Cuba ya tiene un nuevo Código de las Familias. Triunfó el Sí, y esa afirmación no solo nos sirve para validar una ley escrita en clave de afectos, sino que nos confirma, también, que hemos asistido a un suceso histórico como nación, cuya mayor conquista ha sido la victoria del amor y de la justicia.

En ese resultado está implícito, además, el sentir de la mayoría que refrendó en las urnas la necesidad de reconocer, en una norma jurídica, la pluralidad, de familias existentes en el país, con todos sus matices y derechos.

Familias diversas que hoy agradecen la oportunidad de poder «enfrentar» viejos prejuicios, consolidar lazos afectivos, resolver –desde la legalidad– conflictos domésticos, o sencillamente soñar con un futuro cercano y posible en el que se abran nuevas opciones para la adopción, la maternidad y la paternidad asistidas, entre otros tantos asuntos neurálgicos que viven los cubanos y las cubanas en su cotidianidad.

Incluso, más allá de lo jurídico, hay un gran éxito moral en cada persona que con su Sí apostó al respeto que merecen las parejas homoafectivas; a la salvaguarda de los derechos de niños y abuelos; al cuidado de los adultos mayores; y al reconocimiento de la igualdad de hombres y mujeres para realizar las actividades dentro del hogar.

Y aunque este es solo el principio de un largo camino en el empeño por construir una sociedad más justa e inclusiva, es preciso reconocer que, con la aprobación del Código, se ha logrado dar un salto de altura sin parangón en el plano familiar y legislativo de la Isla.

Ese ha sido, sin duda, un primer reto vencido; un logro que nos beneficia a todos sin lacerar la dignidad de nadie…; un triunfo indiscutible.

Sin embargo, en lo adelante vendrán otras batallas, no menos difíciles, porque se sabe que la ley, por sí sola, no resolverá de la noche a la mañana lo que durante décadas se ha asentado y hasta «normalizado» en el sentir y actuar de muchísimas personas.

Además, el Código establece normas, regula procesos, pone en el horizonte inmediato del país soluciones a numerosos fenómenos sociales que hasta hoy permanecían en un limbo legal, pero para su mejor aplicación se requerirá, necesariamente, de un mayor acercamiento a la cultura jurídica que aún nos debemos como sociedad.

No obstante, esos desafíos por venir, Cuba celebra una victoria hermosa, llena de historias que revelan la grandeza de un pueblo, que, en su heterogeneidad, decidió, ante todo, «abrazar» el amor.

octubre 02/2022 (Granma)

octubre 4, 2022 | Maria Elena Reyes González | Filed under: Cuba, De la prensa cubana, Legislación, Sociedad | Etiquetas: , |

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