Capraria biflora es una especie de la familia Scrophulariaceae. Es un arbusto erecto, de hasta dos metros de alto. Etimológicamente, capraria deriva de la palabra latina caprarius, que significa “perteneciente a las cabras”, mientras que biflora es un epíteto también latino cuyo significado es “con dos flores”.

Esta planta está ampliamente distribuida en América tropical y se le reconocen varias propiedades medicinales. Según un artículo publicado hace ya unos años en Phytochemistry Letters, las partes aéreas se utilizan de forma tradicional para tratar el dolor menstrual, la hipertensión arterial, los cuadros inflamatorios, las diarreas, la fiebre y el reumatismo. Las raíces han mostrado propiedades antibacterianas.

Juan Tomás Roig y Mesa incluye esta especie en su obra Plantas medicinales, aromáticas y venenosas de Cuba, donde plantea que se trata de una hierba silvestre, muy común en toda la isla, preferentemente en lugares húmedos y cerca de las costas, en terrenos yermos y cultivados. De acuerdo con este autor, en nuestro país se le conoce por los nombres de majuito, escabiosa, esclaviosa, magüito o viuda.

En su tercera edición, la Farmacopea vegetal caribeña recomienda su uso para tratar el exceso de gases y los parásitos intestinales, la gripe y también problemas biliares, todo esto sobre la base del uso tradicional documentado a través de las encuestas del grupo Tramil y los estudios de toxicidad.

Para tales padecimientos se puede preparar una decocción o una infusión, con seis cucharadas de hojas frescas troceadas para un litro de agua. En caso de decocción, se pone a hervir la mezcla por entre 10 y 15 minutos, en recipiente tapado. Para la infusión se agrega el agua hirviendo al recipiente con el material vegetal y se tapa.

Cualquiera sea la preparación elaborada, se deja refrescar por unos cinco minutos, se filtra y luego se bebe una taza, equivalente a 250 mililitros, tres veces por día. No debe utilizarse esta planta durante el embarazo, la lactancia, ni en niños menores de ocho años.

Ahora bien, más allá de los usos anteriormente referidos, les comparto otras aplicaciones potenciales de la planta todavía bajo investigación, pero que sin dudas resultan de interés.

Algunas de ellas no están directamente relacionadas con la salud humana, como es el caso de la actividad insecticida de los caprariólidos A y B presentes en el vegetal contra el tetuán del boniato (Cylas formicarius elegantulus) en su fase adulta.

También el aceite esencial de las hojas ha mostrado una actividad larvicida contra el Aedes aegypti.

Directamente vinculada al campo de la terapéutica en humanos está la biflorina, un principio activo de la esclaviosa que ha mostrado una potente actividad frente a gérmenes Gram-positivos y varias líneas tumorales.

Por último, los extractos acuosos de las hojas han presentado acciones analgésica, antiinflamatoria y diurética y se han utilizado en el tratamiento de la catarata senil. Todos los estudios químicos y evaluaciones biológicas que respaldan las afirmaciones anteriores fueron realizados con muestras de especies provenientes de Brasil, Jamaica, México y Cuba.

Si bien es cierto que estas aplicaciones todavía meritan más investigación, incluso las recomendadas por la Farmacopea vegetal caribeña, también hay que reconocer que Capraria biflora es una especie medicinal muy utilizada en nuestra región y que su empleo resulta bastante seguro.

Al menos, para tratar el exceso de gases y los parásitos intestinales, la gripe y también problemas biliares se puede recomendar su uso, según el referido texto. Entonces, se convierte el majuito o esclaviosa en una opción para cuidar varias esferas de nuestra salud… ¡desde lo natural!

Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Desde lo natural

octubre 14, 2025 | Arlenes Tamayo Osorio | Filed under: Cuba, De la prensa cubana, Salud, Salud Pública | Etiquetas: , , , |

Passiflora es un género de plantas de la familia Passifloraceae que está distribuido principalmente en América tropical y subtropical. Su nombre, adoptado por Carlos Linneo en 1753, proviene del latín flos passionis, que significa literalmente “flor del sufrimiento” o “flor de la pasión” y alude a la Pasión de Jesús.

Originalmente tal denominación fue otorgada por los misioneros jesuitas en 1610, debido a la similitud de algunas partes de las flores con los símbolos religiosos relativos a este particular episodio de la vida de Jesús, narrado en los Evangelios. Los jesuitas quisieron ver el látigo con el que fuera azotado en los zarcillos, los clavos de la cruz en los estilos, mientras que la corona de espinas estaría representada por los estambres y la corola radial de la flor.

Las pasifloráceas pueden ser enredaderas de varios metros de longitud o también plantas erectas, semierectas y semirrastreras, siendo en este último caso menores de un metro. Actualmente se considera que se encuentran distribuidas por todo el mundo, excepto en la Antártida, aunque el género Passiflora en particular está ausente de África.

