El Centro de InmunoEnsayo, ha logrado importantes avances en el campo de la salud. Durante el pasado año, obtuvieron el registro sanitario del SUMASIGNAL FQ, un diagnosticador capaz de detectar 18 mutaciones comunes fibrosis quística en Cuba y Latinoamérica.

Pese a enfrentar un escenario adverso caracterizado por la baja disponibilidad de determinados recursos, la rotura de equipos y otros contratiempos, durante 2023 el Centro de InmunoEnsayo ratificó su condición de ser el soporte tecnológico de importantes programas del sistema nacional de Salud, como el materno-infantil.

La doctora Rebeca Sonia González Fernández, comunicadora de la institución perteneciente al Grupo Empresarial BioCubaFarma, dijo a Granma que uno de los resultados relevantes consistió en lograr producir la cantidad requerida de reactivos utilizados en la tecnología suma, lo cual posibilitó garantizar larealización de las pruebas dirigidas al diagnóstico precoz del hipotiroidismo congénito y a la determinación prenatal de malformaciones congénitas.

Al disponer de esos reactivos, aseveró, también pudieron entregarse los kits necesarios para hacer el Umelisa IgM Dengue, análisis que detecta ese tipo de anticuerpo indicativo de una infección reciente por esa enfermedad.

Según resaltó la doctora Rebeca González, el pasado año se obtuvo el registro sanitario del Sumasignal fq, un diagnosticador capaz de detectar 18 mutaciones comunes en Cuba y Latinoamérica de fibrosis quística, mediante pcr en tiempo real y análisis de fusión de alta resolución.

La detección de las mutaciones más frecuentes y su identificación favorece la posibilidad de hacer el diagnóstico prenatal y natal de esa dolencia hereditaria, que afecta el pulmón, el sistema digestivo y otros órganos del cuerpo, así como estudiar a pacientes sospechosos de portar la enfermedad.

Ello implica poder aplicar tratamientos oportunos enfocados en alcanzar una esperanza y calidad de vida superior, aseveró González Fernández.

Justo es mencionar que el Sumasignal fq figura entre los resultados prominentes de la ciencia y la innovación de BioCubaFarma, en 2023.

Igualmente, en el transcurso del pasado año se aprobó un proyecto internacional con la Universidad Tecnológica de Beijing, enfocado en el desarrollo de un sistema digital de microfluidos para el diagnóstico automático de la covid-19, en tanto culminó la documentación de una patente conjunta con la Universidad de La Habana, relacionada con el diseño y fabricación de biosensores.

Pudo asegurarse el funcionamiento estable de la red de laboratorios suma, y cie obtuvo la certificación del Sistema de Gestión de la Calidad por la Norma iso 13485, para las actividades de producción y comercialización de diagnosticadores y equipos asociados a la tecnología suma, otorgada en auditoría conjunta por la Oficina Nacional de Normalización y la Asociación Española de Normalización y Certificación.

Fundado el 7 de septiembre de 1987, el Centro de InmunoEnsayo obtuvo la Certificación de Empresa de Alta Tecnología en 2021.

05 marzo 2024| Fuentes: Cubadebate| Tomado de | Cuba

Un suceso poco común trastocó la guardia del 29 de febrero de la doctora Niurys Aguilar Ramírez al recibir en el Hospital Pediátrico Eduardo Agramonte Piña, de Camagüey, a Henry Cristian, un niño de 13 años con un arpón en la región abdominal que comprometía su vida.

Sin perder un segundo, según relata la especialista en primer grado en Anestesiología y Reanimación activaron al equipo de trabajo para emergencias y todos dieron lo mejor de cada uno y lograron que fuera un éxito el proceder.

Otra de las participantes de aquel desafío fue Dayannelis Aguilar Atanay especialista de segundo grado de cirugía pediátrica, quien aseguró que desde que llegó al cuerpo de guardia fue muy bien manejado por el servicio de urgencias y anestesiólogos que con agilidad y profesionalidad laboraron para la reposición de volumen.

Cuando llegamos al abdomen, dijo, comprobamos que tenía una lesión intestinal y una vascular, en la vena cava inferior que es un vaso importante que comprometía la vida del paciente y tuvimos que solicitar a los especialistas del Hospital Provincial Manuel Ascunce Domenech que vinieron rápidamente, por lo cual estamos seguros de que el resultado que hoy exhibimos es el fruto del esfuerzo de muchas personas.

Uno de los galenos que asistieron fue el angiólogo Raúl Romay Buitrago, quien reconoció en conversación con la Agencia Cubana de Noticias, la complejidad de la cirugía y los positivos resultados que tuvieron por tener claros los conceptos de urgencia y del trabajo en equipo, solo así se salvan vidas, recalcó.

Aunque la anestesióloga Georgina Sánchez Andújar cuente con más de 27 años de experiencia, casos así no la dejan de impactar.

Realizamos una cirugía de control de daños de gran envergadura porque lo más importante en ese momento es salvarle la vida al paciente, donde se le ponen transfusiones y la reposición de volumen tiene que ser enérgica para que el paciente sobreviva, y en este caso fue del 75 por ciento, informó Sánchez.

El joven Daimel Rodríguez Lugones, jefe del servicio de Anestesiología añadió que fueron como apoyo ante un suceso de gran envergadura y grande fue su sorpresa al encontrarse con un niño muy conservador que cooperó con la entrevista de la anestesia y que por suerte no se movió el objeto extraño en su cuerpo para evitar mayores complicaciones.

Añadió que en todo momento contaron con los materiales necesarios para realizar su trabajo como plasmas, plaquetas, albúminas y lograron que mantuviera sus parámetros vitales estables, un adolescente súper fuerte que se recuperaba cada 30 minutos, se canalizaron varios accesos venosos y se reparan grandes vasos sanguíneos y el intestino delgado.

