Nov
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Dar unos pocos miles de pasos al día podría marcar una diferencia decisiva en la evolución del alzhéimer. Un estudio publicado en Nature Medicine por investigadores del Mass General Brigham Hospital (EE UU) revela que aumentar ligeramente la actividad física puede ralentizar el deterioro cognitivo en personas con alto riesgo de desarrollar la enfermedad.
El equipo ha analizado 296 adultos de entre 50 y 90 años incluidos en el Harvard Aging Brain Study, todos sin síntomas de demencia al inicio.
Mediante escáneres cerebrales (PET), los científicos midieron los niveles de las proteínas amiloide-beta y tau, vinculadas al alzhéimer, y siguieron la evolución cognitiva de los participantes durante una media de nueve años.
Los resultados fueron contundentes: quienes caminaban 3 000 a 5 000 pasos diarios retrasaron la aparición de síntomas en promedio tres años, mientras que los que alcanzaban entre 5 000 y 7 500 pasos lograron hasta siete años de diferencia. En cambio, las personas sedentarias mostraron un aumento más rápido de proteínas tóxicas y un mayor deterioro cognitivo.
“Estos datos ayudan a explicar por qué algunas personas con riesgo de alzhéimer no evolucionan tan rápido como otras”, explica Jasmeer Chhatwal, neurólogo y autor principal. “Los factores de estilo de vida pueden influir en las etapas más tempranas de la enfermedad”.
Acumulación de tau
El beneficio de la actividad física se asoció principalmente con un ritmo más lento de acumulación de tau, la proteína que daña las neuronas. Según los autores, mantenerse activo no solo fortalece el cuerpo, sino también el cerebro. “Cada paso cuenta —afirma la neuróloga Wendy Yau—. Incluso pequeños aumentos en la actividad diaria pueden generar beneficios duraderos”.
El equipo planea ahora investigar qué tipo de ejercicio, intensidad y duración son más efectivos para prevenir el deterioro cognitivo y cómo esta información podría orientar futuros ensayos clínicos.
3 Noviembre 2025 Fuente: Perlavisión/ Noticias/ Salud
Nov
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Cuba agiliza el comienzo de las investigaciones científicas relacionadas con el virus de chikungunya, en el marco de una respuesta nacional en la que la ciencia desempeña un papel protagónico. Con una amplia experiencia en la lucha antivectorial como tarea estratégica fundamental, el país despliega acciones integradas dentro del Plan Nacional de Control de las Arbovirosis, un programa aprobado que articula todos los componentes socio-sanitarios, preventivo-epidemiológicos y de atención médica, y que concede especial énfasis a la preparación, superación y capacitación continua de los recursos humanos.
Estas acciones se inscriben en una estrategia nacional que articula esfuerzos desde la ciencia, la salud pública y la innovación, y responden a la compleja situación epidemiológica que presenta la enfermedad en el país, aprovechando las valiosas experiencias dejadas por el enfrentamiento a la COVID-19.
A decir de la doctora Ileana Morales Suárez, directora de Ciencia e Innovación Tecnológica del Ministerio de Salud Pública (Minsap), el Comité de Innovación para la Salud ha venido evaluando nuevas acciones en tres direcciones fundamentales: contrarrestar los índices de infestación del mosquito vector, perfeccionar el tratamiento clínico de la enfermedad y reducir o eliminar las secuelas que deja en los pacientes recuperados.
De manera particular, se ha concedido prioridad al inicio de las investigaciones relacionadas con el chikungunya, una enfermedad de presencia más reciente en la Isla. Según informa Morales Suárez, en los próximos días comenzará el primer estudio clínico sobre esta dolencia, el cual se desarrollará en cuatro hospitales de las provincias de Matanzas y La Habana.
El objetivo del ensayo es evaluar la eficacia del medicamento cubano Juzvinza en el tratamiento de las manifestaciones inflamatorias articulares que persisten en muchos pacientes una vez superada la infección. Este estudio forma parte del sistema nacional de innovación en salud, que busca ofrecer respuestas rápidas, seguras y sostenibles a los principales desafíos epidemiológicos del país.
