Para entender la inmensa obra de amor y humanismo que es la cooperación médica cubana es imprescindible repasar su historia desde su concepción.

El 17 de octubre del año 1962, Fidel anuncia al pueblo, en el acto de inauguración del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón, la decisión del gobierno de brindar ayuda en el campo de la salud y expresa que se enviarían 50 médicos a Argelia. En su discurso le dijo a los estudiantes de medicina:

(…) estoy seguro de que no faltarán voluntarios (…) Hoy podemos enviar solo 50, pero dentro de 8 o 10 años, quién sabe cuántos, y estaremos ayudando a nuestros hermanos (…) porque la Revolución tiene el derecho de recoger los frutos que ha sembrado (…).

En 1963, Cuba envió su primera brigada médica a Argelia, marcando el inicio de una colaboración que ha llegado a 165 países. Desde entonces, más de 600 000 profesionales de la salud han prestado servicios en los lugares más necesitados del mundo.

Un momento significativo resultó la creación del Programa Integral de Salud, implementado tras el paso de los huracanes Mitch y George por Centroamérica, basado en el modelo de Atención Primaria de salud. Un programa que transformó la colaboración médica caribeña y fue seguido por la creación de algunas experiencias inolvidables como “Barrio Adentro”, en Venezuela, y la “Operación Milagro”.

En 2005, luego de los daños provocados por el huracán Katrina en Estados Unidos, Cuba creó, por idea del Comandante en Jefe, el Contingente Henry Reeve, con una cifra superior a los 10 000 profesionales dispuestos a cooperar. Este contingente también jugó un papel crucial durante la epidemia del ébola en África Occidental, en 2014, cuando llegaron 256 colaboradores en los estados afectados.

En el 2014 aparece la epidemia del ébola en Sierra Leona, Guinea-Conakri y Liberia. Cuba fue el úni­co país que prestó ayuda en com­posición de brigadas permanentes, aunque estuvo presente la OMS y otras naciones, pero por breve tiempo. Sobre la base de nuestra experiencia se logró concentrar la enfermedad en esos tres países sin que se extendiera a más regiones.

Una vez decretada la pandemia de la COVID-19 por la Organiza­ción Mundial de la Salud (OMS), el 15 de marzo salieron los primeros colaboradores (asesores fundamen­talmente) hacia Venezuela para compartir las pocas experiencias que se tenían en esos instantes.

Cuba trazó su estrategia de co­laboración médica internacional y desde ese momento partió otra brigada a Lombardía, Italia, don­de estaba el epicentro de la enfer­medad.

A inicios del 2022 se completa la brigada 58 en 42 naciones para combatir la pandemia, que tam­bién marcó la historia de la coo­peración médica internacional que Cuba ha ofrecido al mundo.

En febrero de 2023, dos potentes terremotos, de magnitud 7,8 y 7,5, respectivamente, dejaron miles de muertos y una enorme devastación en Turquía y Siria. En menos de 48 horas se con­formó una brigada con 32 colabo­radores cubanos con el fin de contribuir a salvar vidas y ayudar a la recupe­ración de las víctimas.

Impacto global de la colaboración médica cubana:

Los médicos cubanos han atendido a más de 2 300 millones de personas, realizado 17 millones de intervenciones quirúrgicas y ayudado a nacer a 5 millones de niños. Además, se estima que 12 millones de vidas han sido salvadas gracias a su labor.

A través de la Operación Milagro, se han realizado más de 3.3 millones de cirugías oftalmológicas, devolviendo la vista a personas en todo el mundo. Durante la pandemia de COVID-19, 58 brigadas médicas cubanas apoyaron a 42 países.

Hoy, Cuba mantiene más de 24 000 colaboradores en 56 países. La cooperación incluye 25 convenios totalmente gratuitos y 23 acuerdos con estipendios para los profesionales, reflejando un modelo basado en el altruismo y la solidaridad.

Principios de la colaboración médica:

La cooperación médica cubana se basa en la voluntariedad y el humanismo. A pesar de las críticas infundadas, fundamentalmente desde Estados Unidos, la labor de los médicos cubanos ha sido reconocida por gobiernos y poblaciones locales. Su presencia en zonas remotas ha llevado atención médica a lugares donde nunca antes había llegado un profesional de la salud.

1 Abril 2025 Fuente: Girón/ Noticias/ Salud

El doctor Albarrán fue un excelente clínico, histólogo, bacteriólogo y fisiólogo, que vivió entre dos siglos

El médico cubano Joaquín María Albarrán y Domínguez falleció el 17 de enero de 1912, hace 112 años, luego de que su obra científica en el campo de la urología lo consagrara como uno de los más importantes especialistas de esa disciplina a nivel mundial.

