La santiaguera Suyén Rodríguez Pérez no solo ve en la ciencia una mera realización personal, sino la manera más altruista de aportar a la Humanidad

Para el Centro de Inmunología Molecular (CIM) contar con los santiagueros Laboratorios de Anticuerpos Monoclonales y Biomodelos Experimentales (LABEX) constituye una fortaleza, no solo por sus loables resultados sino por contar con una verdadera lideresa: la doctora en Ciencias Suyén Rodríguez Pérez.

«Para mí es un privilegio hacer ciencia, creo que hasta inmerecido, porque yo lo único que he hecho ha sido estudiar y trabajar con el impulso de mis padres, de orígenes bastante modestos, y, obviamente, de la Cuba socialista que amo y defiendo», confesó, emocionada, esta mujer que ocupa el cargo de directora de los laboratorios que desarrollan reactivos, productos y servicios para el sistema de salud pública y también destinados a la exportación.

«De LABEX salen todos los hemoclasificadores (que sirven para tipificar los grupos sanguíneos) que se utilizan en Cuba, los reactivos para diagnosticar enfermedades autoinmunes, suplementos y para enfermedades oncológicas en mamas, cuello y pulmón. Por ende, el compromiso es grande y el trabajo intenso».

A las horas de investigación se añaden los diálogos con los colegas, la identificación de problemas e incluso «la visita a pacientes que se benefician con nuestros productos y preguntan sobre los medicamentos, sus contraindicaciones y qué hacer para evitar o vencer el cáncer».

Suyén también afirma recibir el apoyo de sus vecinos -la familia más cercana- para desempeñar sus labores y que en «Palma Soriano, junto a Fernando González Llort, Yaney León Morales y Luis Marino Portuondo Ramírez, estoy, en mi condición de diputada, haciendo por este noble pueblo que demuestra cuánto respaldo tiene la Revolución en su gente más humilde».

11 de febrero 2024| Fuente: Granma| Tomado de | Noticias| Salud

Finlay enunció por primera vez, el 18 de febrero de 1881, ante la V Conferencia Sanitaria Internacional de Washington, su teoría del contagio de la fiebre amarilla, a través de la existencia de un agente biológico intermedio, capaz de transmitir esa dolencia de un individuo enfermo a otro sano

Hijo de padre escocés y madre francesa, Carlos Juan Finlay Barrés, el más universal de los científicos cubanos, nació el 3 de diciembre de 1833 en Puerto Príncipe, actual ciudad de Camagüey, hace 190 años.

Médico de profesión, Finlay enunció por primera vez, el 18 de febrero de 1881, ante la V Conferencia Sanitaria Internacional de Washington, su teoría del contagio de la fiebre amarilla, a través de la existencia de un agente biológico intermedio, capaz de transmitir esa dolencia de un individuo enfermo a otro sano.

Ese revolucionario planteamiento constituyó su más grande aporte a la ciencia médica mundial, al representar una ruptura radical con las concepciones epidemiológicas prevalecientes hasta entonces, según las cuales las dolencias solo podían diseminarse por contacto directo entre las personas o debido a la influencia de un factor ambiental.

Seis meses después, en una sesión de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, celebrada el 14 de agosto de 1881 (fue elegido Miembro de Número de esa institución, en 1872, y en 1895 Miembro de Mérito), el sabio cubano esbozó la hipótesis de que el agente transmisor debía ser un mosquito, probablemente la hembra de la especie hoy denominada Aedes aegypti.

Así, Finlay no solo identificó al vector transmisor de esa enfermedad, también fundamentó y demostró un nuevo modo de propagación de las enfermedades no enunciado hasta ese momento.

Tuvo también la genialidad de diseñar y proponer las recomendaciones higiénicas destinadas a la eliminación del mosquito, deviniendo así en precursor de la lucha antivectorial.

Pasaron casi 20 años años para que sus postulados relacionados con la prevención de la fiebre amarilla fueran sometidos a prueba por el Gobierno interventor estadounidense, en 1901.

