Jul
22
Un cartel: “Área estéril” anuncia la entrada a la sala de cuidados intensivos pediátricos del Hospital Provincial General Docente “Dr. Antonio Luaces Iraola” de Ciego de Ávila. Manos firmes –más sensibilidad y saberes adquiridos por años– sostienen a los niños que llegan a este lugar.
Detrás de las puertas de esta sala late una historia de humanidad. Nacida el 29 de septiembre de 1982 por voluntad de Fidel Castro tras la trágica epidemia de dengue que segó más de cien vidas infantiles, esta unidad se convirtió en bastión de esperanza en el centro médico avileño. Aquí no se trabaja, se vive la medicina.
Los días de la Dra. Diana Luisa Mendoza Moreno, pediatra con 30 años de experiencia y jefa de servicio de la sala, transcurren entre monitores, ventiladores y una férrea voluntad de salvar vidas. Su mirada experta ha visto pasar generaciones de niños, algunos convertidos ahora en padres que regresan con sus propios hijos. “Nadie se acostumbra a la muerte”, confiesa y recuerda el “Libro Rojo” donde antaño se registraban hasta 12 fallecimientos mensuales; hoy, menos de cuatro al año.
¿Qué hace falta para trabajar aquí? “Antes que diplomas, corazón”, sentencia la doctora mientras se ajusta el gorro quirúrgico.
“El objetivo de Fidel era establecer una red de salas de terapia intensiva en todo el país, y esta unidad fue una de las primeras en inaugurarse. Desde sus inicios, el servicio ha contado con personal altamente especializado. Para trabajar aquí, no basta con ser médico o enfermero; es necesario formarse específicamente en cuidados intensivos pediátricos. Aunque ya no quedan fundadores en activo, muchos llevan décadas dedicados a esta labor”, cuenta a Cubadebate la doctora Diana.
Se graduó de medicina en 1990, se especializó en pediatría y, en 1995, viajó a La Habana para realizar un entrenamiento nacional en terapia intensiva pediátrica, ya que en aquel momento solo existían centros acreditados en La Habana, Villa Clara y Holguín. Ese mismo año, se incorporó a la sala del Antonio Luaces Iraola, donde lleva más de tres décadas trabajando. “Aquí me formé como intensivista y consolidé mi carrera como pediatra”, enfatiza.
La doctora recuerda al primer jefe de servicio fue el Dr. Héctor Gómez, ya fallecido, quien sentó las bases de esta unidad. Otra figura clave es la Dra. Caridad Nurkes Gómez, formada en Holguín y una de las fundadoras. Ella fue su mentora, la persona que la guió en sus primeros pasos en la terapia intensiva, y hoy sigue aportando su experiencia como profesora consultante del servicio.
Si preguntas cuáles son las características del personal de la sala, Mendoza Moreno dice que lo primero y más importante es el amor a los niños.
“Siempre les inculcamos a los jóvenes profesionales que estos niños deben ser tratados como si fueran parte de nuestra propia familia. La forma en que nos gustaría que nos trataran a nosotros, así debemos tratarlos a ellos, especialmente porque los niños son seres indefensos. Si nosotros no los cuidamos con dedicación, ¿quién lo hará?”.
La especialista considera que antes que cualquier habilidad técnica, debe existir amor genuino por los niños. “Solo después vienen todas las demás cualidades profesionales: la búsqueda constante de superación, la excelencia clínica, la actualización médica. Pero el cimiento es el afecto y el respeto a las familias”.
La doctora Diana confiesa que tiene un principio personal que siempre comparte: tuvo la dicha de ser pediatra e intensivista antes de ser madre, y luego continuó siéndolo después de serlo. Esa experiencia, refiere, le enseñó que la maternidad da una perspectiva completamente diferente.
