Es otra especie frutal muy apreciada. Su nombre científico o binomial es Psidium guajava y es un arbusto o árbol pequeño, natural de América tropical, que se ha asilvestrado en otras zonas tropicales del planeta.

Su fruto tiene una cáscara de tonos amarillo-verdosos y su interior puede ser rosado, rojo, blanco, amarillo o anaranjado. Es de sabor agradable y ligeramente ácido, con un aroma dulce característico. El guayabo es reconocido por sus usos medicinales que, al menos en Cuba, anteceden a la llegada de los conquistadores españoles.

Aunque el sabio cubano Juan Tomás Roig y Mesa apunta en su obra Plantas medicinales, aromáticas y venenosas de Cuba que de esta especie se utilizan con fines terapéuticos las hojas, los frutos y la corteza, les comparto ahora los usos recomendados para la especie en la tercera edición de la Farmacopea vegetal caribeña.

Esta obra respalda el empleo de las hojas y los cogollos del guayabo para tratar los ataques de nervios, la diarrea, los mareos, el vómito, los granos en la piel y el salpullido.

En la referida farmacopea se plantea que, de acuerdo con la información disponible, el uso del guayabo para ataque de nervios, diarrea, granos en la piel y salpullido se clasifica como recomendado con base en el empleo significativo tradicional documentado en las encuestas TRAMIL, los estudios de toxicidad, de validación y la información científica publicada.

El uso de este recurso en caso de diarrea debe ser considerado como complementario de la terapia con sales de rehidratación oral, no un sustituto.
Para el tratamiento de problemas de la piel, debemos recordar que toda aplicación tópica debe seguir estrictas medidas higiénicas con el objetivo de impedir la contaminación del preparado o la infección sobreañadida de la piel.

En mareos y vómitos, la recomendación está solo basada en el empleo significativo tradicional documentado en las encuestas TRAMIL y los estudios de toxicidad.

Por supuesto, no debe usarse esta especie con fines medicinales durante el embarazo y la lactancia, ni en niños menores de tres años.

Contra ataques de nervios, diarreas, mareos o vómitos, es conveniente preparar una decocción o infusión con entre cuatro o cinco cucharadas de hojas frescas troceadas, prefiriendo eventualmente los cogollos o brotes foliares, en un litro de agua.

En caso de decocción, hervir durante cinco minutos en un recipiente tapado. Para la infusión, agregar el agua hirviendo al recipiente con el material vegetal y tapar.

En cualquiera de los casos, se deja enfriar, eventualmente después de agregar algo más de media cucharadita de sal y cuatro cucharaditas de azúcar. Antes de consumir, se filtra y se bebe entonces una taza, equivalente a 250 mililitros, tres o cuatro veces en el día.

Contra granos en la piel o salpullido, se lavan adecuadamente las ramitas o las hojas y se prepara una decocción con igual cantidad, entre cuatro y cinco cucharadas del material vegetal en un litro de agua. Se deja hervir por cinco minutos en recipiente abierto y pasado el tiempo señalado se aparta del fuego, se deja enfriar y se filtra.

Antes de aplicar este preparado, se debe lavar la zona de la piel afectada con agua hervida y jabón. Entonces, se emplea en forma de baños, lavados o compresas locales, tres veces al día.

Más allá de estas recomendaciones específicas, de acuerdo con lo referido por el Grupo TRAMIL en la tercera edición de la Farmacopea vegetal caribeña, sabemos que el guayabo tiene otros usos medicinales.

Sin embargo, basta tener en cuenta las aplicaciones aquí descritas para reconocer que no solo es un árbol con una fruta agradable y nutritiva; también puede ser una herramienta muy útil en casa para abordar varios padecimientos bastante frecuentes y sobre los cuales está demostrado el valor de las hojas y los cogollos de la planta.

En caso de que sea necesario, se puede hacer uso de esta especie, que aporta grandes beneficios para la salud… ¡desde lo natural!

