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En un pueblo francés a unas 174 millas (280 km) al este de París, los arqueólogos han hecho un descubrimiento que está ayudando a reescribir mucho de lo que sabemos sobre los burros.
En el lugar donde antes había una villa romana en el pueblo de Boinville, en Woëvre, un equipo desenterró los restos de varios burros que habrían eclipsado a la mayoría de las especies con las que estamos familiarizados hoy.
“Eran burros gigantes”, dice Ludovic Orlando, director del Centro de Antropobiología y Genómica de Toulouse, en la Facultad de Medicina de Purpan en Toulouse, Francia.
“Estos especímenes, que estaban genéticamente vinculados a los burros en África, eran más grandes que algunos tipos de caballo”.
Orlando ha estado liderando un proyecto que secuenció el ADN de los esqueletos de burro. Era parte de un estudio mucho más amplio para rastrear el origen de la domesticación de burros y su posterior expansión a otras partes del mundo.
(Con información de la BCC)