Cerca de 200 países se reúnen en Egipto en la Cumbre del Clima para tratar de acordar políticas para frenar la crisis climática. En la agenda de negociaciones aparece un tema central: recortar la brecha de emisiones entre países ricos y países empobrecidos.

Solo el G20 es responsable del 75 % de los gases de efecto invernadero que se envían a la atmósfera. Las naciones en desarrollo, mientras tanto, ven cómo sus economías languidecen y reclaman financiación para adaptarse al calentamiento del planeta.

No es un tema nuevo. En 2009, los países ricos acordaron poner antes de 2020, al menos, 100 000 millones en un fondo para la adaptación de las regiones más vulnerables, pero ese dinero nunca llegó.

De la cantidad acordada, solo se llegaron a poner 82 000 millones y ahora las delegaciones de los países menos desarrollados reclaman solidaridad.

El dinero no solo se quedó lejos del objetivo, sino que las contribuciones por países estuvieron alejadas de la realidad. Así lo revelan los datos publicados por CarbonBrief, portal que compara las emisiones históricas de CO2 por países con las aportaciones para la financiación en los últimos años. Las conclusiones no sorprenden: los grandes contaminantes no han puesto el dinero que les corresponde como calentadores históricos del planeta.

EE.UU. es, de lejos, el principal responsable de la crisis climática y hasta la fecha acumula el 20 % de los gases de efecto invernadero que se concentran en la atmósfera y aceleran la subida global de temperaturas.

Todo ello contrasta con los fondos que ha aportado al fondo verde (solo 7 600 millones de dólares en 2020, la fecha límite marcada por la ONU).

Los norteamericanos deberían haber puesto al menos 32 300 millones de dólares en ese fondo para garantizar que sus contribuciones se ajustan a su realidad de supercontaminador, según el análisis realizado por los expertos de CarbonBrief con datos de la ONU, la OCDE, el Instituto de Recursos Mundiales (World Resources Institute, WRI) y Oxfam.

El segundo país que más ha contribuido al calentamiento del planeta sería China, seguido de Rusia, pero el análisis publicado se centra únicamente en el listado de países desarrollados que, acorde con los compromisos adoptados bajo el marco de la ONU, se comprometieron en la COP3 (Kioto, 1997) a aportar fondos para que los países en desarrollo adaptasen sus economías a la crisis climática.

A EE.UU. le siguen Canadá, que debería haber aportado 3 300 millones más; Australia, con 1 700 millones de financiaciones por debajo de su aportación ajustada a sus emisiones; Reino Unido, que se quedó a 1 400 millones de cumplir; Grecia, con 300 millones de dólares sin cubrir; Nueva Zelanda y Portugal, que deberían haber sumado a su aportación 100 millones cada uno para alinearla con su huella de carbono histórica.

Frente a ello, hay también un extenso listado de potencias industrializadas que no solo destinaron una financiación adecuada al cómputo global de sus emisiones de efecto invernadero, sino que superaron con creces el dinero que deberían haber agregado al fondo en 2020.

Es el caso de Suiza, cuya cantidad aportada está un 436% por encima de lo que se denominaría su parte justa. Lo mismo ocurre con Noruega, Francia, Países Bajos, Japón y Dinamarca, con sumas de dinero que superaban en 200% lo que les correspondería si se tiene en cuenta la suma total del CO2 emitido. España está en esa misma lista y aportó 100 millones de dólares extra, lo que supone un 108% más de su parte justa.

Pese a ello, el fondo verde no llegó al objetivo de los 100 000 millones de 2020 y los países se emplazaron a seguir negociando para elevar las cifras antes de 2025, lo cual será clave en esta Cumbre del Clima (COP27) de Sharm el Sheikh.

Sin embargo, los datos no revelan cambios importantes. Joe Biden prometió elevar su financiación a una cifra,11 000 millones de dólares, que no se ajusta con la aportación histórica de EE.UU. al calentamiento del planeta. Una suma de dinero que, además, se quedó en nada, pues, en marzo, el Congreso solo autorizó la cifra de 1 000 millones de dólares para la adaptación al cambio climático de los países en desarrollo, según datos de The New York Times.

Los datos publicados por CarbonBrief revelan, además, que la mayoría de las aportaciones financieras de los países desarrollados no se despliegan como ayudas o subvenciones, sino en forma de préstamos.

De hecho, los tres países que más dinero han otorgado al fondo de adaptación respecto a sus emisiones históricas (Japón, Francia y Alemania) son curiosamente los que más han financiado estos asuntos en forma de préstamos a los países en desarrollo. Así, los créditos representan el 86 % de los fondos nipones, el 75 % de los fondos galos y el 45% de los germanos.

En el caso de España –que ha anunciado en esta COP25 que movilizará 20 millones más para adaptación y otros tres millones para la Red de Santiago de Pérdidas y Daños–, solo el 2 % de sus fondos climáticos destinados a los países en desarrollo se han emitido en forma de préstamos.

(Tomado de Público)

noviembre 08/2022 (Cubadebate)

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