10 Junio 2025 Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Desde lo natural

El uso de las plantas medicinales y sus productos derivados suele considerarse seguro y libre de riesgos, pero esto no es así exactamente.

Hay factores como la selección adecuada de la especie y de la parte de esta a emplear, así como la dosis y forma de preparación convenientes, entre otros, que pueden determinar que una planta termine siendo nociva para la salud.

De esta forma, puede incluso llegar a poner en peligro la vida de las personas, lo cual es prevenible en la mayoría de los casos.

Saber un poco acerca de los riesgos relacionados con las plantas medicinales nos ayudará a hacer un uso más racional de ellas. No siempre la tradición es la que determina que una persona recurra a estas modestas aliadas del hombre para cuidar su salud.

Hoy en día, un médico puede prescribir al paciente determinada formulación farmacéutica elaborada con extractos vegetales y es bastante común que la persona acceda a propaganda o información científica sobre los beneficios de una especie en particular.

Lo cierto es que a veces no usamos una planta porque es la que habitualmente nuestras abuelas siempre tenían a mano para determinado malestar.

Hay quien tiene en su patio hierbas no autóctonas del país como el meprobamato (Coleus amboinicus) o consume cápsulas de chancapiedra (Phyllanthus niruri) procedentes de Perú. En todo esto hay riesgos, siempre los hay, por eso vamos a revisar algunos.

Lo primero que se debe saber es que es imprescindible utilizar la planta correcta. Un ejemplo bien ilustrativo es el del anís estrellado (Illicium verum), una especie que no se cultiva en Cuba pero sí se consume.

En España se han reportado intoxicaciones en lactantes por confundirla con la badiana del Japón o anís estrellado japonés (Illicium anisatum). Esto ha determinado que en ese país el Illicium anisatum esté en la lista de plantas cuya venta al público queda prohibida o restringida por su toxicidad.

Por otra parte, si bien el anís estrellado se considera seguro, también puede producir neurotoxicidad al superar la dosis máxima recomendada de una estrella por cada 200 mililitros de agua o por llevarlo a ebullición durante un tiempo prolongado, ya que por ambas causas se alcanza una mayor concentración de principios activos.

Con respecto al empleo correcto de la parte de la planta, tomemos el caso de la sábila (Aloe vera o Aloe barbadensis).

El uso medicinal del mesófilo o gel de las hojas está bastante extendido, pero para su obtención debe evitarse el contacto con el jugo amarillo que produce la capa verde que lo rodea, el cual puede producir una reacción de hipersensibilidad en la piel o un efecto laxante por vía oral. Este látex, aunque se emplea también con fines medicinales, no debe mezclarse con el mesófilo cuando sea ese el material vegetal que va a ser utilizado.

La dosificación o cantidad a consumir de una planta es otro factor a observar.

Por ejemplo, la menta poleo o simplemente poleo (Mentha pulegium), aunque en forma de infusión a la dosis habitual resulta segura, puede causar a altas dosis síntomas como dolor abdominal, náuseas, vómitos, letargo, aumento de la presión arterial y del pulso, entre otros. La pulegona presente en su aceite esencial es hepatotóxica y responsable de cuadros de intoxicación.

Aquí, como en otros casos, vale recordar al doctor Julián Pérez Peña y también tener en cuenta “la dosis exacta”.

Otro tema imprescindible para garantizar un uso seguro de las plantas medicinales es el de las posibles interacciones con medicamentos convencionales. Se dice que estamos en presencia de este tipo de interacciones cuando el efecto de un fármaco determinado es modificado cuantitativa o cualitativamente por la administración concomitante o consecutiva de una planta medicinal.

El ajo (Allium sativum), el jenjibre (Zingiber officinale) y la manzanilla (Matricaria recutita) pueden afectar la agregación plaquetaria cuando se emplean a dosis terapéuticas. Se ha descrito la interacción por separado de estas plantas con medicamentos anticoagulantes como la warfarina o antiagregantes plaquetarios como la aspirina.

