El envejecimiento de la piel es un fenómeno complejo que responde tanto a causas internas como externas. La llamada senescencia intrínseca —proceso natural y cronológico— se suma al envejecimiento extrínseco, impulsado por factores ambientales como la radiación ultravioleta o la contaminación. Ambos procesos comparten mecanismos celulares comunes: aumento del estrés oxidativo, degradación de la matriz extracelular, acortamiento de telómeros y daño al ADN.

Un nuevo trabajo publicado en febrero de 2025 en la revista Endocrine Reviews, reúne evidencia científica sobre cómo el sistema endocrino regula estos procesos en la piel.

Según los autores, un grupo internacional de investigadores de la Universidad de Münster, Ulm University, el University of Miami Miller School of Medicine y otras instituciones, las hormonas no solo actúan sobre la piel, sino que la propia piel funciona como un órgano endocrino capaz de sintetizar compuestos que afectan su envejecimiento.

El envejecimiento cutáneo: un proceso biológico bajo control hormonal

“Nuestro trabajo pone de relieve los principales agentes hormonales que orquestan vías de envejecimiento cutáneo como la degradación del tejido conjuntivo (que provoca arrugas), la supervivencia de las células madre y la pérdida de pigmento (que provoca el encanecimiento del pelo)”, dijo el autor principal, el doctor Markus Böhm, de la Universidad de Münster en Alemania.

Los investigadores señalan que la piel no solo responde a las hormonas que regulan los procesos del envejecimiento cutáneo, sino que también actúa como uno de los órganos más activos en la producción hormonal, superado solo por las glándulas endocrinas clásicas.

Esta doble función posiciona a la piel como un componente clave del sistema endocrino, capaz de generar y responder a señales hormonales que influyen directamente en su envejecimiento.

IGF-1: el factor central en la regeneración de la piel

Entre todas las hormonas evaluadas, el IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina tipo 1) destaca por su papel esencial en la función de los fibroblastos dérmicos. Con la edad, estos fibroblastos se vuelven senescentes y reducen la producción de IGF-1, lo que conduce a una menor regeneración cutánea, pérdida de grosor y formación de arrugas.

Este fenómeno convierte al IGF-1 en un blanco potencial para futuras terapias antienvejecimiento.

Estrógenos y menopausia: el colágeno como víctima del desequilibrio hormonal

Los estrógenos desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento de la salud y estructura de la piel, especialmente en mujeres. Estos compuestos hormonales regulan procesos clave como la síntesis de colágeno, la hidratación y la elasticidad cutánea.

Sin embargo, durante la menopausia, sus niveles disminuyen de forma drástica, lo que desencadena cambios visibles y estructurales en la piel. Según el estudio publicado en Endocrine Reviews, esta caída hormonal está estrechamente relacionada con un deterioro progresivo del tejido dérmico.

La evidencia científica muestra que tras la menopausia, la pérdida de estrógenos puede provocar una reducción de hasta 30% del colágeno cutáneo en los primeros años, con una disminución adicional de aproximadamente 2% por cada año posterior. Este fenómeno conlleva una piel más fina, menos elástica y visiblemente más seca.

Además, se asocia con una disminución en la vascularización cutánea y una menor capacidad de regeneración. Esta combinación de efectos convierte al déficit estrogénico en uno de los principales aceleradores del envejecimiento dérmico en mujeres.

Retinoides: clásicos con eficacia comprobada

Los retinoides, incluyendo el retinol y el ácido retinoico, se mantienen como los compuestos hormonales de referencia en dermatología antienvejecimiento. Su acción se centra en estimular la síntesis de colágeno, promover la renovación celular epidérmica y reducir visiblemente los signos del envejecimiento cutáneo, como arrugas finas, pérdida de firmeza y textura irregular.

Estos compuestos actúan directamente sobre los receptores nucleares de los queratinocitos y fibroblastos, modulando la expresión génica relacionada con el ciclo celular y la producción de proteínas estructurales de la piel.

Además, los retinoides disminuyen la actividad de las metaloproteinasas de matriz (MMPs), enzimas que degradan el colágeno y otros componentes del tejido conectivo. Su eficacia está ampliamente documentada por décadas de ensayos clínicos, que han demostrado mejoras sostenidas en la calidad de la piel con su uso tópico regular.

