La relación médico-paciente es fundamental a la hora de abordar una enfermedad o un tratamiento. Es el núcleo central del ejercicio de la Medicina, ya que permite al enfermo satisfacer sus necesidades de salud y al médico, cumplir con su función social más importante: cuidar y tratar a los pacientes.

La calidad asistencial siempre irá pareja a una mejora de la relación médico-paciente, y es que existe un nexo transversal entre la formación con la que cuentan los profesionales de la salud y la comunicación, y la seguridad del paciente.

La relación entre el médico y el paciente se considera como el encuentro entre dos personas que se comunican entre sí: uno como la persona enferma y el otro como la persona capaz de prestarle la ayuda, a partir de sus conocimientos técnicos, habilidades profesionales y experiencia. Se trata de un modelo de relación humana que comenzó a practicarse desde los mismos orígenes de la humanidad a través de diferentes técnicas y modelos relacionales, poniendo de manifiesto el instinto de auxilio que alberga nuestra especie.

De hecho, hay constancia escrita de esta relación médico-paciente desde el Código de Hammurabi (año 1.728 a. C.), así como en el Juramento Hipocrático (460-347 a. C.) o en la Oración de Maimónides (Córdoba, 1.138).

La relación médico-paciente es fundamental puesto que, en sí misma, aporta una mejoría terapéutica indiscutible. La comunicación es clave para la seguridad del paciente. Si esta es buena, el médico, como experto, será capaz de acompañar en el sufrimiento, incluso hasta el final de los últimos días del paciente, pero también en su bienestar y en el progreso de los tratamientos.

También esta relación puede mejorar la orientación diagnóstica y reducir la necesidad de pruebas complementarias. Contribuye igualmente de forma positiva a una mayor y más consciente adherencia del tratamiento, una vez que el paciente se encuentre implicado y acompañado en la toma de decisiones.

Otro factor a tener en cuenta es que la asistencia sanitaria no se realiza en la intimidad de un encuentro entre dos, sino que en la misma intervienen el médico, el paciente, así como otros profesionales sanitarios y, en muchos casos, acompañantes del enfermo que cobran también protagonismo en la relación.

La consulta es el escenario fundamental de la actividad asistencial del médico. Las decisiones que se toman en ella marcan el destino de un paciente. El médico necesita tiempo para escuchar atentamente al paciente, examinarlo minuciosamente, redactar una historia clínica completa y explicarle a él y sus familiares su enfermedad, la evolución del cuadro clínico, los exámenes complementarios y el tratamiento. Médicos y pacientes se han acostumbrado a consultas de corta duración; esto daña a ambas partes. El médico sabe que está perjudicando su profesión y se expone a cometer errores y el paciente no se siente satisfecho y tiene, muchas veces, la certeza de no haber sido correctamente evaluado.

Es preciso crear una red de confianza del paciente para con su médico y viceversa, indispensable para conseguir el efecto terapéutico que por sí sola tiene la entrevista clínica. Esto solo es posible en un marco de organización que permita, en primer lugar, dedicar a cada paciente el tiempo que necesite, sin que por ello el médico muera en el intento, y por otra parte que el médico pueda ocupar parte de su horario de trabajo en tareas no asistenciales, entre ellas la revisión de historias clínicas y su superación.

El análisis educomunicativo de este reportero permite concluir que, para mejorar la relación de los profesionales de la medicina con los usuarios del sistema de salud, resulta necesario poner en marcha diferentes estrategias y acciones que nos permitan captar más información, ganar confianza y así poder dar respuesta a las necesidades de los pacientes desde una perspectiva integral, lo que finalmente llevará a lograr mayores índices de satisfacción del usuario y del profesional.

 

noviembre 22, 2023 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: Bienestar, Ciencia, De la prensa cubana, Salud, Servicios de Salud | Etiquetas: |

Táchira, Venezuela.–«A nuestro padre lo mandaron a morir. Los únicos que pueden salvarlo son los médicos cubanos», le dijeron al joven doctor Carlos Enrique Zamora Miranda, en el cdi San Antonio, que él coordina.

«Diabético descompensado, hipertenso, con un accidente vascular encefálico de varios años de evolución y un absceso severo entre los glúteos, con pérdida del tejido». En esas condiciones, el paciente había recorrido varios departamentos de su país: Bogotá, Cali, Medellín, Santa Marta, Santander…, sin que accedieran a atenderlo.

Santander limita con el estado venezolano de Táchira. Un puente llamado Bolívar es lo único que separa a ambas naciones. Muy cerca de él se encuentra el CDI San Antonio.