Igual, en caso de las combinaciones de algunas ellas, es posible esperar una potenciación de dicha acción farmacológica con el correspondiente riesgo de sangramiento para el paciente.

Por último, hay que considerar el consumo de plantas medicinales y la cirugía. Se sabe que hay personas que usan determinadas plantas de manera continua, pero a la hora de someterse a una intervención quirúrgica es importante informar al anestesiólogo sobre esto, ya que especies como las tres anteriores incrementan el riesgo de sangramiento trans y posoperatorio.

Otras interacciones también han sido descritas, como el incremento de la acción de fármacos depresores del sistema nervioso central por el uso de la pasiflora (Passiflora incarnata).

Sirvan estos ejemplos para argumentar la necesidad de suspender la ingestión habitual de plantas medicinales o productos derivados de ellas al menos siete días antes de una intervención quirúrgica. No se trata de que su empleo sea nocivo para el paciente, sino de preparar adecuadamente al enfermo que va a someterse a este tipo de procedimiento. Una vez sobrepasada la cirugía, y bajo supervisión médica, puede darse continuidad a su consumo.

El embarazo y la lactancia, así como las edades pediátricas, quedan para otro momento. Son estas etapas de la vida en las que, si bien no están absolutamente contraindicadas las plantas medicinales, no todas se pueden utilizar por falta de estudios que avalen la seguridad de su uso.

Vale entonces saber que natural no es sinónimo de inocuidad absoluta. El uso de especies vegetales con fines terapéuticos puede también implicar riesgos, pero así es con cualquier medicamento.

Sigamos utilizándolas entonces, pero a la dosis exacta, desde la tradición y con las evidencias científicas acumuladas. Si así lo hacemos, las plantas medicinales seguirán siendo nuestras aliadas para cuidar la salud… ¡desde lo natural!

27 Mayo 2025 Fuente: Cubadebate /Noticias/ Desde lo natural

Estrés y ansiedad son dos palabras que  resultan populares en el mundo moderno. Según el blog de salud de MAPFRE, en la actualidad, casi todo cuanto nos rodea (trabajo, familia, circunstancias personales), nos pueden generar grandes dosis de tensión, estrés o ansiedad. En este sitio web se explican las diferencias entre los términos, que muchas personas identifican como similares.

En cuanto a su origen, las respuestas de estrés se desencadenan ante una determinada situación, cuando la persona siente que no tiene los recursos necesarios para hacerle frente a algo y se siente superada. De tal manera, podría decirse que el estrés está determinado por factores externos. En cambio, el origen de la ansiedad es mucho más difuso y la persona se siente amenazada o experimenta miedo, pero no es necesario que sepa de donde provienen esas emociones. Aquí entonces los factores desencadentes son internos, como pueden ser pensamientos catastróficos, preocupación y anticipación de eventos improbables, angustia o miedo.

Desde el punto de vista sintomático, en el estrés la emoción predominante es la preocupación desencadenada por el estímulo que ha contribuido al desbordamiento de la persona; mientras que en la ansiedad predomina el miedo a que algo malo pueda suceder. Por ejemplo, un estudiante estaría estresado por los exámenes finales cuando a causa de su preocupación se torna irritable, triste o nervioso. En caso de ansiedad, este mismo estudiante estaría además anticipando sus errores y el fracaso escolar. Una vez pasados los exámenes el estrés remite, pero la ansiedad se mantiene ya que está asociada a una construcción interna propia y a pensamientos irracionales en torno a una idea. La persona ansiosa continuaría pensando que podría haber hecho un mejor papel, se preocupa por los resultados del examen o por las evaluaciones del próximo semestre.

