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Técnicos, médicos y especialistas del aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, de Varadero, unen su profesionalidad para reforzar la vigilancia sanitaria en frontera.
Un ambiente tranquilo, de mucha vigilancia epidemiológica y responsabilidad frente a la expansión del COVID-19 en cerca de 80 países, se aprecia desde hace días en el aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, por donde arriban miles de pasajeros y vacacionistas cada año, principalmente en tránsito hacia el famoso balneario de esta localidad.
Su colectivo de trabajo y el personal de la sección de Control Sanitario Internacional saben cuánto repercute una exhaustiva atención para detectar a tiempo a portadores del virus que arriben a nuestro Archipiélago por cualquiera de sus terminales aéreas.
Hasta allí nos trasladamos temprano en la mañana de este miércoles y comprobamos el rigor tanto en la vigilancia del estado de salud de los pasajeros como en la protección de enfermeras, médicos y personal técnico o de apoyo en las labores de Aduana, Inmigración y Extranjería, tiendas variadas y locales que ofertan servicio gastronómico.
Cuba respeta los protocolos
El doctor Carlos Raúl Pérez Hernández, jefe de la sección de Control Sanitario Internacional, explicó que una de las medidas que se adoptan para el control del coronavirus en la frontera es la clasificación de los vuelos según el riesgo de su lugar de procedencia (contando como alto riesgo a China, Corea del Sur, Japón, Italia, Tailandia e Irán).
Aun si el vuelo proviene de áreas con nula o baja transmisibilidad del COVID-19, se dialoga con la tripulación para conocer si apreciaron a algún pasajero con problemas de salud, y si es negativa la respuesta, el médico comienza el pesquisaje de todos los viajeros, que después pasan por el escáner de temperatura, equipo que refleja si tiene fiebre sin importunarles demasiado ni retrasar sus trámites.
«En Inmigración y Extranjería se controlan los pasaportes para verificar si alguien tiene entradas a países de mayor riesgo. A esas personas se les entrevista también y si su estado de salud es asintomático, se les toman sus datos personales y la dirección del hotel o casa de renta en que se hospedarán, información que se envía al Centro Provincial de Higiene y Epidemiología, desde donde se distribuye a las áreas de salud de la comunidad y centros turísticos para brindar un seguimiento estricto a la salud de dichos pasajeros», cuenta Pérez Hernández.
Como Vuelo de riesgo se catalogan hoy los arribos de la aerolínea Neos (dos semanales, procedentes de Italia). Por tanto, el control se refuerza con mayor cuidado sobre todos sus pasajeros.
A veces el escáner de temperatura brinda un falso positivo (la temperatura elevada puede responder a otras causas), y a esa persona se le realizan otros exámenes para descartar una posible infección de COVID-19, atendiendo a su sintomatología clínica.
A quienes proceden de otras áreas de riesgo, si presentan cualquier síntoma respiratorio sospechoso se les remite al cuarto de aislamiento de la instalación, acondicionado para atender estas emergencias sanitarias, y hay una ambulancia lista para trasladar a la persona, si el caso lo amerita, hacia el hospital.
Ese es el protocolo aplicable para cualquier evento epidémico que se presente, precisó Pérez Hernández: «Si cada cual pone todo su empeño en su labor diaria, solo tendríamos como brecha a personas que entren en el período de incubación. Y aunque pudiera pasar alguien con la infección, pero asintomático, si se le hace el control establecido cuando llega al hotel o área de salud, se cierra esa brecha de inmediato.
«Es posible que algunos trabajadores se sientan preocupados, pero saben la responsabilidad que tenemos como especialistas en frontera y están claros del valor de todas las medidas higiénicas de la OMS y el Ministerio de Salud Pública para prevenir el contacto directo con estos pasajeros», resumió el funcionario.
Está bien establecido que todo el personal involucrado en esas operaciones de riesgo, cuando termine tiene que lavarse las manos con gel e hipoclorito, sustancias que se han colocado en todos los baños del aeropuerto. Además, se cuenta con una solución de cloro para limpiar superficies, y en cuanto pasan los vuelos se higienizan las cabinas y puestos de trabajo.
Olfato y tecnología
La sagacidad de este colectivo especializado va de la mano con la tecnología para prevenir y detectar el COVID-19.
«El escáner capta la temperatura a partir de 37,5 grados. En caso de detectar algún pasajero con esta característica se separa de la fila para hacerle una termometría digital y entrevistarle», dice Alina Busto Fernández, técnica de escáner, con 12 años de trabajo en el aeropuerto. «La familia se preocupa, pero le hacemos saber que esta es nuestra responsabilidad para salvaguardar al país de ese flagelo», reafirma ella.
«Por aquí no ha entrado ni va a entrar ese virus sin ser detectado», asegura la doctora Mayda Alfonso Saladrigas, jefa de turno, y detalla que para una vigilancia correcta cuentan con tres líneas de observación: la primera, al recibir el vuelo, cuando se realiza la entrevista preliminar a la tripulación; la segunda es el escáner de temperatura, y en caso necesario se le realiza termometría digital».
La doctora nos cuenta que en el salón de la Aduana se les pide una declaración de salud a todos los viajeros cubanos, quienes tienen que pasar por un control aunque vengan asintomáticos.
Lo más efectivo es respetar esos protocolos, de conjunto con la Aduana y los técnicos de Inmigración y Extranjería.
Más allá de confiar en la técnica, se explotan todas las posibilidades de vigilancia clínica, pues aunque un pasajero no marque fiebre en el sensor de temperatura, si viene con cambio de coloración, estornudando, tosiendo o con lesiones en la piel, igual se le aparta del grupo para profundizar en su estudio.
«Nuestro control es riguroso. Trabajamos cohesionados y al menor signo de alerta movilizamos a todo el equipo», sostiene la doctora Alfonso, quien lleva 30 años laborando en este aeropuerto.
Por su parte, la licenciada en Enfermería Felicia Rodríguez Villamil afirmó que su equipo está consciente de la labor que realiza y lo delicada que es para el país: «Para no molestar al pasajero lo estudiamos de manera que no se sienta nervioso, sin crear pánico», refiere Rodríguez Villamil.
Vivian Portal Díaz es la doctora que recibe el vuelo en el avión y entrevista a la tripulación. Según reconoce, «esa labor tiene riesgos, pero es vital para el país», sintetiza.
La licenciada en Enfermería Milaine Artiz Scull relata: «Muchas personas me preguntan si va a entrar el coronavirus a Cuba y una le brinda la información oportuna sobre esa enfermedad, y cómo prevenirla».
De cómo atajarla en frontera se encargan muchos equipos de trabajo, les dice, e insiste en la importancia de cumplir las medidas higiénicas individuales para evitar cualquier posible transmisión.
marzo 05/2020 (Juventud Rebelde)