Hay tres especies en específico cuyo interés medicinal aparece referido en el Formulario de fitoterápicos de la Farmacopea Brasileña. Estas son la Passiflora alata, la Passiflora edulis y la Passiflora incarnata, que se recomiendan en ese texto como ansiolíticas y sedantes leves.

La Passiflora alata es nativa de la región del Amazonas en Brasil, donde se le conoce como ‘ouvaca’. Esto significa estrella roja, y se le denomina así debido a la apariencia de su flor. Se trata de una planta trepadora, con frutos comestibles y muy apreciados, cuyas flagrantes flores alcanzan entre siete y diez centímetros de diámetro.

La Passiflora edulis es una planta trepadora, propia de Sudamérica y Centroamérica, que específicamente se considera nativa de Brasil. Esta especie puede alcanzar hasta nueve metros de longitud en condiciones climáticas favorables y su flor normalmente es de color blanco, con tintes rosáceos o rojizos. Su fruto comestible, conocido como fruta de la pasión o maracuyá, es de color amarillo, anaranjado o morado.

Por último, la Passiflora incarnata es una liana trepadora de rápido crecimiento, alcanza un largo de hasta nueve metros y posee unos zarcillos que le sirven para trepar. Sus flores son aromáticas, grandes y solitarias, de cinco centímetros de diámetro y de color blanco, amarillento o carnoso con tonos púrpuras. Su fruto también es comestible, pero posee muchas semillas. En algunos lugares se le conoce como flor de pasión o también maracuyá.

De estas tres especies, solo están presentes en Cuba Passiflora edulis y Passiflora incarnata. Aunque las tres tienen propiedades ansiolíticas y sedantes, es realmente Passiflora incarnata la mejor estudiada y documentada, con mejores evidencias a favor de su empleo terapéutico.

De acuerdo con el referido texto brasileño, las hojas secas de las tres pasifloras se pueden utilizar para elaborar una infusión, a razón de una cucharadita del material vegetal troceado en 150 mililitros de agua hirviendo. En mayores de 12 años se puede utilizar esta cantidad, los 150 mililitros, entre dos y cuatro veces en el día.

No se recomienda su uso prolongado y debe limitarse en las mujeres embarazadas o que lactan, así como por niños menores de 12 años. Tampoco se debe consumir asociado a medicamentos sedantes o depresores del sistema nervioso. Es posible que en los pacientes que utilicen esta infusión se presente un poco de somnolencia, un efecto adverso asociado a su consumo.

Así entonces, las hojas de cada una de las tres especies aquí comentadas constituyen una opción en el tratamiento de problemas de ansiedad e insomnio, a partir de sus propiedades medicinales. Las mismas poseen flavonoides, fenoles y aceites esenciales, principios activos responsables en conjunto de las acciones farmacológicas referidas, por las cuales tradicionalmente han sido utilizadas estas pasifloras. Es por ello que está respaldada su recomendación, desde el punto de vista etnomédico y sobre la base de evidencias científicas sustentadas en la investigación moderna, para el cuidado de nuestra salud mental… ¡desde lo natural!

30 Septiembre 2025 Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Desde lo natural

El asma bronquial es una enfermedad crónica que provoca que las vías respiratorias se inflamen y se estrechen. Esto hace que haya dificultad para respirar, con sibilancias, falta de aire, opresión en el pecho y tos.

Dependiendo de la frecuencia, duración e intensidad de sus manifestaciones clínicas, el asma puede tener un curso agudo, subagudo o crónico.

La enfermedad tiene un origen complejo e involucra la inflamación, la obstrucción intermitente y la hiperreactividad de las vías respiratorias. El edema y la secreción de mucosidades contribuyen tanto a la obstrucción como al aumento de la reactividad.

Los estímulos desencadenantes aquí pueden ser de varios tipos, tanto endógenos como ambientales. Factores como la caspa o el pelaje de animales, los ácaros del polvo, los cambios climáticos (con mayor frecuencia el clima húmedo y frío) y la contaminación ambiental se relacionan con la aparición del asma.

Igualmente, determinados alimentos, el exceso de actividad física, el moho, el polen, el humo del tabaco, infecciones respiratorias altas, el estrés emocional y hasta ciertos medicamentos .

El modo en que se presenta la enfermedad varía de una persona a otra, pero de manera común suele haber ataques agudos separados por períodos donde el paciente está asintomático.

Esos ataques pueden durar de minutos a días y sus síntomas incluyen tos con o sin flemas, retracción de la piel entre las costillas al respirar, falta de aire que empeora con la actividad física, silbidos o sibilancias con la respiración, dolor o rigidez en el pecho, dificultad para dormir y una expiración más prolongada que la inspiración al respirar.

La presencia de un compromiso respiratorio extremo, con labios y cara de color azulado, somnolencia intensa o confusión, sudoración y dificultad para hablar, entre otros, son síntomas que implican la necesidad de una atención médica urgente.

