En la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Prevención, preparación y respuesta frente a pandemias, el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, hizo un llamado para «la adopción de políticas universales, redistributivas y solidarias, con el compromiso de no dejar a nadie detrás».

NUEVA YORK.-Después del coronavirus ya nada será igual: el mundo cambió para siempre. Por eso este miércoles en la mañana, en la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre Prevención, preparación y respuesta frente a pandemias, el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, afirmó que «la pandemia de la Covid-19 nos impuso una triste y amarga lección de la que estamos obligados a aprender».

Ese flagelo, dijo el Jefe de Estado, «develó la fragilidad de los sistemas de salud y puso al desnudo la crueldad de las inequidades que caracterizan al mundo. Millones de vidas se perdieron; la mayor parte, entre los más pobres y vulnerables».

Las pandemias no distinguen fronteras, ideologías o niveles de desarrollo -reflexionó el mandatario-, por lo que el enfrentamiento a las mismas también debe ser global, superando las diferencias políticas.

El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba recordó que «durante la pandemia de la COVID-19, el gobierno de Estados Unidos aplicó exenciones humanitarias temporales a países víctimas de sus medidas coercitivas unilaterales. Sin embargo, excluyó a los cubanos de ese alivio humanitario temporal».

«Aún peor, mientras la pandemia cobraba millones de vidas en el planeta, el criminal bloqueo contra Cuba se intensificó a niveles sin precedentes y generó dificultades y demoras para el arribo de insumos y equipamientos médicos imprescindibles para enfrentarla, en particular, para la industrialización de las vacunas cubanas. Se obstaculizó, incluso, la adquisición de oxígeno medicinal en terceros países y el suministro de ventiladores pulmonares».

Díaz-Canel enunció que «a pesar de las adversidades, nuestra industria biofarmacéutica y el potencial de los científicos cubanos nos permitieron crear, en tiempo récord, tres vacunas y dos candidatos vacunales contra la COVID-19».

«Mientras en el peor momento de la pandemia las corporaciones transnacionales y los Estados más ricos de occidente acaparaban los medios necesarios para combatir la enfermedad, Cuba colaboró con el envío de 58 brigadas médicas a 42 países y territorios, que se sumaron a los más de 28 mil de nuestros profesionales de la salud que en ese momento prestaban servicios en 59 naciones».

La COVID-19 evidenció, dijo el dignatario, que la cooperación global es una necesidad, no una elección. E hizo énfasis: «Cuba aboga por la adopción de un instrumento internacional robusto para la prevención, respuesta y recuperación ante pandemias, bajo la conducción de la Organización Mundial de la Salud”.

«Hacemos un llamado a la adopción de políticas universales, redistributivas y solidarias, con el compromiso de no dejar a nadie detrás».

«Nuestro país pone a disposición de todos los pueblos, sus capacidades tecnológicas y científicas, y sus recursos humanos, para ayudar en la prevención, preparación y respuesta frente a pandemias presentes y futuras».

El Presidente de la Mayor de las Antillas enunció en esta, su segunda intervención este miércoles en Naciones Unidas: «Estamos listos para desarrollar intercambios científicos y en salud con los países interesados, y brindar asesoramiento para promover la colaboración internacional».

«También ponemos a disposición de todos, nuestros protocolos epidemiológicos, clínicos y de laboratorio, los resultados de nuestras investigaciones en el desarrollo de medicamentos innovadores de próxima generación, y los resultados de la investigación científica».

«Cada país puede y debe contribuir en lo que está a su alcance. Los beneficios deben ser universalmente accesibles para todos. Para avanzar por ese camino, cuenten siempre con Cuba».

20/09/2023

Fuente(Granma)   Tomado – Noticias  Mundo

 

septiembre 21, 2023 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: Celebración, Cuba, De la prensa cubana | Etiquetas: , , , |

Según el investigador Alejandro Chabalgoity, la idea es montar bases tecnológicas modernas, hacer avances en infraestructura y, sobre todo, “tomar una línea de La producción de vacunas es un proyecto cada vez más presente en el ámbito académico uruguayo. Una de las propuestas más sólidas del último tiempo fue la presentación de un proyecto de la Universidad de la República (Udelar) para la creación de un Instituto Nacional de Vacunas, a partir de los resultados del estudio de viabilidad para la creación del instituto, tarea que financió el gobierno en la Rendición de Cuentas de 2021 con una partida de siete millones de pesos.

