Recuperar personas que regresan a la vida, verlas caminar nuevamente o compartir la alegría de quienes, luego de un tratamiento, pueden mover con más facilidad, sus piernas, sus rodillas, sus brazos adoloridos, es un acto de amor indescriptible.

En el Estado venezolano de Monagas, conocimos a los Doctores de Villa Clara Dayexy Bandomo Quevedo y Daniel Rojas Dávila. Dayexy labora en el Centro de Diagnóstico Integral “Ramón Montaño” en la Parroquia de Boquerón, de Maturín, la capital del Estado, y Daniel presta sus servicios en el municipio Caripe.

Son dos jóvenes villaclareños que se convierten en ángeles de la felicidad, porque escogieron ser médicos y especializarse con Diplomados en Medicina Física y Rehabilitación.

En Monagas atienden a pacientes de un pueblo hermano y lo hacen con el mismo cariño que se desempeñaron, recién graduados en su tierra natal.

Según nos cuenta la Doctora Bandomo Quevedo, ella fue ubicada anteriormente en el municipio Bolívar, donde recorría varios Centros de Diagnóstico Integral, y en Maturín también llega a cinco instituciones de ese tipo, en una especialidad que es altamente demandada.

“Es una experiencia inolvidable, tenemos muchos pacientes agradecidos con nuestro apoyo, y con la ayuda que les préstamos para reintegrarlos a la vida diaria”.

Para ella lo más difícil fue la separación de la familia, llegar a un país desconocido con otra cultura, enfrentarse con personas de diverso carácter, hacer nuevos amigos, y hasta adentrarse en un léxico que no es el mismo, sin embargo, es mayor el orgullo de ver el resultado de su trabajo.

Para ella, hay historias que estremecen. “Tuve un niño que asistió a nuestra Sala de Rehabilitación con una hidrocefalia, el bebé no se movía prácticamente y con el apoyo de especialistas cubanos y venezolanos logramos que caminara. Fue un trabajo muy intenso, pero con el tratamiento rehabilitador que hicimos todos los días alcanzamos nuestra meta, el niño empezó a dar sus pasitos, se unió con mucho cariño a nosotros, nos abrazaba, nos asimiló como familia, vivía prácticamente en el CDI, empezó a andar, a lanzar objetos y ganó un mayor desarrollo sicomotor”.

“Llevo casi un año en Venezuela brindando apoyo, atención a la población en las salas de rehabilitación, es gratificante ver a los pacientes que llegan con muchas patologías, como enfermedades cerebrovasculares, hemiplejias, hemiparesias, Parkinson, Guillain Barré, y otros padecimientos que imposibilitan la marcha, y con nuestros servicios vemos que salen caminando de las salas. Es muy bonito ver la gratitud de esas personas que nunca pensaron que podrían recuperarse, no imaginaban que podían lograrlo, es una emoción muy grande”, señala.

Dayexy asevera que “ha sido difícil, pero constituye una enseñanza, me ha hecho empinarme como persona, tuve que aprender a crecerme sola como ser humano, aquí lejos de mi familia, pero decidí venir, ayudar y tener una experiencia más en mi corazón”.

Prácticamente recién graduados, llegaron a Venezuela, donde permanecen hace casi un año, y ya cuentan historias que los engrandecen no sólo como médicos, sino como seres humanos más nobles, más sensibles, más identificados con el dolor ajeno. Para ambos, esta misión quedará para siempre en el libro de su vida, porque lejos de la familia, de los amigos, en otro país con una cultura diferente, han madurado.

En ello concuerda Dayexy, quien confiesa que de Venezuela “me llevo las experiencias, nuevas amistades, conocimientos más profundos que he adquirido, porque he investigado mucho, así que regresaré a Cuba más capacitada profesionalmente”.

Entretanto, Daniel puntualiza que nunca pensó cumplir esta misión, pero cuando se le ofreció la oportunidad de hacer el Diplomado, “dimos el paso al frente, sabíamos que nos enfrentaríamos a un nuevo peldaño de nuestra carrera profesional, pero lo hemos logrado. Sin dudas, si me volvieran a preguntar mi disposición para cumplir una Misión, lo volvería a hacer, porque es una experiencia única donde nos espera un mundo distinto, culturas diferentes, lenguajes diversos, pero venimos aquí a brindar salud a la población venezolana con la misma entrega que lo hacemos en Cuba, y ese compromiso queda en pie y se renueva cada día”.

