La Sociedad Cubana de Cirugía en su quehacer propicia la superación científica e investigativa de sus miembros, y en la provincia de Las Tunas sus profesionales apuestan por la formación de nuevos especialistas y la experticia de los galenos.

Los integrantes del Servicio de Cirugía General, del Hospital Provincial Doctor Ernesto Guevara de la Serna, consolidan desde 1982 la formación de residentes de la especialidad con altos estándares académicos y la adquisición de habilidades y prácticas mediante novedosas técnicas de la actividad quirúrgica, explicó el doctor Alexander Brito Rodríguez, especialista de primer grado en Cirugía General.

El también profesor asistente refirió que en esta oportunidad realizan los exámenes de pase de año, como parte de la promoción de residentes desde la opción de internado vertical, que distingue el sistema educativo de las Ciencias Médicas.

En otro orden destacó que actualmente el servicio es uno de los que registra más personal en formación al contabilizar alrededor de 20 residentes en diferentes años de la especialidad, lo cual resulta garantía a largo plazo para contar con profesionales en los ocho municipios de la provincia.

Ante el quehacer cuentan, además, con un claustro de docentes entre los que figuran experimentados galenos, insignias de la cirugía en Las Tunas, en aporte directo de conocimientos y experiencias con el propósito de fortalecer la formación de las nuevas generaciones de cirujanos y estudiantes, acotó Brito Rodríguez.

Como parte del quehacer constante, el colectivo de la especialidad se alista para celebrar a finales del próximo mes de octubre el XV Congreso Cubano de Cirugía a nivel territorial, un evento que en el país estará dedicado a los profesores Lázaro Yera Abreus y Roberto Millán Sandoval.

29 Septiembre 2025 Fuente: Tiempo 21/ Noticias/ Salud

octubre 3, 2025 | Arlenes Tamayo Osorio | Filed under: Cuba, De la prensa cubana, Salud, Salud Pública | Etiquetas: , , |

El Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) resaltó hoy el aporte de los profesionales de la Psicología, al saludar la conmemoración de esa efeméride en el país.

Desde su cuenta en la red social X, el Minsap señaló:  “En el día de la Psicología reconocemos los aportes de quienes dedican su vida a esta noble profesión.

En el Día Nacional de la Sicología felicitamos a nuestros brillantes y abnegados profesionales, #GenteQueSuma y con la que siempre contamos. #CubaPorLaVida pic.twitter.com/YlkKYe6qOi

— Dr. Roberto Morales Ojeda (@DrRobertoMOjeda) April 13, 2025

“Agradecemos a los que desde nuestro sector evidencian el visible impacto de la disciplina en la calidad de vida y bienestar de los cubanos”.

El Día de la Psicología en Cuba quedó instituido el 13 de abril de 2004, en alusión a la fecha de nacimiento del  pedagogo Enrique José Varona (1849-1933) en la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, actual Camagüey.

Varona fue el artífice de una extraordinaria obra en los campos de la filosofía, la sociología, la psicología y la educación, por lo que se le considera uno de los grandes pensadores latinoamericanos.

13 Abril 2025 Fuente: ACN/ Noticias/ Salud

El 14 de agosto de 1881, el doctor Carlos Juan Finlay subió al estrado para presentar, ante los miembros de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, reunidos en sesión, su trabajo titulado El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla.

Cuentan estudiosos de la obra del sabio cubano que leyó el texto sin hacer ningún énfasis especial, esbozando con naturalidad cada una de las condiciones que consideraba necesarias para la propagación de la enfermedad.

Al igual que hizo el 18 de febrero de ese propio año, en la Conferencia Sanitaria Internacional, efectuada en Washington, expuso su revolucionaria teoría acerca del probable contagio de la fiebre amarilla mediante un vector biológico, sin reparar en las miradas de incredulidad que primaban en el auditorio.

Sin embargo, en esta ocasión fue más allá de ese enunciado, al identificar a la hembra del mosquito denominado hoy Aedes aegypti, como el sujeto intermedio capaz de pasar la agresiva dolencia de un individuo enfermo a uno sano.

Así, el noble galeno nacido en la ciudad de Puerto Príncipe, actual Camagüey, el 3 de diciembre de 1833, completó su genial descubrimiento, que mostró por primera vez ante el mundo una nueva forma de contagio de las enfermedades epidémicas.

Ese hallazgo marcó una ruptura con las concepciones prevalecientes hasta entonces en la medicina internacional, según las cuales estas solo podían diseminarse por contacto directo entre las personas, o debido a la influencia de un factor ambiental.

