la mayor de las Antillas es uno de los países sobre los que más desinforma la maquinaria mediática dominante.
Muchos mexicanos se lo pueden explicar mejor en estos tiempos, cuando comprueban cotidianamente la forma grotesca en que la mayoría de los medios nacionales e internacionales deforma la realidad sobre la gestión de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Son los mismos medios que también silencian los logros económicos, sociales, humanísticos y científicos que Cuba consigue en medio del redoblado acoso de Washington pues su interés editorial es descalificarla.
Por eso muchos no saben que ya en 1965 Fidel Castro inspiró el surgimiento del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), a dónde muchos jóvenes graduados de Medicina acudieron voluntariamente a su llamado para formarse como investigadores. Paulatinamente fueron surgiendo nuevos centros de investigación a partir de la cosecha del CNIC.
Para entonces Fidel le había dado un enorme impulso al desarrollo de las ciencias médicas y de las investigaciones en este campo y buscaba nuevos hallazgos científicos y tecnologías para robustecer el sistema de salud público y universal creado por la Revolución Cubana. De modo que en 1981 indagó con el médico oncólogo estadounidense Randolph Lee Clark, de visita en La Habana, qué novedades había en la cura del cáncer. Su interlocutor le habló de trabajos que se venían realizando con un nuevo medicamento llamado interferón en el Anderson Hospital and Tumoral Institute, de Texas, que él dirigía.
El comandante se interesó en la posibilidad de enviar profesionales cubanos a familiarizarse con el novedoso producto, que solo existía en contados países del primer mundo y Clark accedió a recibir a dos investigadores, algo posible entonces porque no estaba Trump en la Casa Blanca. Los cubanos cumplieron la misión pero no pudieron traer INF de regreso a la isla porque todavía el centro hospitalario estadounidense lo recibía desde Finlandia, donde era producido bajo la dirección del profesor Kari Kantel, en Helsinki.
Los enviados, convocados por Fidel al llegar a Cuba, le explicaron la necesidad de que un grupo de investigadores realizara una pasantía en el laboratorio del doctor Kantel para aprender a producir el INF de glóbulos bancos. Entre el momento en que el líder de la Revolución Cubana escuchara una sugerencia como esa y la partida de los investigadores a Helsinki no podían transcurrir muchos días.
Fidel, preocupado como muy pocos jefes de Estado por la salud de sus compatriotas y, hay que decirlo, de la humanidad, veía en el nuevo producto la posibilidad de salvar muchas vidas. Ello explica no sólo el viaje de cinco cubanos y una cubana al centro de Kantel en Finlandia sino que a menos de cuatro meses de su regreso a Cuba ya dispusieran de las primeras cantidades de INF de glóbulos bancos producido en la isla y muy pronto de INF recombinante, que permite una producción mayor y es el tipo deseable en la mayor parte de las enfermedades.
En la isla la aparición del INF coincidió con una gran epidemia de dengue, lo que permitió que una cantidad de casos graves fueran tratados con el nuevo producto exitosamente. Cuba se convirtió, así, en 1981, en el primer país del tercer mundo en producir INF.
De esa iniciativa surgió el Centro de Investigaciones Biológicas y cinco años después una institución de objetivos mucho más complejos y ambiciosos desde el punto de vista científico: el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología.
El interferón es una sustancia elaborada por células del sistema inmune de los animales vertebrados y puede ser producida en grandes cantidades en laboratorio. Refinado a partir de bacterias o levadura se le llama recombinante y contrarresta enfermedades virales mencionadas en la primera parte de este artículo. Es útil también para coadyuvar a combatir ciertos tipos de cáncer y otras enfermedades virales como el COVID-19.
Cuando China decidió emplear el interferón alfa 2B(IFRrec) en el combate al COVID-19 no había suficientes cantidades del fármaco en los almacenes de la empresa chino-cubana Chang Heber. Explica su directora ejecutiva Li Wenlan: «Al enterarse del grave brote del nuevo coronavirus en China y la urgente necesidad del interferón original para la producción de medicamentos antivirales, el lado cubano aplazó sus pedidos anteriores de importación a China. Además, designó un grupo de expertos cubanos para brindar ayuda a China”. Al diferir Cuba a favor de China la recepción de cantidades de IFRrec producidas por Chang Heber, fue posible acortar de unos 50 a 21 días el plazo para poner cierta cantidad del producto a disposición de los pacientes chinos.