El asma bronquial, una enfermedad crónica no transmisible, requiere un tratamiento médico apropiado y son muchas las especialidades que inciden en la atención de los asmáticos.

Los objetivos del tratamiento, desde cualquier perspectiva, están encaminados a controlar la inflamación de las vías respiratorias, limitar la exposición a sustancias que puedan desencadenar los síntomas y ayudar al enfermo a que pueda realizar las actividades normales sin que aparezcan síntomas.

Para ello se utilizan, según corresponda, medicamentos de control a largo plazo para ayudar a prevenir los ataques y medicamentos de alivio rápido para uso durante las etapas de agudización.

Por supuesto, está documentado el empleo de plantas medicinales para el tratamiento del asma bronquial. En la Farmacopea Vegetal Caribeña, en su tercera edición, se recomiendan varias especies que pueden ser de utilidad, aunque hay que decir que ninguna sustituye el tratamiento convencional.

Algunos ejemplos

Anamú (Petiveria alliacea): se prepara una decocción con seis cucharadas de las hojas troceadas en un litro de agua. Se deja hervir durante cinco minutos en recipiente tapado y luego se enfría, se filtra y se bebe una taza, equivalente a 250 mililitros, tres veces al día.

No se debe usar durante el embarazo, ya que puede provocar aborto. Tampoco durante la lactancia ni en niños menores de ocho años.

Por los riesgos de interacción con insulina e hipoglucemiantes orales, los diabéticos deben evitar ingerir esta decocción pues es posible una potenciación de sus efectos. La raíz y el tallo de la planta pueden provocar reacciones de hipersensibilidad.

Cebollino (Allium shoenoprasum): puede elaborarse una decocción o una infusión con dos o tres bulbos en un litro de agua.

En caso de decocción se agregan los bulbos previamente machacados y se deja hervir por cinco minutos en recipiente tapado. Para la infusión, se agrega el agua hirviendo al recipiente con los bulbos previamente tostados y machacados y se tapa.

En cualquiera de los dos casos, se deja enfriar, se filtra y se bebe una taza tres o cuatro veces al día. No se debe usar el cebollino con fines medicinales durante el embarazo, la lactancia ni en niños menores de tres años.

Orégano francés (Coleus amboinicus): se prepara una decocción o infusión con siete cucharadas de hojas frescas troceadas en un litro de agua.

En caso de decocción, hervir por cinco minutos en recipiente tapad. Si se opta por una infusión, se agrega el agua hirviendo al recipiente con las hojas previamente soasadas o no y este se tapa. Luego se enfría, se filtrar y se bebe una taza en el momento que lo requiera la indicación sintomática, hasta tres veces al día.

No se debe usar durante el embarazo, la lactancia ni en niños menores de tres años.

Sábila (Aloe barbadensis): se deben emplear las hojas obtenidas de un ejemplar de al menos año y medio de sembrado, utilizando preferiblemente una de las hojas inferiores, pues son las más adecuadas para un mejor efecto terapéutico.

La hoja se corta lo más cerca posible de su base y con un cuchillo se eliminan su extremo distal y los bordes espinosos laterales. Se separa la piel de ambas caras, procurando descartar la capa amarillenta que está inmediatamente debajo de la piel y que es el látex de la sábila, que posee propiedades laxantes.

Con el gel o mesófilo se prepara un licuado, utilizando una o dos cucharadas para una taza de agua. Se bebe esta cantidad una o dos veces en el día.

También se puede preparar una decocción o una infusión con igual cantidad de material vegetal para igual volumen de agua.

En caso de decocción se pone a hervir por diez minutos en recipiente tapado. Para la infusión, se agrega el agua hirviendo al recipiente con el material vegetal y se tapa. Luego se deja enfriar y se bebe una taza dos veces al día.

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En la referida farmacopea se recomienda siempre, por el riesgo del asma bronquial para la salud, una valoración médica y utilizar, si está indicado, alguna de las anteriores formulaciones como complemento del tratamiento médico convencional.

En el caso de la sábila, esta no se recomienda para las crisis de agudización. Si se aprecia un deterioro del paciente, que el asma persiste por más de dos días o que la crisis se prolonga por más de una hora, es necesario volver al médico para una reevaluación.

Las especies aquí mencionadas tienen un uso tradicional documentado y hay evidencias de sus efectos farmacológicos y estudios de toxicidad que respaldan la seguridad de su empleo.

Por tales razones, es posible recomendarlas para el control del asma bronquial en adultos, como una opción más para cuidar nuestra salud… ¡desde lo natural!

23 Septiembre 2025 Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Desde lo natural

septiembre 26, 2025 | Arlenes Tamayo Osorio | Filed under: Cuba, De la prensa cubana, Salud, Salud Pública | Etiquetas: , , , , , |