Táchira, Venezuela.–«A nuestro padre lo mandaron a morir. Los únicos que pueden salvarlo son los médicos cubanos», le dijeron al joven doctor Carlos Enrique Zamora Miranda, en el cdi San Antonio, que él coordina.

«Diabético descompensado, hipertenso, con un accidente vascular encefálico de varios años de evolución y un absceso severo entre los glúteos, con pérdida del tejido». En esas condiciones, el paciente había recorrido varios departamentos de su país: Bogotá, Cali, Medellín, Santa Marta, Santander…, sin que accedieran a atenderlo.

Santander limita con el estado venezolano de Táchira. Un puente llamado Bolívar es lo único que separa a ambas naciones. Muy cerca de él se encuentra el CDI San Antonio.

Tras cruzar el puente binacional, esa familia sintió que este, más que separar, une. Hicieron el trayecto con la certeza de que no solo en la sapiencia de las manos cubanas, sino en su bondad, estaría la cura.

«Lo recibimos, ingresamos, atendimos y le salvamos la vida. Sus hijos tenían razón: no importa nacionalidad ni padecimiento; quien nos necesite, puede contar con nosotros», asegura Zamora Miranda.

Calificada como «una de las fronteras más activas de Sudamérica», el Táchira es una zona de alta complejidad económica y social.

Específicamente allí, donde está enclavado el CDI, el número de habitantes sobrepasa los 61 000, y se atienden por día unos 200 pacientes. No solo quienes habitan en las aldeas, caseríos y hogares de las cuatro parroquias del área llegan hasta el San Antonio, sino también quienes están de paso por la frontera.

En esa institución se prestan servicios de cuerpo de guardia; electrocardiograma; ecografía; endoscopia; imagenología; salas de hospitalización, cuidados intensivos y de rehabilitación; laboratorios clínicos y suma; optometría y óptica; podología; logofoniatría y farmacia. «Es una estructura parecida a la nuestra en Cuba», explica el galeno.

«Estamos a más de 800 metros sobre el nivel del mar. Esto hace que las enfermedades respiratorias abunden. También destacan como patologías las enfermedades infectocontagiosas, debido a que atendemos tanto a pacientes venezolanos como a colombianos y provenientes de otras naciones. El dengue, el chikungunya y el mal de chagas son frecuentes.

«También llegan muchos pacientes tras sufrir accidentes de tránsito, e incluso con heridas de bala. Aquí siempre serán recibidos».

La altitud, la lejanía de la capital y los contrastes de la frontera hacen del trabajo en esa comunidad todo un desafío.

Sin embargo, «la vida del paciente es la prioridad». Esa es la meta más clara que tiene la brigada de 24 colaboradores que acompaña al doctor Carlos Enrique Zamora Miranda, cabeza de «una familia en la que nos hemos propuesto apoyarnos, defendernos y cuidarnos unos a otros, física y emocionalmente».

14 noviembre 2023 | Fuente: Granma| Tomado de Noticias Mundo

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