“Nadie puede medir el cariño de una madre por su hijo, cada una lo expresa de manera única. Por eso, respetar a las familias es crucial, porque nadie conoce mejor a un niño que su madre. Hoy día, con los cambios sociales, a veces es otro familiar, incluso un vecino, quien acompaña al pequeño, y eso puede hacer que el niño se sienta más vulnerable. Si nosotros, como equipo, no les brindamos protección y afecto, ¿quién lo hará?”, repite la pregunta.
Este es, precisamente, el principio rector de la sala de cuidados intensivos pediátricos. “Aunque hoy hay muchas caras jóvenes en el servicio, todos han aprendido esta filosofía. Puedo decir con orgullo que aquí, cada profesional – desde los más experimentados hasta los recién llegados– trabaja con ese amor que marca la diferencia entre un tratamiento bueno y uno verdaderamente excepcional”.
A la siguiente pregunta, la doctora responde con determinación: “Existe la creencia errónea de que quienes trabajamos en terapia intensiva nos acostumbramos a la muerte. La verdad es que nunca lo haces. Lo que sucede es que, con el tiempo, desarrollas la capacidad profesional de identificar qué pacientes tienen mayor riesgo de fallecer. Ante esos casos, activas mecanismos de defensa emocional: intentas ayudar desde la empatía, enfocándote en hacer ese tránsito menos doloroso para la familia. Pero decir que uno se adapta a la muerte sería mostrar insensibilidad. De hecho, hay compañeros que prefieren no estar presentes en esos momentos, precisamente, porque el dolor es acumulativo, especialmente cuando se trata de niños”.
En nuestro servicio llevamos un registro minucioso, explica. “Todos los ingresos se anotan en el Registro de Morbilidad, una práctica común en todas las terapias intensivas del país. Pero aquí tenemos además un documento histórico: el Libro Rojo, llamado así por su encuadernación colorada hecha en imprenta. Hace poco, mientras preparábamos un estudio sobre la evolución de la morbilidad en el servicio, alguien del equipo veterano dijo: ‘No saques el Libro Rojo’. La razón es impactante: cuando comencé a trabajar aquí, en un solo mes fallecían 12 niños. Hoy, en todo un año, no perdemos ni cuatro pacientes”, dice y no puede ocultar la satisfacción de esta disminución en la mortalidad.
Actualmente, los fallecimientos que registran suelen ser casos con pronósticos muy complejos desde el inicio: recién nacidos con menos de 1000 gramos de peso que pasan meses en neonatología, o pacientes con condiciones sociales críticas.
“Contrasta enormemente con épocas anteriores, cuando veíamos llegar niños con infecciones fulminantes como meningoencefalitis que fallecían en cuestión de horas. Los accidentes siguen siendo casos que nos impactan profundamente, porque ocurren de forma abrupta. La muerte no es algo a lo que te acostumbras; aprendes a enfrentarla, pero nunca deja de doler. Y duele más cuando son niños”.
La doctora tiene presente los nombres de la mayoría de sus pacientes; algunos han marcado su carrera. Recuerda especialmente a Rochelle, una niña aparentemente sana que desarrolló una miocarditis aguda con insuficiencia cardíaca severa.
“Estuvo tres meses con nosotros, conectada a ventilación mecánica, en una batalla con pronóstico incierto. Hoy está en casa, jugando como cualquier niño. Casos como el de Melody, o aquel paciente quirúrgico que ahora es padre, o Madison y José Manuel (este último con malformaciones intestinales complejas), demuestran que detrás de cada estadía prolongada hay una historia de lucha. Recordamos sus nombres, sus rostros, sus batallas”.
El impacto de su trabajo se refleja en detalles conmovedores. Recientemente, una publicación en redes sociales sobre su sala generó un comentario emotivo: una madre reconoció a Camila, una enfermera del servicio, porque recordaba cómo había cuidado a su hija.
“Esto ilustra algo fundamental: en terapia intensiva, el personal de enfermería es el alma del servicio. Son ellos quienes alimentan, bañan, visten y hasta hacen moños a los pequeños; quienes establecen ese vínculo cotidiano que las familias nunca olvidan. Un médico puede indicar tratamientos, pero sin enfermeros, no hay cuidado intensivo real. Su labor humaniza nuestra ciencia”.
