La Habana, 13 sep (ACN) Este lunes expertos de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC) presentaron un informe técnico en el que evaluaron los incidentes de salud ocurridos durante la estancias en La Habana de empleados de gobiernos extranjeros y sus familias.

Según consta en el texto, a raíz de los supuestos incidentes de salud no identificados reportados en La Habana aparecieron síntomas similares en algunos ciudadanos canadienses y, posteriormente, en empleados estadounidenses en otros países, una narrativa a la que se llamó «síndrome misterioso».

Publica Academia de Ciencias de #Cuba resultados de investigaciones de equipo de expertos sobre síntomas de salud reportados por diplomáticos. Estos demuestran cuán injustas fueron las medidas de EEUU contra Cuba que aún no han sido revertidas.

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— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) September 13, 2021
Destaca el informe que la narrativa se basa en las afirmaciones no verificadas de un síndrome novedoso con síntomas y signos centrales compartidos, daños cerebrales, una fuente de energía dirigida que podría afectar a los cerebros de las personas desde grandes distancias tras traspasar las barreras físicas de los hogares o las habitaciones de hotel; la identificación de un arma capaz de generar dicho agente físico; así como supuestas pruebas de que se produjo un ataque.
Se trata de un tema que prematuramente, y por razones de manipulación política, dejó de investigarse en ámbitos de la Ciencia y la Salud, y solo podrá esclarecerse con la transparencia y la cooperación en ambos campos.

— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) September 13, 2021

No obstante, luego de analizar todas estas afirmaciones, el equipo multidisciplinario concluyó que la narrativa del “síndrome misterioso” no es científicamente aceptable en ninguno de sus componentes y que solo ha sobrevivido debido a un uso sesgado de la ciencia.

Al respecto, el sitio web de la Cancillería cubana publicó hoy seis supuestas verdades sobre el “síndrome misterioso” que desmonta la ciencia.

1: Un nuevo síndrome con síntomas y signos compartidos está presente en los empleados afectados

Al respecto señalan que es posible que algunos empleados estadounidenses mientras estaban destinados en La Habana se sintieran enfermos debido a una colección heterogénea de afecciones médicas, algunas preexistentes antes de ir a Cuba (por ejemplo, traumatismos de oído debidos al servicio militar), y otras adquiridas por causas comunes como enfermedades relacionadas con la edad, traumatismos craneales debidos a actividades deportivas y estrés, entre otras muchas posibilidades.

Así, refiere el texto, un conjunto heterogéneo de personas atribuyó erróneamente sus síntomas a una causa externa común. Agrega que la idea de un conjunto no homogéneo de casos está implícita en los informes de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM).

2: Es posible detectar daños cerebrales originados durante la estancia de los diplomáticos afectados en La Habana.

En este punto, resaltan la evidencia neuropsicológica no válida, y los resultados muy cuestionados de neuroimágenes, además de otras pruebas dudosas y que fue puesto en duda por la NASEM.

Añaden que sólo una minoría de estos casos presenta disfunciones cerebrales notables, la mayoría debidas a condiciones pre-existentes a su estancia en La Habana (causadas por enfermedades naturalmente adquiridas y prevalentes o por traumatismos craneales), y otras debidas a los trastornos neurológicos funcionales, antes mencionados.

Resaltan que la comunidad científica internacional y el informe de las NASEM descartan la mayor parte de las pruebas presentadas para afirmar la existencia de daños cerebrales generalizados en los empleados estadounidenses; y que otras enfermedades prevalentes en la población general pueden explicar la mayoría de los síntomas.

3: Existe una fuente de energía dirigida que podría afectar al cerebro de las personas desde grandes distancias tras atravesar las barreras físicas de los domicilios o las habitaciones de hotel.

El texto advierte que este postulado viola leyes de la Física, pues solo sería alcanzable con equipos de altísima potencia y gran tamaño. Así, explican que ninguna forma de energía conocida puede causar selectivamente daños cerebrales (con una precisión similar a un haz de láser) en las condiciones descritas para los supuestos incidentes de La Habana.

Las leyes de la física que rigen el sonido, los ultrasonidos, los infrasonidos o las ondas de radiofrecuencia (incluidas las microondas) no lo permiten, como han reconocido los expertos estadounidenses e internacionales; estas formas de energía no podrían haber dañado los cerebros sin ser sentidas u oídas por otros, sin perturbar los dispositivos electrónicos, en el caso de las microondas, o sin producir otras lesiones (como la rotura de los tímpanos o las quemaduras en la piel), asegura el texto.

Agrega que varios factores indican como improbable que los sonidos percibidos por el personal de la embajada se deban a la emisión de microondas, entre ellos, que se necesitarían densidades de potencia de microondas masivas, tanto pico como media, para provocar la sensación de «un sonido fuerte», y esto requeriría grandes equipos generadores de microondas, como los radares militares, utilizados muy cerca del objetivo.

Al respecto, el personal de la embajada no informó de ninguna sensación térmica de las que deberían ser causadas por altas densidades de potencia media de microondas; no se ha informado de las interferencias electromagnéticas que, sin duda, se derivarían de la exposición a tales densidades de potencia máxima, y la naturaleza direccional del sonido no se ajusta a la descripción del efecto auditivo de las microondas.

4: Se puede realizar e identificar un arma capaz de generar dicho agente físico.

En este sentido destacan que aunque existen armas que utilizan el sonido para dispersar a las multitudes, o microondas para desactivar los drones, son de gran tamaño y no hay posibilidad de que pasen desapercibidas (o dejen rastro) si se hubiesen desplegado en La Habana; además, no pueden producir los efectos selectivos de personas descritos en los supuestos incidentes.

5: Se descubren pruebas de que se ha producido un ataque.

Después de cinco años, ni la Policía Cubana, ni el F.B.I., ni la Real Policía montada de Canadá, han descubierto pruebas de «ataques» a diplomáticos en La Habana a pesar de las intensas investigaciones, señala el texto.

6: Las pruebas disponibles desechan las explicaciones médicas alternativas.

Sobre las pruebas, detallaron que no es posible descartar las explicaciones psicogénicas y tóxicas de muchos síntomas en algunos casos sin más investigación. En concreto, todas las condiciones para la propagación psicógena del malestar estaban presentes en este episodio y en consonancia con esta hipótesis, el equipo de NIH diagnosticó PPPD (Mareo postural perceptual persistente) en el 25 por ciento (%) de los pacientes que estudió.

Como parte de sus conclusiones, la Academia de Ciencias de Cuba indicó estar dispuesta a revisarlas en caso de surgir nuevas pruebas, e invitó a que se hagan los esfuerzos para refutar sus interpretaciones en un clima de colaboración científica abierta; sin embargo, rechaza firmemente como “verdad establecida” una narrativa construida sin bases científicas reales.

septiembre 13/2021 (ACN)

septiembre 14, 2021 | Maria Elena Reyes González | Filed under: De la prensa cubana | Etiquetas: , , |

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