En resumidas cuentas, la Udelar propone crear una planta con una capacidad de producción de tres millones y medio de dosis al año. Su construcción llevaría entre 24 y 36 meses una vez conseguidos los fondos y tendría un costo total de 29.415.000 dólares para un área de 3.115 metros cuadrados.

En paralelo, otras instituciones de la Udelar llevan adelante acciones vinculadas, por ejemplo, con la formación de los recursos humanos, la colaboración internacional y la adquisición de experiencia. En este sentido, el Instituto de Higiene de la Facultad de Medicina de la Udelar estableció un vínculo con el Instituto Finlay, de Cuba, para nutrirse de su experiencia y establecer proyectos en conjunto.

En diálogo con la diaria, Alejandro Chabalgoity, investigador coordinador del Departamento de Desarrollo Biotecnológico del Instituto de Higiene, consideró que si bien la Udelar presentó una propuesta para crear un instituto nacional, eso ahora “está en manos de la esfera política” y, más allá de cómo fluya la financiación del proyecto, “Uruguay necesita avanzar en aprender a hacer vacunas”. Recordó que en los años 80 transitó la experiencia de la producción, que no fue sostenible en el tiempo “por razones específicas” que no fueron exclusivas de nuestro país.

Chabalgoity indicó que hubo “muchos países” que tenían producción pública de vacunas y no se pudieron adaptar a las “exigencias” de la demanda, que cambiaron bastante y que para mantenerlas “había que hacer grandes inversiones en infraestructura”. En aquel momento la producción era “clásica y no competitiva con las empresas” de producción privadas, agregó.

A raíz de la discontinuación productiva prolongada, en este momento “carecemos de la experiencia” de producir, aunque tengamos “el conocimiento científico”, apuntó el investigador. En ese marco es que el instituto uruguayo comenzó las conversaciones con Finlay. Al principio fueron “colaboraciones”, que ahora comenzaron a pensarse como “acuerdos más específicos” de cooperación y complementación, y lo que se busca es “aprender en diferentes áreas”, explicó el científico. A su vez, especificó que la colaboración se orienta a mejorar la calidad de vacunas ya elaboradas en Cuba y, a su vez, contribuir con “desarrollos” uruguayos para potenciar las características de algunas vacunas que Finlay tiene en proceso de producción.

Según Chabalgoity, la idea es montar bases tecnológicas modernas, hacer avances en infraestructura y, sobre todo, “tomar una línea de desarrollo que sea sustentable” en las distintas modalidades posibles, ya sea como producción nacional, en asociación con privados nacionales, aliados internacionales o la línea de desarrollo que sea “más viable”.

La producción como parte del sistema de salud

En el marco del plan de colaboración, Yuri Valdés, director ejecutivo de Finlay, y Dagmar García, la directora de Investigaciones, Desarrollo y Ensayos Clínicos de la institución, viajaron a Uruguay para participar en una instancia organizada por el Instituto de Higiene en la que compartieron la experiencia de más de 30 años de producción de vacunas.

Valdés remarcó que uno de los fundamentos para que en Cuba la producción de vacunas sea un hecho y se sostenga en el tiempo es que se trata de uno de los pilares “más importantes” del sistema. Para Cuba “es distintivo” que el desarrollo tecnológico biofarmacéutico forme parte del sistema de salud, y las vacunas hace años que son “parte de la medicina preventiva”, señaló. El director ejecutivo de Finlay remarcó que en ese país existen “más de 30 instituciones” que se complementan entre ellas para poder impactar en la salud pública.

Finlay se creó en 1989, actualmente tiene casi 900 trabajadores y en un trabajo conjunto logró garantizar vacunas para la población durante la pandemia del coronavirus. El instituto trabaja “en el ciclo cerrado”, es decir que quienes trabajan allí abarcan desde la investigación primaria hasta la producción, lo que hizo que la pandemia llegara en un momento en el que se habían acumulado “los mejores saberes”.

La experiencia de la vacunación en niños

A su vez, García centró su exposición en repasar cómo fue la producción, aplicación y evaluación de las vacunas contra la covid-19 en la población pediátrica de Cuba. Primero, celebró que Cuba pudiera elaborar sus propias vacunas, porque de no ser así “habría sido el último Estado en la lista para acceder a las vacunas”, por lo tanto, tener la capacidad de producción fue “muy importante”. Luego presentó algunos de los resultados sobre la vacunación en niños, que calificó como el grupo “más valioso”.