Entre las principales limitantes, la doctora Diana habla de la escasez de personal sanitario. “Enfrentamos una situación extremadamente difícil: en el área de enfermería, nuestra plantilla ideal debería contar con 35 profesionales, incluyendo a la licenciada Blanca, nuestra jefa de enfermería. Sin embargo, en estos momentos solo disponemos de 16 enfermeros en activo. Estos profesionales realizan turnos extenuantes de 24 horas de trabajo continuo por 48 horas de descanso. La semana pasada tuvimos ocho pacientes simultáneamente conectados a ventilación mecánica, lo que requirió un esfuerzo extraordinario”.
En el equipo médico, la situación es igualmente compleja. La plantilla formal debería incluir al menos nueve médicos de diferentes categorías, pero actualmente solo cuentan con cuatro especialistas.
“Aunque como jefa de servicio no formo parte oficial de la plantilla asistencial, en la práctica cumplo las mismas funciones clínicas que cualquier otro médico del equipo. Los turnos médicos son igualmente agotadores: 24 horas de guardia por 72 de descanso, y durante el período vacacional se intensifican a 24 por 48”.
Si bien reconoce que trabajar bajo estas condiciones es sumamente difícil, asegura que el compromiso del equipo es inquebrantable. “Implementamos estrategias para organizar los descansos y mantener la calidad de la atención, aunque la realidad es que la situación del recurso humano ha alcanzado un punto crítico”.
El camino hacia la medicina pediátrica de la doctora Diana comenzó en La Trocha, una zona rural entre Júcaro y Morón, específicamente en el poblado conocido como Pitajones. “Mi familia ha vivido allí desde 1934, cuando mi abuelo estableció su finca. Desde muy pequeña mostré una inclinación natural hacia el cuidado de los demás”.
Recuerda que sus primeros juegos eran kits de enfermería que venían con los juguetes. A los cinco años le decía a su madre que quería ser “inyectora”, aunque dice que en su familia no había ningún antecedente médico.
La inspiración definitiva llegó a los ocho años, cuando los doctores Jorge Rubí y Matilde Carvajal, médicos camagüeyanos, llegaron al municipio de Venezuela para realizar su servicio social. “La Dra. Carvajal, en particular, se convirtió en mi modelo a seguir: después de especializarse en pediatría, cumplió misiones internacionales en Irán, Irak y Argelia. Su dedicación y profesionalismo me mostraron el camino que quería seguir”.
Al terminar el preuniversitario, su madre se opuso a que estudiara medicina. “Como única hija mujer entre tres varones, temía que la carrera me alejara de la familia. Pero la vocación era más fuerte”.
La especialista asegura que nadie le inculcó el amor por la medicina, sino que nació al ver el ejemplo de aquellos médicos que dedicaban su vida a cuidar a otros.
Ingresó a la facultad de medicina en 1984. Después de graduarse en 1990, hizo su servicio social en Venezuela, la especialización directa en pediatría y un año de formación en terapia intensiva en La Habana.
Cuenta que su hija decidió no seguir sus pasos. “Un día me dijo ‘Mami, no quiero ser médico como tú’, y respeté profundamente su decisión porque la verdadera vocación médica, especialmente en pediatría, no puede ser impuesta: debe nacer del amor genuino por cuidar a los demás”.
La doctora Diana está consciente que el trabajo en su sala no es solo sobre batallas médicas, sino sobre el amor que transforma estadísticas en historias. La de Rochelle, que tras tres meses conectada a un respirador hoy corre en un parque; o la de José Manuel, cuyo megacólon congénito lo llevo hasta la UCI pediátricos. Es un quehacer sostenido por enfermeras como Camila, que hace moños colorados que alegran las mañanas de los pequeños pacientes.
La doctora Diana y su equipo reafirma que la excelencia médica se mide no solo en tasas de supervivencia, sino en sonrisas recuperadas, en familias reconfortadas, y en profesionales que cambian turnos agotadores por la satisfacción de salvar una vida.