Basadas en las recomendaciones de Finlay, en ese propio año La Habana se vio envuelta en una masiva batida contra el insecto, cuya acción fundamental radicaba en destruir las larvas en los propios criaderos localizados en acumulaciones de agua estancada.

Con la instauración de la República, el 20 de mayo de 1902, es nombrado Jefe Superior de Sa­nidad, y confeccionó el primer código sanitario que tuvo nuestro país.

Dispuso, de manera obligatoria, la vacunación contra la viruela, y abogó por crear mecanismos capaces de garantizar el saneamiento sistemático de la vía pública. Prohibió, de igual modo, los baños en determinadas áreas del litoral habanero, al considerar que las aguas estaban contaminadas.

Al igual que su padre, Finlay fue un reconocido oftalmólogo. En el ejercicio de esa especialidad describió un nuevo método quirúrgico para la extracción de cataratas, y diseñó un dispositivo capaz de atenuar la brillantez de la luz natural en los pacientes operados, así como un efectivo vendaje ocular.

Hizo diferentes investigaciones sobre el cólera en La Habana, logrando corroborar que la mayor incidencia de pacientes se concentraba en las áreas más cercanas a la Zanja Real.

Como aparece reseñado en el libro Historia de la ciencia y la tecnología en Cuba, de un colectivo de autores encabezados por el fallecido doctor Pedro Marino Pruna, entre 1905 y 1915 (año en que falleció, el día 20 de agosto), Finlay fue propuesto en varias ocasiones al Premio Nobel de Medicina y Fisiología, único cubano conocido en el orden individual que haya sido candidato a merecer tan alta distinción en reiteradas oportunidades, pero no se le concedió.

Si bien hubo intentos malintencionados de silenciar su monumental obra o arrebatarle, incluso, la paternidad de la teoría del mosquito como transmisor de la fiebre amarilla, el XII Congreso de Historia de la Medicina, celebrado en Roma, en 1954, ratificó que solo a Carlos Juan Finlay le corresponde el mérito de haber logrado tan significativo descubrimiento.

Para rendir permanente homenaje a Finlay en la fecha de su natalicio, a propuesta de la delegación cubana, los participantes en el IV Congreso de la Asociación Médica Panamericana, efectuado en la ciudad de Dallas, Estados Unidos, en marzo de 1933, aprobaron por unanimidad instituir, con carácter permanente, el 3 de diciembre, como Día de la Medicina Americana.

Después del triunfo de la Revolución, en Cuba la efeméride pasó a ser el Día de la Medicina Latinoamericana y del Trabajador de la Salud.

5 diciembre 2023 | Fuente: Granma| Tomado de |Noticias| Cuba

La ONG Entrepueblos hizo posible que la científica cubana Claudia Bernal Estrada recalara el pasado miércoles 18 de octubre en Murcia, en la gira que está realizando por varias ciudades y capitales de España invitada por el Movimiento Estatal de Solidaridad con Cuba, para dar a conocer los logros de la investigación biotecnológica en su país que se lleva a cabo en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), una “resistencia creativa” a pesar de las condiciones impuestas por el bloqueo de EE.UU., según destacó esta científica.

La biotecnología es una rama interdisciplinaria de las ciencias biológicas que se empeña en la aplicación tecnológica de sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos. Tiene amplias aplicaciones en la industria, la agricultura, la medicina, la farmacología y el tratamiento de residuos sólidos, líquidos y gaseosos. La primera industria del mundo surgió en 1976 y en Cuba a principios de los 80 del pasado siglo.

Claudia Bernal puso especial énfasis en afirmar que, en Cuba, a diferencia de los países de la órbita capitalista, el tratamiento de la enfermedad es un asunto prioritario, las y los enfermos son tratados como un problema de salud y no como clientes. Expuso unos gráficos en los que se demuestra el ranking ventajoso de la isla en el tema sanitario, pese al bloqueo impuesto.