Doy gracias a todo el personal por la atención esmerada, a cada momento preguntan cómo se siente, verlo recuperarse es una gran satisfacción, confío en los médicos y enfermeras que han salvado la vida de mi hijo, expresó esa madre camagüeyana.

Hoy Henry conversa y sonríe, cuenta que colocó el arpón confeccionado por el mismo en un poste de alumbrado público para hacerle una foto y se disparó.

Nunca se había disparado! dice, al mismo tiempo que asegura que jamás volverá a tocar ninguno.

La evolución de Henry es favorable, dentro de poco irá a jugar, a estudiar para realizar sus sueños, a donde quiera que vaya llevará una cicatriz que recordará un momento triste, pero lleno de recuerdos donde manos valerosas pusieron sus conocimientos, profesionalidad y amor para devolverle lo más valioso en el universo: la vida.

En la historia de la medicina pediátrica deberá constar que en un año bisiesto en Camagüey los héroes de la salud cubana protagonizaron una verdadera proeza. Tomado de ACN

06 marzo 2024/Fuente: Cubadebate / Tomado de / Noticias/ Salud

Irene dice que solo hace su trabajo, pero desde que mi hija y yo ocupamos la pequeña sala dedicada a los casos de COVID-19, en el Hospital Pediátrico Pedro Agustín Pérez, cada dos por tres se asoma a través del vidrio para decirnos que está ahí por si nos hace falta algo.

No alcanzo a ver sus labios. Incluso, en el pasillo de la sala desierta, se mantiene de verde de pies a cabeza, nasobuco incluido, pero se las arregla para decirme que no puedo salir, y que prepare lo necesario, porque en un rato llegará la comida.

La veo desandar y mirarme con pequeños ojos achinados que me anuncian una sonrisa tras el barbijo. La observo desde mi mundo que se cae a pedazos, y trato de corresponderle, pero no puedo.

Solo una madre sabe…

De un momento a otro se pone un segundo par de guantes y entra al cubículo. En un par de movimientos sustituye una sábana, y empieza a limpiar sobre lo limpio. La pequeña mesa donde todavía no he empezado a acomodar nuestras cosas, el piso, las persianas, el baño que, por suerte, es para dos…

Me pregunta, mientras, de dónde soy, cómo fue, cuándo empezaron los síntomas y qué se siente. Me dice que hay muchas cosas por ahí y llama la atención de mi hija, “enganchada” por completo a su tablet, y logra sacarle un par de respuestas. “Se nota que no se siente bien, pero tranquila, mamá”.

Se despide, “por el momento”, y sigue en lo suyo. Pasillo arriba. Pasillo abajo. En ocasiones se detiene frente a un cubículo cercano, totalmente aislado de nosotras, ocupado solo por un pequeño y su madre.

La observo, entonces, agacharse un momento y “regresar” con una cara de asombro casi pegada al cristal. Vuelve a esconderse tras el muro, se yergue casi al momento con los ojos cerrados, hace un movimiento de cabeza y abre los ojos de un tirón. Del otro lado, el niño le sigue el juego y se ríe. Y es bueno escuchar.

Poco después, la veo acercarse con bolsas conocidas. “Qué pena, cargar tanto peso”, le digo. “Es mi trabajo”, me responde con los ojos achinados, y mientras las coloca en la mesa dice que estuvo hablando con “la abuela”, y calmándola un poco, pues estaba muy nerviosa.

Aunque no lo parezca, Irene, por debajo de toda esa tela verde, tiene un cuerpo de unos 60 años. Crió a su propia prole, y ahora empina a un nieto que le dejaron. ¿Y la madre? “Se fue y me lo dejó” -acota sin sombra de queja.

Ha estado toda su vida en el hospital, en un trabajo que le encanta, y al que llega todos los días después de cruzar la ciudad de punta a cabo, y aunque ya tenía una edad que podía considerarse de riesgo, fue de las primeras que dijo sí para trabajar en las primeras salas para casos de COVID-19 en la provincia de Guantánamo.

Me lo cuenta a retazos. Por medio del vidrio o mientras entra a arreglar algo, a cerrar la llave del agua que, sin querer, dejamos abierta, decirme que para ahorrarle trabajo a la familia, puedo consumir el agua de la sala, hervida y fría, o anunciar que estará con nosotras hasta el otro día.

En algún momento, casi de noche, dice que cree acordarse de mí, y cuando le confirmo que es posible que sea yo la que conoce de la televisión, corre a compartir el hallazgo con sus compañeras de turno. ¿Ustedes saben quién está aquí? Ahhh, pues ¡afinen…! Su entusiasmo me hace sonreír.

Cuando llega la noche, me ayuda a estar un poco más cómoda, y en la mañana me pasa un poco de café que han comprado entre todas. La veo, por primera vez, en ropa de calle, mientras se afana en maquillarse. Definitivamente no aparenta su edad, en cuerpo o en alma.

Ha llegado su relevo, pero se queda un rato más, y antes de despedirse, pregunta si puede hacer algo más por nosotras, y que ojalá no nos vuelva a ver en tres días, cuando tiene su turno.

Yo le doy las gracias, de verdad. ¿Irene, no?, confirmo. “La misma, para servirle”. Gracias, le repito, por todo. “Qué va, mi’ja, si yo solo estoy haciendo mi trabajo”, me responde, y de verdad lo cree. (Tomado de Venceremos)

06 marzo 2024/ Fuente: Cubadebate/ Tomado de /Noticias/ Salud

marzo 6, 2024 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: COVID-19, Cuba, De la prensa cubana, Salud, SARS-CoV-2 | Etiquetas: , , |