20 Julio 2025 Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Salud
Jun
27
El personal médico cubano está en primera línea en los momentos más críticos de los lugares, desde la atención a terremotos, la lucha contra el Ébola en África, la COVID en Europa… Estos hombres y mujeres han demostrado que el humanismo no es solo un ideal, sino práctica viva.
Así lo refirió el señor Stefano Vescovi, embajador de Suiza en Cuba, durante la ceremonia de creación de la Comisión Nacional de Derecho Internacional Humanitario (CONADIH), acto que fue encabezado por el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Con la creación de la CONADIH, Cuba «ratifica su compromiso con las tradiciones humanitarias heredadas de su proceso revolucionario, así como con la defensa del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas, con la certeza de que siempre defenderá la paz y se opondrá al uso o amenaza de la fuerza contra cualquier Estado», se refirió en la constitución de este órgano consultivo técnico.
A la ceremonia asistieron los miembros del Buró Político, Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores, y el General de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera, ministro de las FAR, entre otros dirigentes del Partido, el Estado y el Gobierno, y el señor Francisco Pichón, coordinador residente del Sistema de las Naciones Unidas en Cuba.
Previo a darse lectura al Decreto Presidencial que establece la Comisión Nacional de Derecho Internacional Humanitario en el país, y como representante del Estado depositario de los Convenios de Ginebra de 1949, piedra angular del Derecho Internacional Humanitario, el embajador Vescovi subrayó la larga trayectoria de solidaridad humanitaria de Cuba, la que —dijo— debe contarse.
Recordó que la constitución de estas comisiones nacionales tiene como base la 33ra. Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, celebrada en diciembre de 2019, en la que se aprobó la resolución Acercar el DIH, Hoja de ruta para mejorar la implemetación del Derecho Humanitario Internacional a nivel nacional.
Cuba —enfatizó— asumió esta resolución con gran seriedad. El diplomático felicitó, «en nombre de la Confederación Suiza, depositaria del Convenio de Ginebra y a título personal (…), de todo corazón, a las autoridades cubanas y al pueblo de Cuba por la creación de esta comisión».
Vivimos —señaló Vescovi— en un mundo lleno de oscuridad y sufrimiento, y la Cruz Roja está presente donde más se le necesita. Citó así a Gaza, «donde la crisis humanitaria alcanza niveles inhumanos»; entre Rusia y Ucrania; en conflictos internos como Siria, donde la Media Luna Roja brinda toda su ayuda; en Colombia y en otras zonas de conflicto.
A propósito de Colombia, destacó la labor ejemplar de Cuba a favor de la paz y la acción humanitaria realizada durante largos años con compromiso y maestría en compañía de los otros Estados garantes y facilitadores del proceso de paz en ese país sudamericano.
Cuba y la Cruz Roja trabajan juntos, comentó en otro momento de su discurso el Embajador suizo, quien también ponderó que la Mayor de las Antillas esté elaborando un informe voluntario sobre la aplicación del Derecho Humanitario Internacional, el cual —aseveró— representará una contribución concreta para alimentar los intercambios de buenas prácticas también a nivel internacional, porque sabemos, estamos convencidos —afirmó—, de que en este ámbito Cuba también tiene mucho que aportar y compartir con otros países.
La doctora Tania Margarita Cruz Hernández, ministra interina de Salud Pública, habló en nombre de la presidencia de la Comisión Nacional de Derecho Internacional Humanitario, que está integrada por diez ministerios y órganos del Gobierno cubano.
Entre las responsabilidades de la CONADIH están asesorar sobre los asuntos de su competencia a las instituciones del Estado y el Gobierno; realizar recomendaciones para armonizar la legislación nacional con los compromisos internacionales en esta materia; coordinar los esfuerzos gubernamentales para la difusión y promoción del conocimiento sobre el Derecho Internacional Humanitario; así como establecer intercambios y cooperación con entidades e instituciones similares en otros países.
