Jul
22
Fue un encuentro casual en el hospital pediátrico de Matanzas, duro, triste. No nos atrevíamos a preguntarle nada a ese padre, solo seríamos testigos de lo que él quisiera decir, por eso no sabemos su nombre, tampoco el de la madre, una de las embarazadas que se nos ha llevado la COVID-19.
Ella con más de 40 años de edad y diabética, tuvo una evolución muy desfavorable y rápida. Se hizo todo lo humanamente posible por salvarla, pero no se logró. Ella no pudo ver nunca ver a su hija, que nació ya cuando su madre estaba grave.
La niña tuvo que luchar por su vida, junto a un equipo de médicos y enfermeras que obran milagros con sus conocimientos y con un empeño infinito en días difíciles.
Compartimos las palabras de un padre que nunca imaginó abrazar a su hija en solitario y que seguro recuerda uno a uno los planes forjados a dúo, los sueños que se desvanecen. Desde el dolor su mensaje expresa una gran sabiduría:
“Realmente es como un momento único en la vida, la emoción que siento con palabras no se puede explicar, tengo la dicha de tener en mis brazos a mi pequeña princesa Angely, independientemente de que su madre hoy no está con nosotros por circunstancias de la vida; pero se hizo todo lo posible porque hoy mi hija estuviera bien, solo hago un llamado a todo el pueblo de Cuba a que cuiden a sus niños, cuiden a sus bebés, que no hay nada más grande que la familia, no hay nada más grande que el amor por los hijos y la salud de nuestros hijos está en nuestras manos.
Muchas gracias por todo, gracias Cuba”.
(Tomado de Naturaleza Secreta / Video estrenado en la Mesa Redonda)