La Habana, 4 sep (ACN) El aumento de infectados y fallecidos por la COVID-19 en el mundo, dada la alta transmisión y dispersión de la enfermedad y la elevada contagiosidad de sus variantes genéticas, en especial la Delta, ponen en alerta hoy más que nunca a las personas, quienes buscan las formas más eficaces de protegerse del virus.

Un tema frecuente en estos días es sobre la efectividad de las mascarillas sanitarias, también conocidas como cubrebocas, barbijos o naso bucos. El empleo de estos medios de protección se generalizó ante la aparición del SARS-CoV-2 y los diversos modelos tienen características que determinan sus posibilidades de uso.

Mascarillas de tela

Con la llegada de la pandemia de la COVID-19, estos modelos han sido de los más empleados por su posibilidad de confección, reutilización y adaptación al rostro, a lo que se suma que se insertan como prenda de vestir a partir de múltiples diseños. Sin embargo, son eficaces en dependencia de las telas utilizadas, la cantidad de capas y su capacidad para ajustarse a la cara.

Los tejidos recomendados para estas máscaras son los apretados, que no dejan pasar la luz, como el algodón, y que no dificulten el respirar. Son ideales para exteriores y lugares de poca aglomeración, pues para interiores o sitios más concurridos se aconseja reforzarse con una quirúrgica (no otra de tela porque pueden entorpecer la respiración).

Para disminuir en mayor medida la diseminación de los aerosoles del emisor y la inhalación de los mismos por un potencial receptor, la mascarilla debe confeccionarse en forma de taza para asegurar el sellado lateral y que no quede holgada, además debe ajustarse al tamaño de la cara y de preferencia contar con clips nasales que eviten fugas frontales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que estas deben tener tres capas y no disponer de válvulas que posibiliten la entrada de aire a su interior.

Asimismo, los naso bucos de tela deben cambiarse aproximadamente cada cuatro horas o cuando presentan humedad, tienen la ventaja de ser reutilizables entre 20 y 50 veces, son más ecológicos y económicos que las otras mascarillas sin tener que renunciar por ello a una óptima efectividad.

Este tipo de mascarillas no médicas deben ser guardadas en bolsas de plástico u otros envoltorios seguros antes o después de su uso, y lavadas con jabón y detergente, preferiblemente a 60 grados.

Mascarillas quirúrgicas o desechables

Este tipo de mascarilla está diseñada para procedimientos médicos y no está elaborada para lavarse. Al igual que las de tela, su efectividad depende del ajuste al rostro, sin espacios laterales y cubriendo completamente nariz y boca.

Cuando la mascarilla quirúrgica se complementa con la de tela se incrementa su seguridad, pero disminuye el tiempo de protección y es necesario cambiarlas de manera más frecuente en cuanto se genera humedad.

Por cuestiones de comodidad e higiene, se suele recomendar no usar la mascarilla durante más de cuatro horas.
Dado que los cubrebocas quirúrgicos a menudo tienen un ajuste holgado (mucho menos ceñido que las mascarillas N95), los espacios en el costado o alrededor de la nariz pueden permitir que las gotas respiratorias se filtren y causen una infección. Para su mejor uso se recomienda hacer nudos en sus extremos doblando los bordes para que queden perfectamente remetidos.

Mascarillas N95

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos refieren que las mascarillas N95 deben tener prioridad para el personal de la salud y el personal en zona roja, al filtrar alrededor del 95 por ciento de las partículas suspendidas en el aire, además de ser bidireccionales, es decir, resguardan del contagio a quien las usa, pero también disminuyen la posibilidad de contagiar en caso de ser positivo al virus.

En cuanto a la filtración de partículas, existen otros tipos de mascarillas como la KN95 y la FFP2 con una eficacia similar. Estas son muy costosas, de ahí que las personas las reutilicen con frecuencia por períodos variables de alrededor de cinco días, aunque según el fabricante en tiempos normales están aprobados para un solo uso máximo de ocho horas.

Existe consenso científico en que debe ser inmediatamente descartado todo cubrebocas de estos tipos que: presenten manchas de sangre, secreciones u otros fluidos, hayan estado en contacto directo con aerosoles de un paciente infectado, o bien tengan cualquier rotura en las capas filtrantes o desgastes en componentes que no hagan posible un cierre perfecto con la cara.

Al reutilizarse debe ser de uso individual durante la crisis por COVID-19, y para su preservación se desaconsejan métodos caseros de descontaminación como el lavado con agua y jabón, la inmersión en hipoclorito de sodio, el empleo de alcohol, o el calor por microondas.

Lo recomendable es luego del uso, de estar en buenas condiciones, guardarlo en un lugar seguro, preferentemente en una bolsa de papel respirable, ponerlos a reposar al aire e ir rotando su empleo de modo que el paso del tiempo afecte la viabilidad del virus.

En lo que se refiere a protectores faciales o gafas protectoras los expertos insisten en que estos no sustituyen las mascarillas sanitarias, al utilizarse principalmente para proteger los ojos, y deben estar siempre acompañados de un naso buco.

Asimismo, la mascarilla requiere la higienización de las manos antes de colocarla, durante su uso y al desecharla, para evitar la contaminación, mientras que al momento de retirarla se debe tomar por las ligas sin tocar la parte frontal.

De igual forma, la OMS insiste en la adopción de todas las medidas posibles: mantener el distanciamiento físico, evitar entornos cerrados y concurridos en los que haya contacto directo entre personas, una buena ventilación y lavarse frecuentemente las manos.

septiembre 04/2021 (ACN)

septiembre 6, 2021 | Maria Elena Reyes González | Filed under: De la prensa cubana | Etiquetas: , , |

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