Por esta razón, siguen siendo una herramienta terapéutica de primera línea en el abordaje del fotoenvejecimiento, el daño actínico y la prevención de la pérdida progresiva de colágeno relacionada con la edad. Su combinación con otros agentes antioxidantes o hidratantes potencia aún más sus efectos sinérgicos en protocolos dermocosméticos.

Melatonina: antioxidante endógeno con potencial regenerativo

La melatonina, conocida por su función en el ciclo del sueño, es también un potente antioxidante que protege contra el daño inducido por rayos UV y radicales libres. A diferencia de otras hormonas, puede actuar directamente como neutralizante de radicales o estimular enzimas antioxidantes endógenas.

Además, tiene la capacidad de activar enzimas antioxidantes endógenas como la superóxido dismutasa, catalasa y glutatión peroxidasa, fortaleciendo las defensas celulares ante agresiones externas. Estos mecanismos permiten contrarrestar el daño oxidativo que acelera la degradación del colágeno, el adelgazamiento de la epidermis y la pérdida de elasticidad cutánea.

A diferencia de otras sustancias, la melatonina destaca por su alta tolerancia, su perfil de seguridad clínico y su bajo costo, lo que la convierte en una candidata prometedora para integrarse a futuras terapias dermatológicas antienvejecimiento.

Su acción multifuncional no solo abarca la protección frente al fotoenvejecimiento, sino también la mejora en la reparación del ADN y la homeostasis mitocondrial en las células de la piel. Estos efectos posicionan a la melatonina como un compuesto innovador, con potencial terapéutico en el desarrollo de productos dermatológicos más eficaces y accesibles, según resalta el estudio publicado en Endocrine Reviews.

El folículo piloso: un miniórgano endocrino clave en el envejecimiento capilar

El estudio también subraya el papel fundamental del folículo piloso, considerado por la comunidad científica como un miniórgano endocrino autónomo, con una dinámica de envejecimiento estrechamente vinculada a la de la piel. Este pequeño pero complejo sistema regula múltiples funciones hormonales locales y responde activamente a señales endocrinas sistémicas.

Con el paso del tiempo, el folículo experimenta procesos degenerativos como la pérdida progresiva de pigmento, que da lugar al encanecimiento del cabello, y la miniaturización folicular, un fenómeno que reduce el diámetro y la profundidad del folículo, favoreciendo la aparición de alopecia relacionada con la edad.

Estos cambios están mediados, en gran parte, por alteraciones en hormonas clave como los andrógenos y el factor de crecimiento similar a la insulina tipo 1 (IGF-1). La disminución de IGF-1, producida por fibroblastos dérmicos senescentes, se ha asociado a una menor capacidad regenerativa del folículo piloso.

Así mismo, los desequilibrios en la señalización androgénica también contribuyen a la regresión del ciclo capilar, especialmente en patrones de alopecia androgenética. Comprender con mayor profundidad estos mecanismos hormonales ofrece una vía prometedora para desarrollar nuevas estrategias preventivas y terapéuticas contra la caída del cabello asociada al envejecimiento, según apunta el análisis publicado.

Hormonas emergentes: oxitocina, endocannabinoides y más

La revisión también analiza hormonas menos exploradas pero prometedoras. La oxitocina, por ejemplo, podría reducir la inflamación cutánea y favorecer la síntesis de colágeno. Los endocannabinoides, compuestos similares a los del cannabis producidos por el cuerpo, modulan la inflamación, proliferación celular y reparación de heridas.

Además, se resalta el papel de la α-melanotropina (α-MSH), con efectos sobre la pigmentación y el estrés oxidativo; y de los receptores activados por proliferadores de peroxisomas (PPARs), implicados en la reparación de daños inducidos por radiación UV.

Piel como órgano endocrino: producción hormonal local

Un aspecto novedoso del trabajo es la revalorización de la piel como un sistema hormonal autónomo. La piel puede sintetizar y metabolizar hormonas como cortisol, vitamina D activa y melatonina, lo que implica que la regulación hormonal local es tan importante como los niveles circulantes.