La doctora Cruz Hernández señaló que la constitución de esta comisión será, «indudablemente, un paso superior en el fortalecimiento del Derecho Internacional Humanitario a nivel nacional y en la proyección de Cuba en esta esfera a nivel internacional».
«No partimos de cero —acotó—. Ya en nuestro país se trabajaba en completa armonía y coordinación entre los organismos pertinentes, principalmente el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Salud Pública, la Cruz Roja Cubana, entre otros».
Comentó que, para el diseño de la CONADIH, Cuba tuvo en cuenta las experiencias y buenas prácticas de otras estructuras similares de la región, las guías elaboradas por el Comité Internacional de la Cruz Roja y el intercambio con sus representantes, especialmente durante los diálogos de alto nivel que tuvieron lugar en La Habana en marzo de este año.
«Este —añadió— no es la conclusión de un proceso, sino el inicio de una nueva etapa en la cooperación, que continuará tributando al desarrollo de las excelentes relaciones entre Cuba y el Comité Internacional de la Cruz Roja».
La directiva del sistema cubano de Salud abordó también los grandes desafíos que hoy enfrentan el Derecho Internacional Humanitario y la labor humanitaria, cuyas normas —denunció— se incumplen con frecuencia e impunidad por parte de países poderosos.
Cruz Hernández reiteró en el acto constitutivo de la comisión, la solidaridad del Estado y el Gobierno cubanos con el pueblo palestino, y denunció la flagrante y sostenida violación del Derecho Internacional, el Derecho Internacional Humanitario y los derechos humanos de ese pueblo hermano.
«El genocidio contra la población palestina y las continuas violaciones del Derecho Internacional Humanitario cometidas por Israel, deben cesar, sin condiciones y sin dilación», exigió.
«A 76 años de la firma de los Convenios de Ginebra —subrayó—, deben cesar los ataques indiscriminados contra poblaciones enteras, contra campos de refugiados, contra el personal humanitario; deben protegerse los hospitales, las ambulancias y los servicios médicos. Es hora de detener el asesinato de mujeres, niños, niñas y ancianos».
En el cierre de sus palabras, la Ministra en funciones del Minsap reiteró, partiendo de las tradiciones humanitarias del pueblo cubano y en nombre de las instituciones que integrarán la CONADIH, el compromiso de Cuba con el fortalecimiento y defensa del Derecho Internacional Humanitario.
19 Junio 2025 Fuente: Victoria/ Noticias/ Salud
Abr
25
“Hoy nos convoca un motivo que va más allá de una profesión y fronteras geográficas: a todos los aquí presentes nos unen el amor por Cuba y el compromiso con la vida”, afirmó el ministro de Salud Pública, doctor José Angel Portal Miranda, durante el I Foro de Cubanos del Sector de la Salud Residentes en el Exterior.
El intercambio reunió a más de 30 participantes de forma presencial y a 360 conectados desde más de 50 países, incluyendo naciones como Canadá, Italia, Estados Unidos, Alemania, Serbia y Reino Unido.
Néstor Marimón, director de Relaciones Internacionales del Ministerio de Salud Pública (Minsap), calificó el espacio como “histórico”. “Es el primer encuentro que realizamos en el campo de la salud con cubanos que residen en el exterior, cubanos que ayudan, que contribuyen con el país”, destacó.
Marimón resaltó la participación sin precedentes, superando las cifras de reuniones similares previas en otros ámbitos como transporte y educación.
El ministro Portal Miranda enfatizó el vínculo afectivo y profesional de los emigrados: “Ustedes, que han llevado consigo los conocimientos aprendidos en esta Isla y han multiplicado su experiencia en otros contextos, están aquí porque no han dejado de mirar hacia su país con afecto, con orgullo y con la voluntad de contribuir a su desarrollo”, dijo.
Agradeció además a quienes, sin ser profesionales de la salud, apoyan iniciativas solidarias desde el exterior.
