May
20
En cualquier casa de Cuba era fácil encontrar, hace algún tiempo, un botiquín con pastillas, pomadas, jarabes y hasta curitas, compradas en farmacias físicas, que servían para situaciones de emergencia o ante el reclamo de un vecino.
Hoy esa reserva es casi inexistente (aunque, por suerte, siempre hay excepciones), en tanto adquirir los medicamentos para una enfermedad puntual o tratamientos de por vida se vuelve calvario para muchos e imposibilidad para otros, sobre todo para las personas de la tercera edad.
La salvación no deseada cae en las farmacias virtuales, esas que viven en grupos de redes sociales y en las que conviven productos traídos desde el exterior con otros nacionales desviados (en realidad robados) de las farmacias tradicionales que están a la salida de un hospital o cerca de policlínicos y consultorios.
Por supuesto, el panorama se enreda más si aseguramos que es uno de los negocios más prósperos y a la vez sórdidos, porque se juega con la vida de las personas, que están dispuestas a pagar la mayoría de las veces hasta lo increíble por una medicina que puede salvarlos de la muerte o evitar complicaciones mayores de salud.
Como si lo anterior fuera poco, crecen al amparo y a la vista de los coleros o marcadores de turno en las farmacias físicas el día del mes que entra el carro con las mercancías. Y puedo dar fe de que es tanto o más esperado ese momento como la llegada de productos alimenticios a la bodega.
Lamentable resulta luego ver a abuelitos o adultos que madrugaron quedarse sin esa medicina indicada en un tarjetón, porque se les informa que “no entró completo el pedido” o simplemente se guardó en secreto una parte del propio pedido para alimentar farmacias virtuales o vendedores ambulantes que van murmurando por las calles: “tengo alopurinol, enalapril, duralgina, captopril…”.
El esfuerzo de la industria farmacéutica cubana es titánico para garantizar la mayor parte del cuadro básico de medicamentos. Sin embargo, los mecanismos de distribución siguen agujereados, los precios del mercado negro crecen a la par que el dólar y mi vecina vuelve a tocar a la puerta a pedir un meprobamato que le calme los nervios con una realidad bien dura, pues su botiquín sigue vacío.
May
3
La Doctora Edith Castillo Hechavarría vive orgullosa de sus dos pasiones: la medicina y la música. Sus colegas, amistades y pacientes la llaman la Doctora que canta y vive a plenitud ambas vocaciones que cuidan la salud del cuerpo y del alma y hacen más feliz la existencia humana.
Edith, especialista en Medicina General Integral (MGI), con Diplomado en Terapia Intensiva, es médico intensivista del Centro de Diagnóstico Integral (CDI) “Los Cedros” en Caracas, Distrito Capital.
A Venezuela llegó hace más de treinta meses, una experiencia inolvidable para su vida. Aún recuerda como si fuera en estos momentos aquel año 2021 “cuando hicieron un llamado en la Patria para realizar un Diplomado en Terapia Intensiva, fui escogida, pasé el curso y llegué a esta nación hermana en febrero del 2022 al Estado Guárico, posteriormente participé en el Festival de Artistas Aficionados y me trasladaron a Caracas para formar parte del grupo de jóvenes que fomentan las manifestaciones culturales en el Distrito Capital, sin descuidar el ejercicio de la profesión”.
Esta joven de Bayamo, Granma, se incorporó al Movimiento de Artistas Aficionados desde que cursaba estudios universitarios. Ahora sabe que conjugar su profesión de médico y la música son las rutas de su vida.
Para ella “ha sido bonito y satisfactorio llevar las dos funciones a la vez, la medicina y el canto. La salud es una de las profesiones más hermosas, porque implica bienestar de las personas, por su parte, el canto te alegra el alma. La medicina es gratificante, ayudas a un paciente y el día que se va de alta viene a despedirse y le ves lágrimas en los ojos, es lo más hermoso que pueda sucederte; y el canto porque alegra el alma, es lo que nos hace alejar nostalgias y tristezas”, señala.
Cuando le preguntamos cuál escogería si tuviera que decidirse por una de las dos, no vacila en responder “en realidad me quedaría con ambas, porque forman parte de mi ser, la medicina es lo más bello que existe, cuando eres capaz de recuperar a una persona o salvarle la vida, y la música hace felices a las personas, por eso seré la doctora que canta”.
En un futuro Edith se ve más preparada como médico y también quiere encontrar profesores que la ayuden a perfeccionar sus técnicas vocales, porque aspira a convertirse en la doctora musical.
Como médico, para ella estar en Venezuela ha sido una escuela, porque “me ha obligado a perfeccionarme, ampliar mis conocimientos, enfrentarme a enfermedades que no he visto en mi país, lo que me exige estudiar cada día, mi objetivo mayor es brindar un mejor servicio a este pueblo entrañable”.