“Algunas de las hormonas que estudiamos tienen propiedades antienvejecimiento y podrían utilizarse en el futuro como agentes para prevenir el envejecimiento cutáneo”, dijo Böhm.

Hacia nuevas terapias antienvejecimiento personalizadas

Hasta el momento, solo los retinoides y los estrógenos se aplican rutinariamente como terapias antienvejecimiento. Sin embargo, la revisión propone un nuevo enfoque basado en “cócteles endocrinos inteligentes” que combinen hormonas como melatonina, α-MSH y estradiol, diseñados para abordar múltiples mecanismos del envejecimiento cutáneo.

Este modelo terapéutico apunta no solo a fines estéticos, sino también a restaurar funciones clave de la piel envejecida: su función barrera, capacidad de cicatrización y defensa inmunitaria.

Por ello, comprender en profundidad cómo actúan las hormonas sobre las células cutáneas se convierte en una herramienta poderosa para intervenir en las causas biológicas del envejecimiento, no solo en sus consecuencias visibles.

Más allá de las cremas, hacia la medicina hormonal cutánea

La revisión señala que la clave del rejuvenecimiento podría estar más en el equilibrio hormonal que en los cosméticos de superficie. Es decir, plantea un cambio de paradigma en el abordaje del envejecimiento cutáneo. Comprender cómo interactúan las hormonas con las células cutáneas es un paso crucial hacia una medicina regenerativa personalizada.

Las investigaciones muestran que, además de ser un proceso superficial, el envejecimiento dérmico responde a complejas interacciones endocrinas. Estas afectan directamente funciones celulares esenciales como la síntesis de colágeno, la regeneración tisular, el control del estrés oxidativo y la reparación del ADN.

Este enfoque abre el camino hacia una nueva era en la dermatología antienvejecimiento: la medicina hormonal cutánea personalizada.

19 Marzo 2025 Fuente: Radio Caribe/ Noticias/ Salud

La luteína, conocido también como “la vitamina del ojo”, está presente en alimentos como hojas verdes, frutas y verduras, y su consumo regular podría marcar la diferencia en un mundo donde las enfermedades visuales crecen rápidamente

En un mundo cada vez más tecnológico, en el que las pantallas dominan la vida cotidiana, el cuidado de la salud ocular se ha convertido en una prioridad que no puede ignorarse.

Entre los nutrientes más destacados para proteger la visión, la luteína emerge como un héroe silencioso, capaz de prevenir enfermedades como las cataratas y el glaucoma, mientras mejora la calidad de vida visual de millones de personas, de acuerdo con Medline Plus, una página de la Biblioteca Nacional de Medicina del Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) del gobierno de Estados Unidos.

Qué es la luteína y qué rol cumple en el organismo

Conocido también como “la vitamina del ojo”, este carotenoide natural se puede encontrar en distintos alimentos como frutas y verduras, y su consumo regular podría marcar la diferencia en un mundo donde las enfermedades visuales crecen rápidamente.

Las cataratas y el glaucoma representan dos de las principales amenazas para la salud ocular, especialmente en adultos mayores. Estas condiciones son la causa principal de ceguera y discapacidad visual.

Según los expertos, las cataratas, caracterizadas por el empañamiento del cristalino, afectan con mayor frecuencia a personas mayores de 50 años. Por otro lado, el glaucoma, una enfermedad que daña el nervio óptico debido a la presión intraocular elevada, es igualmente preocupante, ya que puede provocar ceguera irreversible si no se detecta a tiempo.

Ambas condiciones comparten un factor común: el daño oxidativo provocado por el envejecimiento, la contaminación y la exposición excesiva a la luz, especialmente la luz azul emitida por las pantallas de dispositivos electrónicos. Es aquí donde la luteína entra en acción, no solo como un antioxidante natural, sino también como un filtro de protección que ayuda a minimizar los efectos nocivos de estos factores.

Cómo saber si me falta luteína

La luteína, un tipo de pigmento carotenoide, tiene propiedades únicas que la convierten en un nutriente esencial para la salud ocular. Una vez consumida, se acumula principalmente en la retina, especialmente en la mácula, la región responsable de la visión central y la capacidad de distinguir detalles finos. Su acción protectora radica en su capacidad para filtrar la dañina luz azul, un factor que puede contribuir al desarrollo de cataratas y glaucoma si no se controla.