La cooperación cubana fue mencionada en una conversación telefónica del presidente Xi Jinping con su homólogo cubana Miguel Díaz-Canel. Xi dijo que China aprecia mucho el entendimiento que la parte cubana y el propio presidente Díaz-Canel han mostrado en los esfuerzos de China contra la epidemia.
Es muy interesante que en esta plática, alrededor del 28 de febrero, ya el mandatario chino afirmaba que “la tendencia positiva” en la prevención y control del COVID-19 “estaba cobrando fuerza” y que su país tenía “plena confianza, capacidad y certeza” de que ganará la batalla contra la epidemia. Los hechos han confirmado la afirmación de XI, con el constante descenso en China del número de infectados y fallecidos, últimamente casi exclusivamente en Hubei, cuya capital Wuhan es el epicentro de la epidemia.
El que se hayan cerrado ya los 16 hospitales provisionales habilitados en Hubei para el tratamiento del mal y que el lunes 5 solo se presentaron 19 casos en toda China, de ellos dos importados, demuestra la robustez, el humanismo y la capacidad de solucionar eficientemente muy complejos problemas que caracterizan al sistema socio político del gigante asiático, contrariamente a lo que afirman las calumnias y mentiras racistas, anticomunistas y antichinas de los medios hegemónicos occidentales.
En la plática telefónica, Xi añadió que China está dispuesta a continuar con la cooperación con Cuba en los campos de la medicina y el control de epidemias. China y Cuba “son buenos amigos, buenos camaradas y buenos hermanos que pueden depender el uno del otro en momentos difíciles y son tan cercanos como labios y dientes”.
El líder chino recordó que este año se cumple el sexagésimo aniversario de las relaciones diplomáticas bilaterales y añadió que su país aprovechará la oportunidad para elevar a nuevos niveles los intercambios y la cooperación bilaterales en distintos campos a partir de un nuevo punto de partida histórico.
No recuerdo haber leído palabras más cálidas del líder chino hacia otro país. Por su parte, Díaz-Canel subrayó que esta experiencia ha demostrado plenamente la capacidad de movilización de China y las ventajas del sistema socialista. Añadió que la respuesta oportuna y efectiva de China hizo aportaciones sobresalientes al control de la propagación de la epidemia, lo cual ha sido muy apreciado por la comunidad internacional, incluyendo a la ONU y a la OMS.
El interferón, ha dicho el doctor Luis Herrera fue la inspiración de la biotecnología cubana. El comandante, siempre visionario tomó este producto como si fuera una palanca y alrededor del mismo desarrolló la producción natural y creó las bases para poder hacer un desarrollo intensivo de la ingeniería genética. La maduración de una industria biotecnológica en la isla se expresa con el surgimiento del potente Grupo Empresarial Biocubafarma que emplea más de 22 mil trabajadores, exporta a más de 50 países, posee 1 800 patentes fuera de Cuba y sus ingresos anuales ascienden a alrededor de 2 mil millones de dólares, un rubro totalmente nuevo en las exportaciones cubanas, que, además, ha hecho una contribución sustantiva a la salud del pueblo.
Entre las instituciones adscritas al grupo están el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, el Centro de Producción de Animales de Laboratorio, el Centro Nacional de Biopreparados, el Centro de Inmunoensayo y el Centro de Inmunología Molecular.Cuba ha creado medicamentos únicos muy prestigiosos:, entre otros, el Heberprot-P, para la cura del pie diabético; la vacuna CIMAvax-EFG C ha abierto una esperanza para la supervivencia de las personas aquejadas de cáncer de pulmón; el PPG, se usa sobre todo para disminuir el colesterol, pero se ha demostrado que tiene efectos antiagregantes, antiisquémicos y antitrombóticos; VA-MENGOC-BC es la única vacuna efectiva en el mundo que ataca los meningococos B y C.