Portal Miranda recordó que este foro es parte del seguimiento a la IV Conferencia “La Nación y la Emigración” y enfatizó la firme disposición del gobierno cubano de crear mecanismos para la participación de los cubanos residentes en otros países en el desarrollo nacional.
“Existen múltiples espacios donde sus saberes, su experiencia y su vínculo con instituciones académicas y científicas del mundo pueden contribuir significativamente, no solo para superar obstáculos que hoy tenemos por delante e impiden una mayor resolutividad del Sistema Nacional de Salud, sino también para continuar avanzando en su constante perfeccionamiento”, apuntó el ministro.
Varios son los temas en los cuales podríamos contar con su participación— agregó—como el fomento de líneas de investigación de interés común, la colaboración en proyectos científicos, el intercambio de conocimientos, el desarrollo de tecnologías médicas, y el fortalecimiento de nuestras capacidades en Salud Pública.
“Estamos abiertos a escuchar sus propuestas, para juntos, identificar oportunidades de colaboración y tender puentes efectivos y afectivos”, afirmó.
Retos y solidaridad frente al bloqueo
En su intervención, Portal Miranda denunció el impacto del bloqueo económico de EE.UU. en el sistema sanitario cubano, señalando obstáculos para adquirir medicamentos y tecnología médica. Criticó además las campañas contra la colaboración médica internacional cubana, a la que calificó de “ejemplo de solidaridad global”.
“Ninguna calumnia hará que abandonemos esa vocación humana”, afirmó, y llamó a los participantes a contrarrestar esas falsedades sobre la esencia humanista de la medicina cubana.
El foro, enmarcado en la V Convención Internacional “Cuba-Salud 2025”, constituye además una oportunidad para fomentar la colaboración en investigación, innovación y proyectos científicos.
“Este es solo el inicio de un camino que nos convoca a sumar, a compartir, a sanar y a construir juntos”, aseveró el ministro.
Voces desde la diáspora: Solidaridad sin fronteras
Los participantes compartieron experiencias y propuestas concretas para apoyar al sistema de salud cubano, marcado por las limitaciones que impone el recrudecimiento del bloqueo económico y la escasez de insumos. Sus testimonios ratificaron el mensaje de la solidaridad y la voluntad de mantener sus vínculos con Cuba y su desarrollo.
Aramís Arrieta , residente en Canadá, apuntó: “Siempre voy a ser de aquí, oriundo de mi país, y lo voy a defender hasta el final. Mi prioridad es ayudar al enfermo, por eso estudié medicina”.
En ese espíritu, subrayó la necesidad de agilizar procesos, hoy engorrosos, para hacer llegar en el menor tiempo posible las donaciones a Cuba desde el país donde reside.
Aurora González, desde Minnesota, en EE.UU., contó cómo junto al músico Nachito Herrera y la fundación Matter, han enviado contenedores a Cuba con equipos e insumos médicos.
“Los médicos cubanos son los mejores del mundo. Lo que necesitan son recursos», afirmó.
Siempre estaré dispuesto a ayudar a Cuba desde el arte y la solidaridad, enfatizó por su parte el reconocido músico cubano, quien envió un emotivo mensaje de agradecimiento y compromiso con su país natal, destacando su labor solidaria y su experiencia como sobreviviente del covid-19.
Herrera recordó que fue una de las primeras víctimas del covid-19 en Estados Unidos, contagiado el 28 de marzo de 2020. “Estuve 14 días en coma, pero gracias a la colaboración entre médicos cubanos, especialmente la Dra. Tania Crombet, y el equipo médico en Minnesota, logré recuperarme”, relató. Tras despertar, su primera pregunta fue: “¿Cómo está Cuba?”, rememoró.
Desde entonces, redobló sus esfuerzos en la misión solidaria que inició en 2008 junto a la Iglesia Presbiteriana, de la cual es miembro. “Nadie nos obliga, lo hacemos de corazón, como decimos los cubanos” afirmó.