Tras cruzar el puente binacional, esa familia sintió que este, más que separar, une. Hicieron el trayecto con la certeza de que no solo en la sapiencia de las manos cubanas, sino en su bondad, estaría la cura.

«Lo recibimos, ingresamos, atendimos y le salvamos la vida. Sus hijos tenían razón: no importa nacionalidad ni padecimiento; quien nos necesite, puede contar con nosotros», asegura Zamora Miranda.

Calificada como «una de las fronteras más activas de Sudamérica», el Táchira es una zona de alta complejidad económica y social.

Específicamente allí, donde está enclavado el CDI, el número de habitantes sobrepasa los 61 000, y se atienden por día unos 200 pacientes. No solo quienes habitan en las aldeas, caseríos y hogares de las cuatro parroquias del área llegan hasta el San Antonio, sino también quienes están de paso por la frontera.

En esa institución se prestan servicios de cuerpo de guardia; electrocardiograma; ecografía; endoscopia; imagenología; salas de hospitalización, cuidados intensivos y de rehabilitación; laboratorios clínicos y suma; optometría y óptica; podología; logofoniatría y farmacia. «Es una estructura parecida a la nuestra en Cuba», explica el galeno.

«Estamos a más de 800 metros sobre el nivel del mar. Esto hace que las enfermedades respiratorias abunden. También destacan como patologías las enfermedades infectocontagiosas, debido a que atendemos tanto a pacientes venezolanos como a colombianos y provenientes de otras naciones. El dengue, el chikungunya y el mal de chagas son frecuentes.

«También llegan muchos pacientes tras sufrir accidentes de tránsito, e incluso con heridas de bala. Aquí siempre serán recibidos».

La altitud, la lejanía de la capital y los contrastes de la frontera hacen del trabajo en esa comunidad todo un desafío.

Sin embargo, «la vida del paciente es la prioridad». Esa es la meta más clara que tiene la brigada de 24 colaboradores que acompaña al doctor Carlos Enrique Zamora Miranda, cabeza de «una familia en la que nos hemos propuesto apoyarnos, defendernos y cuidarnos unos a otros, física y emocionalmente».

14 noviembre 2023 | Fuente: Granma| Tomado de Noticias Mundo

CAMAGÜEY. – Si las camas hablaran, las historias de un hospital tendrían mayores detalles. Sobre ellas cae el peso del dolor y la respuesta del cuerpo en pugna por recuperar el ritmo que la vida lleva. Los relatos más críticos y graves se escriben hoy en nueve de las 13 camas del servicio de terapia intensiva del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña de Camagüey.

Hace pocos días, un paciente cumplió sus dos años sobre la cama que lo sostiene desde hace más de uno. Lleva ese tiempo ventilado debido a su distrofia.

En otro cubículo, una abuela de Esmeralda cuida a la nieta de siete meses. Recibe oxígeno terapia y el tratamiento completo para superar la neumonía.

De Minas, una madre no se le despega al hijo adolescente. Él tiene fracturado el fémur por un accidente. Le aseguraron que no atrasarán la operación por falta de recurso humano ni técnico.

Incluso el Pediátrico, por gestión extrahospitalaria, ya dispone de otro Arco en C, un equipo de alta tecnología para una mejor calidad de imagen en tiempo real, menor tiempo de exposición a radiaciones y mayor precisión durante la cirugía.

También por accidente llegó un niño de cuatro años. Un caballo asestó una patada en su estómago. La mañana de nuestro asomo estaba con los ojos luminosos sobre las piernas de la madre. Evolucionaba bien.

Pudiéramos seguir pasando lista de las camas, pero está incompleta esa hoja de ruta sin los tripulantes principales de una nave que anda siempre los mares del límite, los pronósticos reservados.

Nos referimos el equipo de médicos, enfermeros, laboratoristas, técnicos enfocados en las zonas de riesgo. Aspiran y hacen hasta lo que parece imposible para lograr finales felices, que, es decir, la vuelta de sus pacientes con salud a casa.

Preguntas y respuestas

Por la situación epidemiológica de la provincia de Camagüey, por si usted no lo sabe o no es precavido (y de eso alertó hace meses la Organización Mundial de la Salud) hay un alza de infecciones respiratorias provocadas principalmente por dos virus: el Influenza y el Sincitial. ¿Está preparado el Hospital Pediátrico Eduardo Agramonte Piña para afrontar esas complicaciones y otros reportes extremos? ¿Con qué colectivo cuenta? ¿En qué condiciones labora? Adelante Digital llega al servicio más temido.  Ver más información

10 noviembre 2023| Fuente: Adelante| Tomado de Noticias