La Habana, 12 ene (ACN) Días atrás medios de comunicación de diferentes partes del mundo comenzaron a utilizar palabras como flurona y deltacrón; la primera alude a una infección simultánea de gripe y COVID-19 registrada en Israel, y la segunda a la versión combinada de las variantes delta y ómicron del coronavirus SARS-CoV-2, descubierta en Chipre.

Estos términos no han hecho más que saltar las alarmas entre la población mundial, la misma que meses atrás vio bajar la curva de contagios con el avance de la inmunización, y que debido a ómicron percibe un aumento exponencial de casos positivos por coronavirus, incluso en países con altas coberturas de vacunación.

Pudiera pensarse que el fin de la pandemia no llegará nunca, pues cuando se avizoraba una mejora en la situación epidemiológica el virus decidió modificar las reglas del juego.

Sin embargo, en estos dos años la enfermedad ha demostrado que el pánico no ayuda a contrarrestar su impacto y que el cumplimiento de las medidas sanitarias y la vacunación son las herramientas más efectivas.

La respuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante estas supuestas combinaciones no se hizo esperar; Maria Van Kerkhove, jefa técnica del organismo internacional para la COVID-19, pidió no utilizar el término deltacrón, flurona ni flurone con respecto a la pandemia, pues implican una combinación de virus y variantes que no está sucediendo.

Señaló que las coinfecciones de COVID-19 e influenza han ocurrido durante toda la pandemia, y que deltacrón es una probable contaminación durante la secuenciación.

Krutika Kuppalli, especialista en enfermedades infecciosas de la OMS, sostuvo que deltacrón y flurona no existen, y ómicron y delta no formaron una supervariante, sino que es probable que se trate de una contaminación de laboratorio de fragmentos de ómicron en un espécimen delta.

Lo que sí constituye una realidad irrefutable es la alta transmisibilidad de la variante ómicron, considerada como de preocupación por la OMS, la cual combina sabiamente una serie de mutaciones en la proteína S que la hace más transmisible y más evasiva de la inmunidad, afirmó la doctora en Ciencias Dagmar García Rivera, directora de Investigaciones del Instituto Finlay de Vacunas.

La científica cubana advirtió que gracias a la estrategia de vacunación adoptada en el país se puede hacer un manejo diferente de los casos ante la nueva ola, en la que seguirá subiendo el número de positivos, pero no lo harán significativamente los pacientes graves, críticos ni los fallecidos, acotó.

Al respecto, el doctor en Ciencias Daniel García Rivera, jefe del Laboratorio de Síntesis Química y Biomolecular de la Universidad de La Habana, apuntó que el alto porcentaje de vacunados de Cuba y la disponibilidad de poner dosis de refuerzo de forma rápida y generalizada es «nuestra carta ganadora»., agregó que las vacunas no lograrán erradicar totalmente al SARS-CoV-2, pero con su ayuda estamos en el camino de convertirlo en el quinto coronavirus endémico, manifestó.

Este largo trayecto no concluye con ómicron, y desde la OMS sus funcionarios llaman a mantener la cautela.
Y es que las cifras de contagios revelan que la mayor propagación de la variante repercute en los sistemas sanitarios con el aumento de las hospitalizaciones, a lo que se unen otras patologías.

También desde el organismo internacional alertan que la alta transmisibilidad de ómicron hace improbable que sea la última calificada como de preocupación, de ahí la necesidad de un mayor acceso de las poblaciones a las vacunas contra la COVID-19 para, entre otros beneficios, reducir la posibilidad de que surjan nuevas mutaciones.

Desde Cuba es imprescindible incrementar la autorresponsabilidad, extremar las medidas higiénico-sanitarias, ventilar espacios, completar los esquemas de vacunación y recibir el refuerzo para enfrentar el incremento de casos de COVID-19 de las últimas semanas.

enero 12/2022 (ACN)

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