En esta iniciativa participarán científicos consagrados con una amplia trayectoria en investigación biomédica, junto a jóvenes investigadores y especialistas comprometidos con el desarrollo científico y con la salud de la población cubana. Esta colaboración intergeneracional reafirma el papel de la ciencia como fuerza motriz en la defensa de la vida y la soberanía sanitaria nacional.
Por su parte, la doctora María Guadalupe Guzmán Tirado, directora de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto Pedro Kourí (IPK), señala que el aumento de contagios por chikungunya se debe, principalmente, a que el virus no había circulado antes con la actual intensidad, lo cual explica los bajos niveles de inmunidad en la población.
El control vectorial continúa siendo una prioridad esencial, a la que se suman el diseño y la evaluación de intervenciones profilácticas, terapéuticas y de rehabilitación, dirigidas a enfrentar de manera integral los efectos del virus.
Las autoridades sanitarias ratifican que estas investigaciones forman parte de una respuesta coherente, basada en la evidencia científica y en la experiencia acumulada del sistema de salud cubano, que continúa apostando por la innovación, la cooperación y el compromiso humano como pilares para proteger la salud del pueblo.
En palabras de la doctora Morales Suárez, «la ciencia cubana se distingue por su sentido de urgencia, su visión humanista y su profunda vocación de servicio. Cada investigación que iniciamos representa una esperanza más para nuestro pueblo y una contribución al conocimiento y la salud global».
3 Noviembre 2025 Fuente: Granma/ Noticias/ Salud
Oct
18
Investigadores asociados a tres hospitales surcoreanos encontraron que las personas que padecen del síndrome de piernas inquietas (SPI) podrían tener mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
El SPI, cuya denominación médica es enfermedad de Willis-Ekbom, es una afección de origen neurológico que provoca que quienes la sufren sientan la necesidad imperiosa de mover las piernas, especialmente en la noche, en cama, o al estar sentados. Aunque puede presentarse a cualquier edad, se agrava y se hace más común conforme se envejece.
Aunque se desconoce qué lo causa, usualmente es tratada con agonistas de la dopamina, un tipo de fármacos que imitan los efectos de ese neurotransmisor clave para controlar el movimiento y los músculos. Es también el tratamiento estándar para los enfermos de Parkinson, que habitualmente presentan niveles reducidos de dopamina.
Hallazgos relevantes
En el estudio, que salió publicado esta semana en la JAMA Network Open, los científicos investigaron la posibilidad de que el SPI fungiera como factor de riesgo para el Parkinson y si los niveles de dopamina se relacionan con la presencia de ambas afecciones.
Para ello usaron datos de 18.000 pacientes con edad media de 50 años, de los cuales la mitad había sido diagnosticada con SPI y la otra mitad fungió como grupo control, mientras que el 62,8 % eran mujeres.
Se encontró que la incidencia de Parkinson en el grupo con SPI fue 60 % mayor que en el grupo de control. Asimismo, aquellos que tomaron algún agonista de la dopamina presentaron 0,5 % de incidencia de Parkinson, frente al 2,1 % observado en el grupo que no recibió tratamiento.
Los hallazgos sugieren que las dos afecciones probablemente estén conectadas a través de un mecanismo distinto al nivel de dopamina, por lo que impera establecer la naturaleza de esa asociación para, eventualmente, mejorar la comprensión que se tiene de las dos enfermedades.
Empero, los autores advierten que el uso temprano de agonistas de la dopamina no previene ni retrasa la aparición de la enfermedad de Parkinson, pero sí podría lograr un cierto retraso en la aparición de síntomas e incluso un probable efecto neuroprotector, aunque ambas cosas tendrían que ser estudiadas específicamente antes de arrojar alguna conclusión certera.
13 Octubre 2025 Fuente: Tvsantiago/ Noticias/ Salud