Son las confesiones de dos jóvenes médicos cubanos que en Venezuela han devuelto la esperanza a cientos de pacientes que hoy vuelven a andar por la vida gracias a la magia de la rehabilitación.

https://www.radiorebelde.cu/dayexy-y-daniel-la-magia-de-la-rehabilitacion-07122023/

11 diciembre 2023| Fuente: Radio Rebelde | Tomado de | Noticia | Ciencia

Rehabilitación, médicos cubanos, Venezuela, colaboración médica, tratamiento

Daniela será mamá. Nos lo ha dicho con una tímida sonrisa con la que apenas muestra los dientes, asumo sea por la incertidumbre, preocupación, felicidad a flor de piel, o cualquiera de esos otros tantos sentimientos abrumadores cuando se trata de la primera vez.

Ella, como nosotras, posee todos los derechos para sentir esa cantidad de emociones juntas, porque una cree y hasta se convence –antes de tener hijos– de que durante el embarazo engorda nueve kilos, uno por mes, dicen…, pero mi primero lo terminé con 20 por encima del peso inicial. Y ahí el terror se apoderó de mí, cuando mi bebé solo pesó tres kilos y medio.

Hasta llegamos a creer que ser mamá no es tan difícil; otras parecen más desenfadas en su quehacer.

Entonces aparecen ese miedo irracional, desorientación, confusión, un no sé qué que no te deja ubicar en tiempo y espacio, pero tampoco lo entiendes y te estresas.

Luego llega el desengaño, pues dormir mal no tiene necesariamente que influir en nuestro humor, y te percatas cuando un día a las 5:30 de la mañana una sonrisita traviesa o una carcajada muestran la encía pegada a tu pecho, y descubres que eso te hace inmensamente feliz, aunque apenas hayas dormido.

Los planes de una maternidad “respetuosa”, “correcta”, o “adecuada” se convierten en el manual de ensamblaje que ni lees ni pones en práctica, pues la vida y la experiencia son mucho más “ricas”. Le pondrás a ver muñes –los apropiados según la etapa– para poder bañarte, peinarte y vestirte, todo de una, y ni lo dudarás. Puede que incluso, aquello de dormirle en otra cama o cuarto no sea; así te darán los diez, 18, 26 meses o cinco años de edad durmiendo a su lado, en tu propia cama.

Por supuesto, tampoco pensaste en que se podía caer, y un día sucedió, en una milésima de segundo mientras te diste media vuelta un instante. Y vuelve una a sentir ese miedo irracional del día en que volviste a casa dispuesta a enfrentar esta nueva vida.

Recuerdo entonces la frase dicha por la madre de una buena amiga y por tantas mujeres antes: “Desde que ustedes nacieron nunca más dormí tranquila”. ¡Cuánta verdad decía! Tú creyendo que seguirías durmiendo como tronco, pero no, siempre le escuchas en medio de la noche, de la oscuridad, del más profundo sueño.

Ciertamente no todo es lindo tampoco, el brazo extendido a 90 grados puede doler, y a veces hará falta levantar la voz, como cuando se te suelta de la mano y cruza solo la calle, o se esconde en casa y te hace pasar un susto de muerte.

Antes, pensaba que habría problemas donde en realidad no los hay, y solo en algo una no se equivoca, en que cuando tienes hijos la vida cambia para siempre, porque empiezas a querer a esa nueva persona más que a tu propia vida.

Sí, Daniela será mamá. Tal vez, aunque no le hemos dicho, no sabe o sospecha que confiamos en que dará lo mejor de sí, que nadie la juzgará y que se puede tomar su tiempo para hacer las cosas a su propio ritmo y el de su bebé. Todas fuimos Daniela alguna vez.

11 diciembre 2023| Fuente: Victoria.cu| Tomado de |Opinión| Isla de la Juventud

diciembre 11, 2023 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: Bienestar, Cuba, De la prensa cubana, Felicidad, Salud | Etiquetas: , , , |

Cuando al bisoño doctor Carlos Ramón Aguilar Fonseca lo mandaron a trabajar a la comunidad serrana de El Diamante, en el municipio de Guisa, no imaginó que en ese paraje de la geografía granmense encontraría motivaciones nuevas para amar más su profesión y entender, cabalmente, cuánto de entrega y sacrificio implica la labor de un médico.

Una vivencia similar ha tenido la joven doctora Claudia Milanés Lago, quien –en menos de un año de trabajo asistencial en el asentamiento rural de La Guanábana, perteneciente al municipio de Media Luna– ha tenido que vencer su miedo a montar a caballo, cruzar ríos crecidos, realizar procederes de urgencia que solo había visto en libros, o asistir a una embarazada a término.

Carlos y Claudia no se conocen. Pero ambos desafían sus miedos, vencen escollos insospechados y dignifican, con su empeño, el servicio de Salud en esas zonas rurales.