Además, como antioxidante, la luteína combate los radicales libres y reduce el estrés oxidativo en los tejidos oculares. Esto no solo previene daños celulares, sino que también mejora la agudeza visual y favorece la percepción del contraste y los colores. La luteína ayuda a evitar la formación de radicales libres y de moléculas oxidativas, que son las causantes de los daños en las membranas de las células de los tejidos oculares.

Cómo saber cuándo es necesario consultar a un oftalmólogo

El cristalino, una estructura clave para enfocar la luz en la retina, es particularmente vulnerable al daño oxidativo. A medida que envejecemos, los radicales libres se acumulan, dañando las proteínas del cristalino y provocando su opacidad, lo que lleva al desarrollo de cataratas. Y ese signo es determinante para consultar a un oftalmólogo previamente.

Según investigaciones, un consumo adecuado de luteína puede frenar este proceso, reduciendo el riesgo de formación de cataratas al actuar como un escudo antioxidante.

Sin embargo, aunque la luteína ha demostrado ser eficaz para prevenir la aparición de cataratas, aún no está claro si los suplementos de este carotenoide son igual de efectivos para quienes ya padecen esta condición. Lo que sí es indiscutible es que una dieta rica en luteína, combinada con otras vitaminas carotenoides, ofrece beneficios sustanciales para la salud visual.

Glaucoma: la protección del nervio óptico

En el caso del glaucoma, la luteína también juega un papel crucial, aunque de forma indirecta. Si bien no reduce la presión intraocular, que es la causa principal de esta enfermedad, su potente acción antioxidante protege el nervio óptico del daño oxidativo. Este nervio es esencial para transmitir las señales visuales al cerebro, y su deterioro puede resultar en pérdida de visión permanente.

Además, la luteína mejora la circulación sanguínea en los ojos, lo que contribuye a mantener la salud del nervio óptico y a prevenir el daño asociado con el glaucoma. Estas propiedades hacen que este carotenoide sea un componente indispensable para quienes buscan proteger su visión a largo plazo.

Con el auge de la tecnología, los ojos enfrentan un nuevo desafío: la exposición constante a dispositivos electrónicos. Estudios recientes han señalado que el uso prolongado de pantallas puede provocar fatiga visual y aumentar el riesgo de daño ocular permanente. La luz azul emitida por estos dispositivos penetra profundamente en los tejidos oculares, aumentando el estrés oxidativo y acelerando el daño celular.

En este contexto, la luteína no solo actúa como un filtro natural para la luz azul, sino que también reduce la fatiga ocular y mejora la visión nocturna. Esto la convierte en una herramienta esencial para quienes pasan largas horas frente a pantallas, ya sea por trabajo, estudio o entretenimiento.

Qué alimentos contienen luteína

La luteína se encuentra en una amplia variedad de alimentos, lo que facilita su incorporación en la dieta diaria. Las principales fuentes de este carotenoide incluyen:

  • Hojas verdes como la espinaca, la col rizada y el brócoli
  • Frutas como el kiwi, frambuesas, ciruelas, manzana, pera, uvas y los cítricos
  • Hortalizas como el maíz, los pimientos y la zanahoria

Además, existen suplementos de luteína que suelen recomendarse para personas con un mayor riesgo de enfermedades oculares. Según los expertos, el consumo diario de hasta 20 mg de luteína es seguro y puede ofrecer beneficios significativos para la salud visual.

A pesar de sus numerosos beneficios, es importante tener en cuenta ciertas precauciones al consumir luteína. Por ejemplo, aunque su uso durante el embarazo y la lactancia es seguro en cantidades moderadas, siempre se recomienda consultar a un médico antes de iniciar cualquier suplemento. Además, la luteína no es una solución milagrosa; si bien puede retrasar el avance de enfermedades como la degeneración macular, no detiene su progresión por completo.

En el caso de personas con condiciones oculares preexistentes, como la retinosis pigmentaria o la displasia broncopulmonar, los estudios han demostrado que la luteína no ofrece mejoras significativas. Por ello, es fundamental abordar su consumo como parte de un enfoque integral para la salud ocular, que incluya revisiones médicas regulares y otras medidas preventivas.