Como describe el fallecido doctor José López Sánchez, reconocido biógrafo de Finlay y estudioso de la historia de las ciencias, cuando el sabio cubano terminó de hablar, permaneció en el podio, a la espera de alguna opinión o cuestionamiento. Pero reinaron el silencio y la suspicacia en los rostros de la mayoría de los académicos allí reunidos.

PRECURSOR DE LA LUCHA ANTIVECTORIAL

Pasaron casi 20 años para que su postulado de prevenir la fiebre amarilla con la destrucción del agente transmisor fuera sometido, finalmente, a prueba por el Gobierno interventor estadounidense.

Basadas en las recomendaciones de Finlay, en 1901 La Habana fue escenario de una masiva batida contra el mosquito. Para el sabio cubano, la clave del éxito radicaba en destruir las larvas en los propios criaderos, con énfasis en las acumulaciones de agua estancada.

La certeza de lo planteado por Carlos J. Finlay quedó plenamente demostrada, y la temible enfermedad muestra una marcada disminución. Un informe sanitario de la época declara que esta ha sido vencida gracias a la campaña de saneamiento propugnada por el sabio cubano.

Con la toma de posesión del presidente To­más Estrada Palma, el 20 de mayo de 1902, es nombrado Jefe Superior de Sa­nidad. Al frente de ese mandato, confecciona el primer código sanitario que hubo en Cuba.

Entre sus primeras medidas, estableció de manera obligatoria la vacunación contra la viruela en todo el país, abogó por crear mecanismos que garantizaran el saneamiento sistemático, y prohibió los baños en determinadas áreas del litoral norte habanero, al considerar que las aguas estaban contaminadas.

Igualmente, dispuso no echar basura en la vía pública, y dedicó notables esfuerzos a los controles epizoóticos, para prevenir enfermedades transmitidas por animales domésticos.

Los planteamientos del más universal de los científicos cubanos destinados a la eliminación del mosquito permitieron erradicar la fiebre amarilla, una de las dolencias más mortíferas que padeció la humanidad durante siglos, en Panamá, Río de Janeiro, Veracruz, Nueva Orleans y en otros lugares del hemisferio occidental, donde los reiterados brotes ocasionaron un incalculable número de fallecidos.

EL NOBEL QUE PUDO SER

Carlos Juan Finlay también ejerció la oftalmología, incluso publicó un artículo en el que expuso algunas consideraciones generales sobre la extracción de cataratas, describiendo un nuevo método quirúrgico.

Dotado de un espíritu innovador, diseñó un dispositivo para atenuar la brillantez de la luz natural y disminuir las molestias en los operados, así como un efectivo vendaje ocular.

En 1864 escribió un artículo en la Revista Anales, la más notoria publicación de corte científico editada en la Isla, titulado Bocio exoftalmológico-observación, en el cual, para algunos historiadores, describe el primer caso de hipotiroidismo en Cuba.

Igualmente, prestó particular atención a prevenir la aparición del tétano en el recién nacido, orientando la desinfección obligada de las manos y los instrumentos que empleaban, por las personas encargadas de cortar y retirar el cordón umbilical.

Reportó, asimismo, el primer caso de filaria en sangre observado en América, e hizo importantes estudios sobre el cólera en La Habana, a partir de la severa epidemia desatada en la ciudad, en 1868.

Propuesto en siete ocasiones al Premio Nobel de Fisiología y Medicina entre 1905 y 1915, Finlay recibió en 1907 la Medalla Mary Kingsley, conferida por el Instituto de Medicina Tropical de Liverpool, la más importante institución del mundo en Infectología de la época, y un año más tarde, la Orden de la Legión de Honor, otorgada por el Gobierno de Francia.

La Unesco lo ubica entre los seis más grandes microbiólogos de la historia. En 1872 resultó elegido Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, y en 1895, Miembro de Mérito.

Si bien hubo intentos de silenciar su monumental obra, y hasta de arrebatarle la paternidad de la teoría del mosquito como transmisor de la fiebre amarilla, el xii Congreso de Historia de la Medicina celebrado en Roma, en 1954, ratificó que solo a Carlos Juan Finlay le corresponde el mérito de haber logrado tan extraordinario descubrimiento.

Hombre modesto, altruista y perseverante, falleció a las 5:45 de la tarde del 20 de agosto de 1915, según el certificado de defunción expedido por su médico de cabecera, el doctor Alberto Díaz Albertini.