Resaltó además el trabajo de la salud cubana, no solo en la isla, sino a nivel internacional: “He viajado a muchos países donde parte de mi público son médicos cubanos en misión”. Agradeció su formación artística en Cuba, desde el Conservatorio Alejandro García Caturla hasta la Universidad de las Artes, y reiteró su disposición a seguir apoyando mediante su música.
El reconocido artista hizo un llamado a la unidad: “No importa dónde vivamos, ni nuestras ideas políticas o religiosas: somos cubanos. En estos momentos críticos, debemos dar un pasito adelante, con la esperanza de que pronto se restablezcan las relaciones y las cosas sean más fáciles para nuestro pueblo”, dijo.
En tanto, cubanas como Yenei Vera (cardióloga residente en Toronto, Canadá, abogaron por crear una red de colaboración entre profesionales en el exterior. “No sabemos quiénes están en otros países. ¿Cómo colaborar si no nos conocemos?”, reflexionó.
Vera trabaja en la Universidad de Toronto, el Mount Sinai Hospital y el Lunenfeld-Tanenbaum Research Institute desde 2015, donde lideramos investigaciones clínicas con la colaboración del Ministerio de Salud Pública de Cuba, sociedades de pediatría, obstetricia y el Hospital Ameijeiras, entre otras instituciones involucradas.
“Es crucial que los profesionales cubanos en la diáspora nos conectemos. En Toronto, una ciudad enorme, muchos no sabemos quiénes somos ni dónde estamos. No basta con donaciones; necesitamos proyectos conjuntos, acceso a becas (grants) —Cuba no está en las listas de países prioritarios— y crear redes para compartir información. Muchos cubanos fuera sí quieren colaborar con la isla, pero no sabemos cómo encontrarlos”, refirió.
La especialista agradeció a los profesionales del equipo donde trabaja en Canadá por confiar en Cuba y a quienes ya colaboran. “Pero el primer paso es unirnos entre nosotros, allá donde estemos”, remarcó.
Iliana Jiménez, cubana residente en Italia, destacó el trabajo de las brigadas médicas cubanas durante la pandemia de covid-19 y su propia experiencia como voluntaria.
“Soy una soprano y músico cubana viviendo en Italia, país que fue uno de los epicentros globales de la pandemia. Cuando llegaron las brigadas médicas cubanas —una en Lombardía (Crema) y otra en Piamonte (Turín, ciudad donde resido)—, supe que quería ayudar. Me contactaron como traductora voluntaria y acepté de inmediato».
Jiménez relató cómo, desde su pequeña casa editora, colaboró en la traducción de materiales sobre el trabajo de los médicos cubanos, incluyendo las crónicas del escritor Enrique Ubieta, que seguían con expectativa tanto en Cuba como en la comunidad internacional. “Trabajamos en tiempo récord para que estos testimonios llegaran a Cuba y al mundo.
Era esencial documentar esta hazaña frente a las campañas de desinformación que intentan opacar la labor humanitaria de nuestro país», afirmó.
Además, hizo un llamado a los cubanos en el exterior: «Somos nosotros, los jóvenes, quienes debemos contrarrestar las mentiras con la verdad. Después del bloqueo económico, el mayor desafío es el bloqueo comunicacional. Tenemos la responsabilidad de difundir las excelencias de Cuba: su medicina, su educación y su arte”, sostuvo.
Para Valia Rodríguez (neurofisióloga en Reino Unido) es importante también conocerse, coordinar envíos para evitar duplicidades y ayudar a la mayor cantidad de lugares en el país, así como promover pasantías de estudiantes extranjeros en Cuba. “Que vean con sus ojos la medicina cubana”, dijo la doctora.
Rodríguez cofundó Aid for the Caribbean, una ONG que surgió tras enfrentar obstáculos para abrir cuentas bancarias al incluir «Cuba» en su nombre inicial. “El bloqueo nos obligó a cambiar la denominación, pero seguimos enviando contenedores con insumos médicos», explicó. Recientemente, su organización logró enviar un contenedor a Cuba —el mes pasado— en colaboración con el proyecto sociocultural Quisicuaba.