La luteína representa una esperanza tangible en la lucha contra las enfermedades oculares más comunes y debilitantes. Su capacidad para proteger los ojos del daño oxidativo y mejorar la calidad de la visión la convierte en un recurso valioso para todas las edades.

En un mundo donde los factores de riesgo para la salud ocular están en constante aumento, desde el envejecimiento hasta la exposición digital, nutrir los ojos con luteína podría ser la clave para mantener una visión clara y saludable a lo largo de los años. Como dice el viejo refrán, “es mejor prevenir que curar”, y la luteína ofrece una forma sencilla y efectiva de hacerlo.

4 Febrero 2025 Fuente: Radio Caribe/ Noticias/ Salud

La piel es un órgano delicado y sensible. Por esto, existen diversas manifestaciones en ella provocadas por enfermedades autoinmunes. Conoce a continuación cuáles son las más comunes y sus tratamientos.

La piel es el órgano más extenso del cuerpo y cumple la función de actuar como barrera protectora contra el entorno externo. No obstante, en ciertos casos, el sistema inmunitario puede desencadenar una respuesta hiperactiva y dirigirse contra los propios tejidos del organismo. Esta condición, conocida como enfermedad autoinmune, puede afectar diversos órganos, incluyendo la piel.

En este artículo, conoceremos cuáles son algunas de las afecciones de la piel más comunes por enfermedades autoinmunes y cuáles son sus tratamientos. Quédate hasta el final para saber más.

Patologías cutáneas asociadas a trastornos autoinmunes

Las enfermedades autoinmunes en la piel pueden manifestarse de diversas formas. Desde erupciones cutáneas y ampollas hasta cambios en la pigmentación y endurecimiento de la piel. Estas afecciones pueden causar molestias significativas y afectar la calidad de vida. A continuación, conocerás las 10 más comunes.

1. Lupus eritematoso sistémico (LES)

El LES es una enfermedad autoinmune crónica que puede afectar diferentes sistemas del cuerpo, entre ellos la piel. De hecho, es posible experimentar una erupción en forma de alas de mariposa en el rostro.

También se pueden presentar lesiones cutáneas en otras áreas del cuerpo que empeoran con la exposición solar. Por esto, es importante protegerse mediante el uso de protector solar de amplio espectro y ropa protectora.

Los tratamientos pueden incluir corticosteroides tópicos u orales para reducir la inflamación y aliviar los síntomas cutáneos. También se pueden indicar inmunosupresores para controlar la respuesta inmunitaria excesiva.

2. Dermatomiositis

La dermatomiositis es una enfermedad autoinmune que causa inflamación de los músculos y la piel. Los síntomas cutáneos incluyen erupciones rojas o moradas en las mejillas, los hombros y el área del escote.

Incluso, se puede observar debilidad muscular. Los corticosteroides orales o inyectables suelen ser utilizados para reducir la inflamación y mejorar los síntomas cutáneos. En algunos casos, se indican inmunosupresores adicionales para controlar la respuesta autoinmune.

3. Esclerodermia

La esclerodermia es una enfermedad autoinmune que provoca un endurecimiento y engrosamiento de la piel. También se pueden desarrollar parches duros en la superficie cutánea que afectan las manos, la cara y otras partes del cuerpo. Además, pueden provocar sequedad y picazón en la piel.

La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos destaca que, si bien no hay cura, se indican medicamentos para controlar los síntomas y prevenir las complicaciones. Para ello, son útiles las cremas y ungüentos que ayuden a hidratar la piel seca y aliviar la picazón. Incluso, se recomienda el manejo de la temperatura corporal y evitar el frío para prevenir la vasoconstricción cutánea.

4. Pénfigo vulgar

El pénfigo vulgar es una enfermedad autoinmune que provoca ampollas dolorosas en la piel y en las membranas mucosas. Estas son propensas a romperse con facilidad.

Los pacientes con pénfigo vulgar requieren un tratamiento médico intenso que implica el uso de corticosteroides y otros medicamentos inmunosupresores. También se pueden recetar antibióticos para prevenir infecciones en las ampollas. Por lo tanto, el cuidado de las ampollas y el seguimiento cercano con el médico son fundamentales.

