«Un día como hoy, Cuba socialista envió a un joven mestizo guantanamero a explorar el cosmos. No fue por milagro, sino por la cooperación entre naciones. Ya se dijo: “El que sueña solo, solo sueña, pero el que sueña con otros, hace historia”».

Hace cuatro días, desde Nueva York, donde le pone voz a Cuba y al G77 y China, que es lo mismo que decir a más del 80 % de la población mundial, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, así recordaba el primer vuelo espacial de un cubano: el del entonces teniente coronel Arnaldo Tamayo Méndez, hoy general de Brigada y Héroe de la República.

Un lector suspicaz se preguntaría qué hace esa referencia en la página deportiva. Al margen de que este es un pueblo de campeones, por su resistencia victoriosa, lo cierto es que aquella histórica travesía del hijo de la tierra del Guaso, hace 43 años, el 18 de septiembre de 1980, sí tiene mucho que ver con el emocionante mundo atlético.

Uno de los experimentos que Tamayo llevó a aquella misión conjunta, compartida con el soviético Yuri Romanenko, salió de una institución que ya se alista para cumplir sus 50 años, el próximo 9 de octubre, la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Comandante Manuel Piti Fajardo, entonces Instituto Superior de Cultura Física.

Un singular profesor de esa casa de altos estudios, de la que ha egresado el 80 % de los campeones olímpicos cubanos, convertía su clase en un inacabado mundo de revelaciones, en el que los alumnos eran atrapados por la magia del conocimiento. El primer doctor en Ciencias Médicas de Cuba, Roberto Paulino Hernández y González Corvo, era ese inquieto maestro que fue capaz, al frente de un equipo de especialistas, de idear el proyecto Soporte, un calzado que Tamayo y Romanenko usaron durante cuatro horas diarias en el espacio, con el propósito de evitar trastornos de la función del aparato motor y restablecer la coordinación de los movimientos en condiciones de ingravidez.

Era estomatólogo y fue jefe del Departamento de Morfo-Biomecánica del Instituto Superior de Cultura Física, en el que impartía anatomía, morfología y biomecánica; representante del Inder en la Unesco por 15 años, y miembro de la Sociedad Cubana de Medicina Deportiva y de la de Ciencias Fisiológicas. Con todos esos saberes, al decir del doctor Alberto Juan Dorta Contreras, el incansable investigador de la Universidad del Deporte Cubano no tuvo reparos en contar que elaboró, con la ayuda de algún que otro artesano, cuatro pares de zapatillas, un par para cada uno de los candidatos, pues eran dos astronautas soviéticos y dos cubanos los que contemplaba el proyecto de vuelo conjunto.

Contó el propio Tamayo que este calzado «te devuelve la sensación de tener piernas y de ejercer presión con los pies». Al respecto, Dorta apunta que se han publicado muchas anécdotas relacionadas con el experimento cubano. Por ejemplo, una de ellas reseña que Romanenko, después de uno de sus vuelos al cosmos, exhibió una rápida recuperación al regreso, ante el asombro de científicos y astronautas estadounidenses que visitaban la Unión Soviética. En esa ocasión, la URSS no reveló el secreto de lo que llamaron las botas cubanas.

Hoy no solo no es un secreto, sino que esas botas están en el ajuar de los astronautas de todos los países, y se preparan para su estreno en el futuro viaje a Marte.

El profe Hernández y González Corvo es uno de esos imprescindibles de los que habló Brecht, de los que ningún alumno olvida y de los que han hecho de la ciencia un sacerdocio. Por eso, en el medio siglo de la Universidad del Deporte Cubano, celebrar su vida y sus saberes ha de ser una premisa para los que habitan sus aulas.

21/09/2023

Fuente: (granma) Tomado de Noticias | Deportes

septiembre 26, 2023 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: Ciencia, Cuba, De la prensa cubana | Etiquetas: , , , |