La cubana Ada Catrina Pérez, licenciada en psiquiatría, narró su trayectoria
de solidaridad con Cuba desde Estados Unidos, donde reside desde 1980. A pesar de las adversidades, afirma: “Nunca traicioné a mi patria y me siento tan cubana como el primer día”.
“En 1985 me vinculé a grupos de solidaridad en Canadá, pues no habia vía directa para llegar a Cuba. Agradezco a la embajada cubana en Panamá y al ICAP, que me ayudaron a tener presencia
aquí”, relató.
Desde 2013, colabora con el Consejo de Iglesias de Cuba y la Iglesia Discípulos de Cristo de Miami, logrando enviar 25 contenedores de ayuda humanitaria.
Entre sus proyectos destacan tres campamentos en Varadero para niños con cáncer del hospital Juan Manuel Márquez; capacitaciones para 200 médicos y enfermeras en cuidados paliativos, apoyo a instituciones como el MINSAP, hogares de ancianos (La Colonia en Boyeros), hospitales pediátricos y el proyecto Quisicuaba y el campamento «Nuestras Raíces», reuniendo a niños estadounidenses de ascendencia cubana.
Al intervenir en el foro, Ana Teresita González Fraga, directora general de asuntos consulares y cubanos residentes en el exterior, del Minrex, ratificó la voluntad del gobierno cubano de continuar profundizando su relación con los cubanos que residen fuera del país.
Explicó que, desde octubre de 2024, se han realizado cinco encuentros sectoriales en áreas como informática, educación, agricultura y transporte, de los cuales “se han derivado proyectos de desarrollo y cooperación”.
En esta ocasión, el foro organizado con el Ministerio de Salud Pública (Minsap), dijo, permitió “estrechar los vínculos desde el punto de vista investigativo, científico, académico, tecnológico y de innovación”.
González Fraga denunció que el evento se desarrolla en un “momento muy complejo” pues en solo tres meses Estados Unidos ha aplicado “10 medidas de agresión contra nuestro país para reforzar el cerco económico y hacernos fracasar como nación, lo cual nunca lograrán”.
Entre ellas, mencionó “la persecución tenaz a la colaboración médica cubana para desacreditar esta loable labor e impedir el flujo de ingresos legítimos”.
Llamó a los profesionales de la salud formados en Cuba a “contribuir a visualizar la solidaridad, el altruismo y la humanidad de nuestros colaboradores” y a “hacer valer la verdad de Cuba”.
Destacó que este ha sido el evento con mayor participación, con más de 400 cubanos conectados desde 50 países, lo que demuestra “el compromiso con nuestro sistema de salud”.
Resaltó que, a pesar de ser un sector prioritario, la salud en Cuba no ha escapado a los efectos del bloqueo, con daños estimados en “no menos de 268 millones de dólares” entre 2023 y 2024. “Con solo 25 días sin bloqueo, hubiéramos podido adquirir el financiamiento para cubrir el cuadro básico de medicamentos del país durante un año”, afirmó.
Agradeció las donaciones recibidas y aseguró que se trabajará para agilizar su llegada al país. También mencionó propuestas surgidas del encuentro, a las cuales afirmó se dará seguimiento para su concreción.
Del intercambio varias fueron las iniciativas clave que emergieron, desde la necesidad de una red virtual para conectar a cubanos de la salud en el exterior; la capacitación mediante el intercambio de cursos y experiencias entre profesionales dentro y fuera de Cuba; la mayor agilidad de trámites para donaciones y coordinación de envíos entre países, hasta el difundir en redes sociales el trabajo real de los médicos cubanos.
Al cierre del encuentro el ministro de Salud Pública apuntó: “Los que amamos a la patria somos mayoría”. Portal Miranda las restricciones económicas que buscan “ahogar a la nación” y llamó a “desterrar el odio y unirnos por el bien de nuestra patria”.
23 Abril 2025 Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Salud