“Cuando estuve en Guárico, trajeron a un señor de más de 80 años con un edema agudo de pulmón, corría peligro su vida, era necesario trasladarlo a otra institución con más recursos, pero los familiares eran humildes y no podían pagar servicios privados, entonces lo dejaron en el CDI, y nosotros trabajamos muy duro, salvamos al paciente, mejoró mucho, fue hermoso constatar cómo se sentía agradecido de que le habíamos salvado la vida, eso lo logramos porque lo hacemos con amor y con profesionalidad, por eso me siento muy orgullosa de la Medicina Cubana”, recuerda emocionada.
En medio de condiciones muy difíciles para Cuba, y también para Venezuela, Edith afirma que con los jóvenes siempre se podrá contar.
“Nuestra labor aquí es cuidar de la salud del pueblo, demostrar cómo somos capaces de sobreponernos, de avanzar, cómo podemos unirnos, concientizándonos en el deber sagrado que nos corresponde aquí, de esa manera alcanzamos nuestros objetivos, porque somos Pinos Nuevos, somos esa levadura de la masa que necesitamos para hacer un mundo mejor”.
Por todas esas razones, el día que regrese a Cuba, Edith llevará en su pecho junto a su isla, el corazón del pueblo venezolano.
“Me llevo la satisfacción, el conocimiento adquirido, el haber conocido otros lugares, la emoción de haber compartido en la República de Bolívar y Chávez, me llevo de Venezuela lo mejor, el amor y el corazón del pueblo”.
Así es Edith, la Doctora que cuida la salud de sus hermanos y canta con el corazón de dos pueblos.
2 mayo 2024 Fuente: Radio Rebelde/ Noticia/ Ciencia
Abr
25
Caracas, Venezuela. –De lo más hondo del alma cubana, del lado izquierdo del pecho para llegar a lo más profundo y silenciado de los cerros, los llanos y los tupidos paisajes venezolanos, nació Barrio Adentro.
Atrevidos y previsores, como solo ellos supieron ser, los comandantes Fidel y Chávez fundaron un proyecto que ha cambiado el rostro de Venezuela.
A partir de su puesta en marcha, en abril de 2003, «la esperanza de vida al nacer creció; el desarrollo integral de los niños de cero a cinco años se fortaleció; el nivel cognitivo aumentó; la capacidad predictiva ante algunas enfermedades de prevalencia frecuente también fue atacada y abordada. Se han fortalecido las políticas preventivas y de promoción como en ningún otro momento. Además, contamos con una red asistencial en el primer y segundo nivel, que ningún país de América del Sur tiene».
Así lo aseguró Geovanni Peña, presidente de la Fundación Barrio Adentro, quien insiste en que esta obra está colmada de «historias de amor, fuerza y retos», e incluso ha servido para «el replanteamiento de una nueva patria». Es, en sus palabras, «un modelo de integración fundamentado en la salud, el bienestar, la prosperidad de las mujeres y los hombres que requieren de la accesibilidad gratuita a este derecho».
Barrio Adentro –que se basa en una amalgama exquisita entre profesionales de ambas naciones–, «rompió con los paradigmas de la exclusión y la desigualdad».
Tras enrumbar esa idea matriz, nacieron otros proyectos, como la Misión Milagro y la Misión Sonrisa, «que en conjunto suman una serie de acciones en los ámbitos biosicosociales, que buscan brindar salud oportuna de manera directa, con calidad y calidez humana, pero, más aún, con un gran componente científico».
Así, el Programa del Buen Vivir para el Diabético y el uso de fármacos cubanos únicos de su tipo, como el Heberprot-p, entre otros, han devuelto la fe y la dignidad a un pueblo que se sumía en las sombras de la medicina mercantilista.
Y es que, «aunque la felicidad es una actitud, una expresión espiritual, cuando la gente tiene su centro dispensador de salud, tiene confianza; cuando saben que su centro está atendiendo, tienen esperanza; cuando van y son atendidos, salen agradecidos. Esos tres elementos son la felicidad. Por ello podemos afirmar, categóricamente, que Barrio Adentro es un instrumento de construcción de felicidad.
«Hoy hablamos con mucha facilidad de que son 21 años. Sin embargo, ese tiempo es una generación. Entonces podemos decir que estamos celebrando la primera gran generación de Barrio Adentro. Vendrán más generaciones. Dentro de cien años estarán hablando de Barrio Adentro. Dentro de 200 años estarán hablando de Barrio Adentro, porque ya es un patrimonio de la humanidad».
24 abril 2024 Fuente: Victoria/ Noticias/ Salud