Para los niños el instituto desarrolló dos prototipos de vacunas: Soberana 02 y Soberana Plus. Inicialmente el ensayo clínico se realizó en quienes se habían recuperado de la enfermedad y luego en otros escenarios. Las fases exploratorias concluyeron con que la mejor alternativa era “un esquema que compilaba dos dosis de Soberana 02 y una dosis de Soberana plus”, con un intervalo de 28 días y “con el objetivo de inducir maduración de la respuesta inmune”. Para eso se desarrolló un programa de evaluación clínica que “tenía que ser capaz de demostrar la seguridad y el impacto” porque la historia de la producción de las vacunas no se termina “ni siquiera cuando la vacuna se registra”, hay mucha investigación clínica que hacer luego del producto.

Cuando se diseñaron las vacunas se basaron en “vacunas conjugadas”, una plataforma que surgió en la década de los años 80 “dirigida a los niños”. Por el tipo de inmunidad es muy útil en esta población, porque son seguras, proteicas y “con una buena respuesta inmune que moviliza respuesta de células T”, algo que “no todas las vacunas contra la covid han podido demostrar”, es decir, que inducen una inmunidad de larga duración.

La vacuna Soberana logró demostrar, incluso en un ensayo clínico fase tres, que tenía “92% de eficacia en la reducción de la enfermedad sintomática causada por la covid-19”. Según García, la “lógica” de la tercera dosis con la vacuna Plus aparece porque en la medida en que empezaron a surgir variantes se requería que los niveles de anticuerpos fueran más altos.

Los estudios fueron varios. Se comenzó con un ensayo clínico fase uno y dos, en población de entre tres y 18 años de edad, que fue aprobado en junio de 2021 y tenía como objetivo “evaluar la respuesta celular y su duración”. Otro de los datos obtenidos fue que tras la vacunación “no hubo eventos adversos graves o severos”, más de 90% se clasificaron como leves y eran esperables, por ejemplo, el dolor local. “Eso habla bien, en términos de la seguridad, de la vacuna en niños”, acotó García.

Luego de los ensayos, el 4 de setiembre de 2021 se obtuvo el permiso para utilizar vacunas en la población pediátrica, a los dos días comenzó una campaña de vacunación masiva y finalmente se vacunó a “más de ocho millones de niños” y adolescentes de entre dos y 18 años con el objetivo de abrir las escuelas. Luego de la aplicación masiva, en diciembre de 2021 apareció la variante ómicron y dio otra oportunidad de demostrar, una vez más, “la efectividad de la vacunación”, aseguró García.

Por último, la investigadora celebró el impacto que la vacunación pediátrica y también adulta tuvo en el control de la epidemia en el país, basada en varios índices, por ejemplo, en la efectividad para la prevención de la enfermedad severa. Concluyó que en Cuba se logró una vacunación pediátrica segura, inmunológicamente similar a la inducida en los adultos jóvenes y efectiva en la prevención de enfermedad sintomática severa.

18/09/2023

Fuente: (ladiariasalud) Tomado   Salud- Investigación

Las capacidades del sistema de salud cubano para hacer frente a la pandemia, con la tecnología y la innovación como fortalezas, fueron reconocidas por Amado Cerrud Acevedo, presidente del Parlamento Centroamericano (Parlacen), durante un intercambio con José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud y otras autoridades del sector, para evaluar oportunidades de cooperación regional.

El parlamentario, destacó también el hecho de que Cuba pudiera contar con vacunas propias, mientras que otras naciones de centroamérica y el Caribe tuvieron que depender de las grandes farmacéuticas.

En la sede del Ministerio de Salud Pública de Cuba, Cerrud Acevedo destacó las capacidades de nuestro país, para resistir al bloqueo de los Estados Unidos.

Asimismo, instó a fortalecer las relaciones con la Isla, las alianzas con naciones de la región y el seguimiento a los convenios de trabajo.

Por su parte, Portal Miranda, ofreció detalles de la estructura del Sistema Nacional de salud, la formación del personal del sector, y el desarrollo de la biotecnología.

De igual manera, destacó la historia de la cooperación con Centroamérica y la formación de porfesionales de otras naciones en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).

El titular cubano del sector, se refirió al duro impacto del bloqueo para la Salud Pública cubana, y la forma en que el país tuvo que apostar a su resiliencia y fabricar no solo vacunas, sino ventiladores pulmonares y otros productos innovadores, como muestra de la voluntad política de proteger al pueblo.

Trascendió también en el encuentro la estrategia de enfrentamiento a la COVID que aplicó el país en materia de detección de casos y seguimiento, el desarrollo de los interferones, el péptido Jusvinza y las vacunas.

06/09/2023

Fuente: (Cubadebate) Tomado-Cuba