Desde el punto de vista temporal el estrés se atasca en el presente y el tiempo pasa muy lento, mientras que la ansiedad se sitúa en el futuro y anticipa la derrota. Se dice que el estrés produce ansiedad, pero el individuo que padece ansiedad no necesariamente sufre de estrés. La ansiedad es considerada una manifestación del estrés. Tanto uno como la otra se consideran respuestas adaptativas, pero cuando se presentan en exceso pueden causar grandes problemas de salud. Siempre la gravedad de la ansiedad es mayor debido a que puede causar trastornos psicológicos como ansiedad generalizada, ataques de pánico, fobias e hipocondrías, entre otras. En cambio, la severidad del estrés no es tan intensa, pero su exceso puede contribuir al desencadenamiento o la agravación de enfermedades orgánicas.

En todo el mundo, muchas personas buscan ayuda en la Medicina Natural y Tradicional para lograr un mejor manejo del estrés y la ansiedad. De las múltiples opciones posibles que pudieran comentarse, les comparto acá dos bien sencillas, el uso de una planta medicinal y de un punto de acupuntura.

Toronjil o melisa

La Melissa officinalis L., perteneciente a la familia de las lamiáceas, fue incluida por Roig en su obra “Plantas Medicinales, aromáticas y venenosas de Cuba”. En ella se plantea que su cultivo se introdujo en nuestro país en 1951. Se trata de una especie probablemente originaria de Asia Menor, que se extendió durante la Edad Media a la zona occidental de la cuenca mediterránea. Es una planta herbácea perenne, que tiene la característica de que sus hojitas son dentadas, con la superficie pilosa, las que huelen a limón cuando se rompen. No es la Mentha × piperita o toronjil de menta, son dos especies diferentes.

La melisa o toronjil tiene varias indicaciones, entre ellas el manejo del estrés y la ansiedad. Téngase en cuenta, por ejemplo, que la Agencia Europea de Medicamentos respalda su uso tradicional para aliviar los síntomas de estrés mental y también para facilitar el sueño.

La forma de emplear la melisa o toronjil con este fin sería en infusión, utilizando una cucharada de las hojas troceadas para una taza de agua hirviendo, equivalente a 250 mililitros y se pueden beber hasta 3 tazas diarias. No debe utilizarse la planta en el caso de mujeres embarazadas, durante la lactancia ni en niños menores de 12 años. También se desaconseja su consumo concomitante con hormonas tiroideas.

Yintang

Es uno de los puntos llamados extraordinarios, ya que no pertenece a ninguno de los canales acupunturales y se localiza en la línea media, justo entre las cejas. Desde el punto de vista de la teoría de la Medicina Tradicional China, se plantea que este punto, entre otras funciones, calma el Shen (mente o ‘espíritu’). Actualmente se reconoce que su estimulación puede aliviar el estrés y la ansiedad. Por ejemplo, el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de los Estados Unidos, recomienda en su sitio web el empleo de este punto mediante la técnica de digitopresión con el fin de controlar estos trastornos.

Para su aplicación, se recomienda al paciente adoptar una posición cómoda, preferiblemente sentado o acostado. Se coloca el pulgar de cualquiera de las dos manos en el punto medio entre las cejas y se oprime este con el pulgar, realizando movimientos circulares mientras aplica la presión durante dos o tres minutos. Preferiblemente los movimientos debieran ser en sentido antihorario, en contra de las manecillas del reloj. En caso de que sea más cómodo, puede utilizarse el dedo índice, pero siempre es necesario observar que la presión sea firme, pero sin necesidad de sentir dolor.

La estimulación del punto puede realizarse varias veces en el día, hasta que sus síntomas mejoren. No debe emplearse esta técnica sobre el punto cuando hay lesiones de piel en la zona, tales como heridas, enrojecimiento, inflamación, calor o pus.

Tanto la melisa como el punto Yintang resultan opciones válidas de autoayuda, que contribuyen al manejo del estrés y la ansiedad. Su empleo sin embargo, no sustituye la necesaria valoración profesional o la necesidad de adoptar otras medidas que serían orientadas por un médico o un psicólogo. En todo caso, y con suficiente certeza, son recursos disponibles para cuidar nuestra salud mental… ¡desde lo natural!

Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Desde lo Natural