Crecerse

De todas las anécdotas que ya atesora en su memoria el doctor Carlos Ramón, hay una que ha marcado su labor asistencial en la montaña, pues a solo un día de su llegada a El Diamante, tuvo su «estreno» en la comunidad con una urgencia médica, que lo hizo recorrer varios kilómetros a pie, en medio de la madrugada.

«Recuerdo que me llamaron sobre las dos o tres de la mañana, y solo me dijeron: “Juan se ha puesto malito”. Se trataba de un paciente de 62 años, con dificultades motoras y epiléptico, que esa noche había sufrido una crisis y los familiares no tenían medicamentos a la mano para tratar los estatus convulsivos.

«Salí con un vecino del lugar y debemos haber caminado unos tres o cuatro kilómetros, en los que tuvimos que cruzar el río y atravesar algunos cafetales para acortar el camino. Allí, luego de atender al paciente y lograr estabilizarlo, vi el amanecer entre charlas y tasas de café».

La doctora Claudia también ha vivido experiencias estremecedoras en La Guanábana. No le han faltado las urgencias para crecerse como galena.

«Cuando comencé a trabajar en esa comunidad rural había hecho muy pocos procederes de enfermería, y solo durante la carrera. Sin embargo, con las intensas lluvias que afectaron a la provincia el pasado mes de junio, tuve que asistir a un anciano que llegó en la madrugada con un globo vesical, y había que pasarle una sonda.

«Ese día tuve que crecerme y realizar el procedimiento porque, con las lluvias, no era posible llevarlo hasta donde había una enfermera, pero todo salió bien. La gratitud del abuelito y la de sus familiares fue, en ese momento, un regalo para mí.

«En otra ocasión tuve que asistir también a una gestante de la comunidad serrana de Cinco Palmas (ubicada en la Sierra Maestra, y cerca de La Guanábana), que vivía lejos de la carretera y del consultorio. Con la ayuda de la enfermera, tuve que atenderla en el portal de una vivienda, darle los primeros auxilios y ponerle hidratación, hasta que llegó la ambulancia.

«Aquella paciente –que en otras ocasiones había perdido sus embarazos– me permitió ayudarla a escoger el nombre de su futuro bebé. Hoy los dos se encuentran muy bien de salud».

Vencer los escollos

La labor asistencial de un médico en zonas rurales y de montaña no es una faena sencilla. Bien lo saben estos dos jóvenes galenos (Carlos y Claudia), quienes han tenido que lidiar con la falta de transporte para llegar a sitios intrincados, la insuficiente disponibilidad de insumos o las limitaciones de medicamentos.

«En medio de las complejidades que está enfrentando el país, la labor nuestra también se afecta, pero creo que lo que nos corresponde es, con lo que tenemos, darles la mejor atención médica a nuestros pacientes y pobladores, y que se haga notar que hay un médico en la zona», apunta el doctor Carlos Ramón Aguilar.

«También el paciente debe tener la certeza de que puede contar con ese médico a la hora que sea. Por eso nosotros no tenemos horario, porque una urgencia médica nunca puede esperar. Y si se hace, además, con abnegación, amor y respeto, al final uno logra, en ocasiones, hasta sacarle una sonrisa a ese paciente, en medio de su dolor», subraya.

La doctora Claudia Milanés también pondera la importancia que tiene el apoyo de la comunidad a los médicos en esas zonas rurales, pues son sus propios pobladores los que integran los grupos comunitarios que agilizan el traslado de algún paciente hacia centros de Salud en las cabeceras municipales, o viabilizan la llegada de los galenos hasta las casas de pacientes encamados, entre otras acciones.

«La atención que uno brinda como médico en una comunidad rural es primordial para esa población, pues de cierta forma sus habitantes se sienten protegidos cuando saben que en el consultorio hay un médico o una doctora.

«Y si bien es cierto que nos golpea la falta de transporte y de algunos recursos, también hay que reconocer que, sin el apoyo de la comunidad, nuestro trabajo sería mucho más difícil, pues no solo te acogen como a una hija, sino que ayudan a aliviar dolores, con el empleo de la medicina natural», apunta la galena.

El mayor premio

Para Claudia no hay mejor satisfacción en su labor diaria como doctora, que la gratitud de una madre, después de ver recuperado a su bebé, o la sonrisa del abuelito «al que le pasas la mano y le dices que todo va a estar bien».

Carlos disfruta de ese cariño proverbial que ya le profesan sus pacientes. «Un día me tomo un café aquí, otro día me brindan almuerzo allá, y así fluye la relación con la comunidad, que es ya como mi otra familia».

Eso, dicen ambos, es el mayor premio que pueden recibir.

9 diciembre 2023|Fuente: Granma| Tomado de |Noticia | Cuba

diciembre 9, 2023 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: Ciencia, Cuba, De la prensa cubana | Etiquetas: , , |