Ene
20
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) finalizó un programa de asistencia técnica a Cuba frente a la Covid-19, se informó hoy.
Mediante un comunicado de prensa, la representación aquí del organismo de Naciones Unidas explicó que la iniciativa, iniciada en 2021, contribuyó a la formación de capacidades para fortalecer los emprendimientos del país en materia de autoabastecimiento municipal, agricultura urbana, suburbana y familiar.
Con ese propósito fueron definidas dos áreas clave para lograr un mayor impacto en la producción de alimentos durante la etapa de recuperación posterior a la pandemia, una vinculada a la producción local de semillas y otra al manejo agroecológico de plagas, detalló la fuente.
Según el reporte, la FAO y el Ministerio de Agricultura (Minag) en la isla celebraron la semana pasada el taller de cierre de la asistencia técnica «Apoyo en la respuesta a la Covid-19 para mantener el funcionamiento de los sistemas alimentarios».
Participaron en el encuentro directivos, funcionarios e investigadores del Minag, el Ministerio de Salud Pública, el Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal (Inisav), el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria, el Instituto de Meteorología, así como expertos en reducción de riesgos y desastres de la oficina de FAO para Mesoamérica.
Además de colaboración técnica, la agencia aportó 26 módulos de herramientas agrícolas con destino a organopónicos, patios y parcelas de Santiago de Cuba, Granma y La Habana, reconoció en el evento la especialista Lianne Ortiz del Minag.
Mientras la directora del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal, Marlene Veitía, valoró los intercambios de conocimientos sobre manejo agroecológico de plagas en las tres regiones del territorio nacional, con el auxilio de la FAO. Asimismo, destacó la entrega de equipos (autoclave, microscopio, medidor de pH, balanza y otros), destinados al departamento de tecnologías de producción de agentes de control biológico del Inisav y el laboratorio de semillas del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical “Alejandro de Humboldt”.
La FAO también ofreció asistencia técnica a pequeños productores para enfrentar la Covid-19 y eventos hidrometeorológicos extremos, abundó la nota de prensa.
Los fenómenos meteorológicos y climáticos “se han vuelto y seguirán siendo cada vez más frecuentes e intensos”, recordó el experto de FAO Xabier Garay, al remarcar las consecuencias humanitarias y económico-financieras, así como las acciones en América Latina y el Caribe para proteger las vidas de las personas y los medios agrícolas de subsistencia.
Durante el taller, el centro cubano de Sanidad Agropecuaria presentó los principales avances en la implementación del enfoque “Una Salud” en el sector de la producción de alimentos, a partir de los principios promovidos por la FAO y la Organización Mundial de la Salud.
18 enero 2024| Fuente: Prensa Latina| Tomado de Noticias
Nov
14
Los desastres naturales forman parte de la dinámica del planeta, un sitio en el cual se hace difícil la convivencia en la medida en que el impacto del hombre se torna más erosivo. En el año 2023 se registraron temperaturas récord en todo el mundo y en lo que queda del mes de octubre aún no existe una estabilidad en cuanto al clima.
Todo ello genera no solo eventos, sino consecuencias como derrumbes, cosechas que no prosperan, alimentos perdidos en medio del marasmo de las lluvias o de la sequía. La humanidad, definitivamente, no está preparada, puesto que ya no hay niveles de predictibilidad en torno a cómo se comporta nuestro hogar mayor.
La Tierra solía ser un sistema que se autorregulaba a partir de un equilibrio entre las especies y los elementos naturales, pero los procesos industriales han interrumpido tales contrapesos. Hay que estar conscientes de que, como nación pequeña, Cuba no puede detener esta erosión, sino trabajar en su entorno para lograr una minimización de los efectos de los desastres.
Es bueno, por ende, que se hagan estudios de vulnerabilidad en torno a los ecosistemas y se trace una política sobre el papel que los seres humanos desempeñamos en la preservación o no de los elementos ambientales. También porque vivimos en medio de edificios o de zonas rurales, y en uno y otro escenario, hay riesgos para nosotros derivados del cambio climático.
Por ejemplo, las costas pueden ser presas las penetraciones del mar, el avance de la línea acuática en relación con la tierra y, por ende, la pérdida de las playas, la desaparición de especies que generan equilibrio y las enfermedades que se reproducen cuando ello ocurre.
La proliferación de insectos está relacionada con una rotura en la cadena alimenticia, ya que otros animales que los consumen no están presentes. Y por ahí hay todo un mundo de elementos a estudiar, los cuales generan una certeza de los niveles de exposición al cambio climático.
Cuba ya no es la tierra que se encontró el almirante, quien dijo que se podía caminar de una punta a la otra debajo de la sombra de los árboles, de hecho, se dice que atravesamos varios periodos en los cuales pasamos de un clima selvático a uno de sabana, en el cual quedaron afectados los ciclos de lluvias y la crecida de los ríos. Eso hay que tenerlo en cuenta, analizarlo como parte de la historicidad de una nación.
Pero no basta con que se diga y se coloque en la agenda de todos los medios. Para que haya un cambio en lo que se refiere a la vida de las personas tiene que ocurrir un acto mayor de respeto hacia el medio ambiente. La cooperación sur-sur entre las naciones que no poseen recursos y que deben desarrollarse es una clave esencial. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud, entregaba en 2017 el Premio Memorial Lee Jong-wook al Contigente Internacional Henry Reeve, en reconocimiento al trabajo frente a desastres naturales y epidemias graves, sobre todo por su papel en la lucha contra el ébola en África. También desde el Caribe se impulsan convenios para enfrentar las afectaciones del cambio climático como huracanes y aumento del nivel del mar. En estos participa Cuba, por ejemplo, con iniciaticas como el Manejo de Riesgo en el Caribe, ha facilitado la transferencia de conocimientos hacia Jamaica, Trinidad y Tobago, República Dominicana, Islas Vírgenes Británicas y Guayana para adaptar el modelo cubano de reducción de riesgos a esos países. Todo ello para mejorar la calidad de vida de las personas y reducir desastres.