El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Cuba es puntero y se creó en 1986, con la finalidad de investigar y comercializar vacunas, medicamentos y otros productos agropecuarios. A título de ejemplo, el Heberprot, medicamento que se basa en el factor de crecimiento humano recombinante, con infiltración en el interior de la lesión, desarrollado por el CIGB, se emplea como acelerador de la cicatrización de las úlceras del pie diabético, disminuyendo por tanto la prevalencia de amputaciones y mejorando la calidad de vida del paciente.

Claudia destacó que, ya en su día, Fidel Castro entendió la importancia de la ciencia y de la biotecnología. El Dr. Randolph Lee Clark, oncólogo estadounidense, le describió a Fidel las bondades del interferón en 1981. La información le animó tanto que inmediatamente armó un frente biológico y envió dos investigadores cubanos a la Universidad de Texas para estudiar el tema: así nació la biotecnología cubana. Posteriormente, seis científicos cubanos estuvieron nueve días de visita en Finlandia y, a su regreso, lograron sintetizar el primer interferón cubano.

Ciclo completo

Desde entonces, el impulso a la investigación médica y biotecnológica en Cuba no cesó. BioCubaFarma, con 20 000 empleados, agrupa a unas 46 empresas, con 80 líneas de producción y exportando a 40 países del mundo. Desarrolla el ciclo completo: investigación, desarrollo productivo, negocio y comercialización. Y algo a destacar: las empresas integrantes trabajan en estrecha colaboración, sin la competencia que se da en el ámbito occidental. Este grupo empresarial anunció a través de Twitter un nuevo acuerdo de cooperación con la empresa mixta china Changheber para la introducción de una inmunoterapia innovadora para el tratamiento del cáncer en aquel país.

Otro producto desarrollado es el HeberFERON, para el tratamiento de los cánceres de piel. Por otro lado, Jusvinza ha demostrado ser muy eficaz por sus propiedades antiinflamatorias en procesos reumatoides y artríticos, con una recuperación de un 85% de los pacientes.

Pero si hay que destacar un éxito evidente en las investigaciones del CIGB para poner coto a la covid-19 ha sido el procesado y distribución de las vacunas Abdala, Soberana 2 y Soberana, las primeras de Latinoamérica, vacunas que, con su dosis de refuerzo, Mambisa, han sido suministradas a más de siete millones de personas en Cuba y que han llegado también a países como México, Venezuela, Vietnam y Nicaragua. Mambisa fue el primer candidato de vacunas por vía nasal. Respecto de Abdala, el prestigioso medio británico The Lancet Discovery Center llegó a afirmar que esta vacuna es segura, bien tolerada y con una eficaz respuesta inmune contra la enfermedad.

La labor del CIGB no se detiene ahí, pues también ha procesado una vacuna contra la peste porcina, Porvac, premiada por la Academia de Ciencias de Cuba, así como soja transgénica, en línea con la obtención de la máxima soberanía alimentaria.

Implicación de la juventud y las dificultades del bloqueo

La investigadora Claudia Bernal destacó la implicación de la juventud cubana en la colaboración con estos procesos, y ello pese a la implementación de las 242 medidas para el bloqueo de Donald Trump, la vigente Ley de Comercio con el Enemigo, la evidencia, por tanto, de que los suministradores externos se muestran remisos a comerciar con la isla, y los ataques de todo tipo contra el país por los evidentes éxitos de las vacunas contra la pandemia de la covid.

Las empresas extranjeras se ven forzadas, por la presión de las multinacionales farmacéuticas y otras, a no comerciar con Cuba, por lo cual el país ha de buscar insumos en terceros países, por la dificultad de acceder al mercado norteamericano, lo que aumenta la carestía de la producción. Y ello contando con el boicot de la banca extranjera, como es el caso de Caixabank.

Pese a ello, esta joven investigadora recordó que la esperanza de vida en Cuba, en relación con el nivel económico de la isla, es muy alta, en línea con la de los países más desarrollados.  (Tomado de elDiario.es)

2 noviembre 2023| Fuente: Cubadebate| Tomado de Noticias Especiales de Salud