El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Cuba dio a conocer hoy el otorgamiento del registro sanitario condicionado al Nasalferon Alfa 2b para tratar enfermedades respiratorias agudas, incluida la covid-19.

Dicha licencia fue autorizada por el Centro de Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed) a esta solución nasal que contiene interferón alfa 2b humano recombinante con una actuación desde la primera gota, probada con elevada efectividad en pacientes infectados por el SARS-Cov-2, causante de la covid-19.

Una vez evaluado el expediente, la entidad reguladora cubana Cecmed concluyó que el Nasalferon cumple los requisitos de calidad, seguridad y eficacia para la obtención el registro sanitario condicionado.

De acuerdo con la descripción, este fármaco tiene acciones biológicas como antiviral e inmunomodulador, y está indicado para la profilaxis temporal de la infección por SARS-CoV-2 en individuos entre los 19 y 80 años, con alto riesgo de exposición al virus, como son personal de la salud, personas que son contactos de sospechosos o casos confirmados y viajeros.

Los efectos beneficiosos del Interferón alfa 2b humano recombinante administrado por vía nasal están mediados por su interacción con las poblaciones de células reguladoras presentes en la mucosa del tracto respiratorio superior, y son amplificados por los mecanismos que suceden en esa zona.

El registro sanitario condicionado es la posibilidad de uso del producto en el territorio nacional y en el extranjero, y una condición para obtener su registro cuando concluyan todas las condiciones requeridas, y que solo se otorga al terminar el ensayo clínico fase III.

Tal autorización permite el uso del medicamento, porque ya están demostradas su calidad y seguridad. (Con información de Prensa Latina)

10 marzo 2024 | Fuente: Cubadebate| Tomado de |Noticias |Salud

Irene dice que solo hace su trabajo, pero desde que mi hija y yo ocupamos la pequeña sala dedicada a los casos de COVID-19, en el Hospital Pediátrico Pedro Agustín Pérez, cada dos por tres se asoma a través del vidrio para decirnos que está ahí por si nos hace falta algo.

No alcanzo a ver sus labios. Incluso, en el pasillo de la sala desierta, se mantiene de verde de pies a cabeza, nasobuco incluido, pero se las arregla para decirme que no puedo salir, y que prepare lo necesario, porque en un rato llegará la comida.

La veo desandar y mirarme con pequeños ojos achinados que me anuncian una sonrisa tras el barbijo. La observo desde mi mundo que se cae a pedazos, y trato de corresponderle, pero no puedo.

Solo una madre sabe…

De un momento a otro se pone un segundo par de guantes y entra al cubículo. En un par de movimientos sustituye una sábana, y empieza a limpiar sobre lo limpio. La pequeña mesa donde todavía no he empezado a acomodar nuestras cosas, el piso, las persianas, el baño que, por suerte, es para dos…

Me pregunta, mientras, de dónde soy, cómo fue, cuándo empezaron los síntomas y qué se siente. Me dice que hay muchas cosas por ahí y llama la atención de mi hija, “enganchada” por completo a su tablet, y logra sacarle un par de respuestas. “Se nota que no se siente bien, pero tranquila, mamá”.

Se despide, “por el momento”, y sigue en lo suyo. Pasillo arriba. Pasillo abajo. En ocasiones se detiene frente a un cubículo cercano, totalmente aislado de nosotras, ocupado solo por un pequeño y su madre.

La observo, entonces, agacharse un momento y “regresar” con una cara de asombro casi pegada al cristal. Vuelve a esconderse tras el muro, se yergue casi al momento con los ojos cerrados, hace un movimiento de cabeza y abre los ojos de un tirón. Del otro lado, el niño le sigue el juego y se ríe. Y es bueno escuchar.

Poco después, la veo acercarse con bolsas conocidas. “Qué pena, cargar tanto peso”, le digo. “Es mi trabajo”, me responde con los ojos achinados, y mientras las coloca en la mesa dice que estuvo hablando con “la abuela”, y calmándola un poco, pues estaba muy nerviosa.

Aunque no lo parezca, Irene, por debajo de toda esa tela verde, tiene un cuerpo de unos 60 años. Crió a su propia prole, y ahora empina a un nieto que le dejaron. ¿Y la madre? “Se fue y me lo dejó” -acota sin sombra de queja.

Ha estado toda su vida en el hospital, en un trabajo que le encanta, y al que llega todos los días después de cruzar la ciudad de punta a cabo, y aunque ya tenía una edad que podía considerarse de riesgo, fue de las primeras que dijo sí para trabajar en las primeras salas para casos de COVID-19 en la provincia de Guantánamo.

Me lo cuenta a retazos. Por medio del vidrio o mientras entra a arreglar algo, a cerrar la llave del agua que, sin querer, dejamos abierta, decirme que para ahorrarle trabajo a la familia, puedo consumir el agua de la sala, hervida y fría, o anunciar que estará con nosotras hasta el otro día.

En algún momento, casi de noche, dice que cree acordarse de mí, y cuando le confirmo que es posible que sea yo la que conoce de la televisión, corre a compartir el hallazgo con sus compañeras de turno. ¿Ustedes saben quién está aquí? Ahhh, pues ¡afinen…! Su entusiasmo me hace sonreír.

Cuando llega la noche, me ayuda a estar un poco más cómoda, y en la mañana me pasa un poco de café que han comprado entre todas. La veo, por primera vez, en ropa de calle, mientras se afana en maquillarse. Definitivamente no aparenta su edad, en cuerpo o en alma.

Ha llegado su relevo, pero se queda un rato más, y antes de despedirse, pregunta si puede hacer algo más por nosotras, y que ojalá no nos vuelva a ver en tres días, cuando tiene su turno.

Yo le doy las gracias, de verdad. ¿Irene, no?, confirmo. “La misma, para servirle”. Gracias, le repito, por todo. “Qué va, mi’ja, si yo solo estoy haciendo mi trabajo”, me responde, y de verdad lo cree. (Tomado de Venceremos)

06 marzo 2024/ Fuente: Cubadebate/ Tomado de /Noticias/ Salud

marzo 6, 2024 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: COVID-19, Cuba, De la prensa cubana, Salud, SARS-CoV-2 | Etiquetas: , , |

El encierro durante la pandemia del coronavirus cambió el microbioma intestinal de los bebés nacidos en ese periodo, concluye un estudio publicado en la revista Allergy.

Los investigadores compararon muestras de heces de 351 bebés irlandeses nacidos entre marzo y mayo de 2020 con las de niños que nacieron antes de la pandemia y descubrieron diferencias significativas en la composición del microbioma intestinal entre los dos grupos.

Según el estudio, las diferencias pueden haber estado condicionadas por el entorno único del confinamiento, incluida una mayor duración de la lactancia materna y menores tasas de infección, debido a que se redujo la exposición a gérmenes y bacterias, lo que derivó en una menor necesidad de antibióticos: solo el 17 % de los bebés consumieron antibióticos al año de edad, frente al 80 % de los niños prepandémicos. El menor consumo de antibióticos se tradujo en un mejor microbioma.

Además, los científicos encontraron que los bebés nacidos durante la pandemia presentaron tasas más bajas de lo esperado de enfermedades alérgicas, como las alergias alimentarias. Así, solo cerca del 5 % de los bebés habían desarrollado una alergia alimentaria cuando tenían un año de edad, en comparación con el 22,8 % de los niños nacidos antes de la pandemia.  (Con Información de RT en Español)

02 marzo 2024| Fuente: Cubadebate| Tomado de | Noticias | Salud