Las deudas externas con los organismos financieros, la no transferencia de riquezas desde el norte global, las normativas impuestas por los que controlan las agendas de poder; son detalles que hablan de cuán politizado está el tema de la prevención de desastres.
¿Se puede entonces evitar que ocurran accidentes como el derrumbe de un edificio en una ciudad populosa? Todo depende de un plan de previsión en el cual se contemplen la mayor cantidad de variables sociales, ambientales, de tipo cultural y hasta económico. Todo posee un impacto y un nivel de envejecimiento. Nada dura para siempre si no se actualiza, si no se le da el mantenimiento necesario.
Las políticas públicas son elementos de la vida en los cuales hallamos diversos sucesos que son transversales. Los estamentos que se ven imbuidos en las dinámicas no siempre poseen todo el poder de decisión, ni van a incidir en toda la magnitud.
Si las grandes potencias responden a intereses corporativos y por tanto van a seguir contaminando en su empuje expansivo, es injusto pedirle a un país monoexportador que no cultive café o azúcar. Eso es literalmente matar de hambre a esas personas del mundo menos desarrollado.
La agenda ecológica, y por consiguiente, la que previene los desastres a nivel ambiental, deberá ser diferenciada y darle un sitio de preferencia a aquellos que se ven más afectados. Por ejemplo, las islas pequeñas están abocadas a un crecimiento del nivel del mar que las amenaza como entidades nacionales. La falta o pérdida de poder de las comunidades de dichos países ha hecho que sus voces no sean escuchadas. Esto es fatal en términos de inclusión global y de construcción de una vida de equidad en la cual se logren metas en común.
La prevención, además, no es otra cosa que aquel pensamiento que tiene en cuenta lo que somos y lo que deseamos ser. En términos de medio ambiente ello se refiere a cómo construimos la relación entre nosotros, cómo hacemos la política en común.
En tiempos en los cuales se ve un resurgimiento de los conflictos como el árabe-israelí no se cuantifican los daños al medio ambiente, a la gobernanza global, a las poleas de trasmisión de confianza que deberían existir entre todos los seres humanos.
No hemos podido hacer un hogar habitable sobre todo porque no tratamos a la Tierra como tal, sino bajo la visión del odio y del pillaje. Los recursos, vistos de esta manera, pierden su esencia útil y entran en la dimensión enajenada de su trasmutación en mercancía. Y en este proceso el hombre queda también desvalorizado y sin contenido.
El cambio climático no solo expresa el hastío del ecosistema, sino que hay un acabamiento de las formas humanas de organización que surgen con la modernidad y que ya no pueden establecer lazos duraderos y genuinos con el ambiente. En este contexto, los desastres naturales se relacionan con el hombre desde un punto de vista cotidiano, caótico, ontológicamente destructor. Y aun no se llega a una conciencia totalizadora del tema.
Más que prevenir mediante ejercicios necesarios de capacitación, lo que se requiere del hombre posmoderno es otra visión de sí mismo, que, sin enajenarlo de sus sueños y esencias, retorne a la vida más compartida y común. En ese hogar o seno nutricio, la agenda debería centrarse en unirnos y no en dividirnos, no en sembrar la discordia, el odio, la diferencia.
La cuestión es volver a aprender una vida y desaprender la muerte. En eso estamos unos cuantos, a pesar de que predominen otras ideologías globales. Los desastres son el reflejo ambiental de lo que somos. Y aunque parezca subjetivo, nuestra conciencia posee el poder de cambiar la realidad y hacerla realmente bella. El tiempo, mientras tanto, ese dios implacable, nos muestra la huella de su paso junto a la sombra terrible de la contaminación.
14 noviembre 2023 | Fuente: CubaAhora| Tomado de Noticias- Sociedad
Oct
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Se compartió el plan del Gobierno cubano para el enfrentamiento al cambio climático, conocido como Tarea Vida; y la reciente aprobación de la Política para la Atención Integral de la niñez, la adolescencia y las juventudes en Cuba
La voluntad de consolidar y ampliar los vínculos de más de 60 años entre Cuba y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en el sector de la Salud fue ratificada este lunes por el doctor Garry Conille, director regional de ese organismo, y José Angel Portal Miranda, ministro del sector en la Isla.
En el encuentro, donde estuvo presente María Alejandra Trossero, representante de la Unicef en nuestro país, se recordó la contribución del organismo al Programa Nacional de Vacunación, así como su respaldo a la erradicación de enfermedades prevenibles por vacunas, y el mejoramiento de los indicadores del Programa de Atención Materno Infantil.
El Minsap señala en su portal que, hacia este último aspecto, están encaminados en la actualidad los principales proyectos de colaboración.
En el intercambio se abordó, entre otros asuntos, el impacto de la COVID-19 en el sistema sanitario cubano, en gran medida por las consecuencias del bloqueo impuesto por EE. UU.
También se compartió el plan del Gobierno cubano para el enfrentamiento al cambio climático, conocido como Tarea Vida, y la reciente aprobación de la Política para la Atención Integral de la niñez, la adolescencia y las juventudes en Cuba.
3 octubre 2023 | Fuente: Granma| Tomado de Noticias Cuba