5. Psoriasis

De acuerdo con un estudio publicado en la revista Indian Dermatology Online Journal, la psoriasis es una de las enfermedades autoinmunes crónicas que afecta a la piel. Se caracteriza por la aparición de parches rojos, inflamados y con escamas plateadas en la superficie.

Estos parches pueden ser pruriginosos y provocar incomodidad en los pacientes. En estos casos, los tratamientos pueden incluir corticosteroides tópicos, fototerapia, medicamentos orales o inyectables y terapias dirigidas.

Además, se recomienda mantener la piel hidratada y evitar los desencadenantes conocidos, como el estrés y ciertos alimentos.

6. Vitiligo

El vitiligo es una enfermedad de la piel bastante frecuente, de origen autoinmune, en la cual las células pigmentarias de la piel son atacadas por el sistema inmunitario. Esto resulta en la pérdida de pigmento y la aparición de manchas blancas.

Esta condición puede afectar cualquier parte del cuerpo y tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes. Asimismo, el tratamiento incluye cremas o ungüentos esteroides tópicos, terapia de luz ultravioleta (PUVA), y medicamentos inmunomoduladores.

7. Dermatitis herpetiforme

La dermatitis herpetiforme es una afección de la piel relacionada con la enfermedad celíaca, una enfermedad autoinmune desencadenada por el gluten.

Se caracteriza por la presencia de ampollas y lesiones cutáneas muy pruriginosas, que suelen aparecer en rodillas, codos y glúteos.

El tratamiento principal implica una dieta sin gluten para controlar la enfermedad celíaca subyacente. También se pueden recetar medicamentos tópicos o sistémicos para aliviar los síntomas cutáneos.

Un artículo publicado en la revista American Journal of Clinical Dermatology recomienda evitar el gluten en la dieta con la finalidad de evitar esta enfermedad y leer detenidamente las etiquetas de los alimentos.

8. Liquen plano

El liquen plano es una enfermedad autoinmune que afecta la piel, las membranas mucosas y, a veces, las uñas. Se presenta como pequeñas protuberancias planas, rojas o violáceas en la piel, que pueden causar picazón y malestar.

Puede resolverse por sí solo o persistir durante mucho tiempo. En estos casos, los corticosteroides tópicos u orales suelen ser utilizados para reducir la inflamación y aliviar los síntomas. Además, se recomienda evitar el estrés y recurrir a fármacos antihistamínicos para controlar la picazón.

9. Síndrome de Sjogren

El síndrome de Sjogren es una enfermedad autoinmune que afecta a las glándulas exocrinas, como las glándulas salivales y lacrimales. Un artículo publicado en la revista Clinical and Experimental Medicine describe que se puede experimentar sequedad de la piel y desarrollar una erupción cutánea característica llamada «eritema en parches».

El tratamiento se enfoca en aliviar los síntomas, como la sequedad de la piel, con cremas hidratantes y lubricantes oculares. A su vez, se pueden indicar fármacos para estimular la producción de saliva y lágrimas.

10. Púrpura trombocitopénica trombótica (PTT)

La PTT es una enfermedad autoinmune poco común pero grave, caracterizada por la aparición de coágulos sanguíneos en los pequeños vasos sanguíneos de todo el cuerpo.

Estos coágulos pueden afectar la piel y causar manchas rojas o púrpuras, así como ampollas o úlceras. Para ello, el tratamiento suele requerir terapia de reemplazo de plasma y transfusiones de plaquetas. Además, el uso de inmunosupresores reducen la respuesta autoinmune.

Las afecciones de la piel por causas autoinmunes y la interconsulta

Es importante buscar atención médica adecuada para un diagnóstico y tratamiento preciso si se sospecha una enfermedad autoinmune de la piel. En consecuencia, los tratamientos y recomendaciones pueden variar según la gravedad de la afección y la respuesta individual de cada paciente.

28 Enero 2025 Fuente: Radio Caribe/ Noticias/ Salud

enero 31, 2025 | Arlenes Tamayo Osorio | Filed under: Bienestar, Calidad de Vida, Cuba, De la prensa cubana, Enfermedad, Salud | Etiquetas: , , , , , , |