El doctor Albarrán fue un excelente clínico, histólogo, bacteriólogo y fisiólogo, que vivió entre dos siglos, aunque en el Siglo XIX cimentó su prestigio científico con sus obras más reconocidas dentro de la urología. Fueron sus investigaciones publicadas en París a principios del Siglo XX las que hicieron de él un autor de referencia obligada en ese campo.

Nació el 9 de mayo de 1860 en una familia acomodada de Sagua La Grande, Las Villas, cuando Cuba era todavía colonia española, y quedó huérfano en 1872, quedando al cuidado de su padrino el doctor Joaquín Fábregas, cirujano español quien lo inscribió en el jesuita Colegio de Belén, en La Habana, y luego fue enviado a Barcelona donde se diplomó de bachiller en 1877.  En esa época se involucró en la lucha por la independencia de su Isla y recaudó fondos con ese fin mediante la logia masónica a la que pertenecía.

Más tarde se doctoró en Medicina en la Universidad Central de Madrid antes de instalarse definitivamente en París en 1878, ciudad en la que desarrolló toda su carrera profesional desde 1879 bajo la tutela de prestigiados especialistas y donde vivió prácticamente el resto de su vida.

En Paris el joven doctor hizo cursos de postgrado, se incorporó al ejercicio de la profesión y comenzó a labrar su reputación, descubriéndose en él la gran figura de la medicina que habría de ser muy pronto. Se presentó a varios concursos de oposiciones y en 1883 alcanzó la plaza de Profesor Externo de los Hospitales. Al año siguiente mereció el primer premio en el Concurso del Internado de Hospitales de París y obtuvo además varias medallas de oro y plata de la Facultad de Medicina.

Fue miembro distinguido de varias prestigiosas instituciones científicas, entre ellas: la Sociedad Anatómica de París (1888); la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana (1890); la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana (1890); y la Sociedad de Cirugía de París (1899).

En 1892, a los 32 años, era Profesor Agregado en Francia; en 1894 era el cirujano jefe de los hospitales de Paris y en 1898 se le designó vicepresidente de la Sociedad Francesa de Urología.

Convertido ya en histólogo bajo el manto protector del profesor Edouard Brissaud, fue el eminente Louis Pasteur quien influyó en que se estableciera definitivamente en Francia, donde no tardó en convertirse en interno ayudante de eminentes galenos como el pediatra Jacques-Joseph Grancher, esposo de la ilustre cubana Rosa Abreu, y el cirujano Ulysse Trélat. Allí aprendió con Félix Guyon, inventor del citoscopio, los secretos de la urología, especialidad en la que no tardó en sobresalir.

Albarrán perfeccionó el citoscopio y los procedimientos citoscópicos, y por sus importantes trabajos, se le concedió el Premio Godard de la Academia de Ciencias de Francia, el Premio Tremblay, de la Academia de medicina, y el Premio de Barbier, de la Facultad de Medicina de París.

Al retirarse Guyon en 1906 como director de la Clínica de Enfermedades de las Vías Urinarias, Albarrán lo sucede para convertirse en el profesor titular más joven de la Facultad de Medicina de la capital francesa. Pero antes ya había escrito obras que son consideradas todavía como referencias de la literatura médica y cuyos títulos en español serían El riñón de los urinarios (su tesis premiada de 1889), Los tumores de la vejiga (1892), Los tumores del riñón (1903) y Exploración de las funciones renales (1905), donde expuso su método innovador para el examen de las facultades renales en los pacientes. En total, escribió unas 300 obras y artículos especializados en el tema.

El hecho de permanecer casi toda su vida en el exterior no lo desligó de Cuba. En 1890, el semanario El Fígaro recogía las palabras del ilustre médico que para acceder a tan elevados cargos debió adoptar la ciudadanía francesa: «Si los azares de la vida me han hecho adoptar por patria a la gran nación francesa, nunca olvido que soy cubano y siempre tenderán mis esfuerzos a hacerme digno de la patria en que nací.»

Al doctor Albarrán le sucedieron cuatro hijos: Georgette y Pierre, ambos frutos de su matrimonio con Pauline Ferri; así como Raymond y Suzanne Albarrán Sanjurjo, de un segundo matrimonio con la cubana Carmen Sanjurjo Ramírez de Arellano.

Murió prematuramente el 17 de enero de 1912 de tuberculosis, a los 51 años, en su casa en el poblado marítimo de Arcachon, cerca de Burdeos, aunque fue enterrado en París en el cementerio de Neuilly-sur-Seine. La enfermedad la contrajo accidentalmente mientras atendía la nefrectomía de un paciente del hospital Necker. Justo en ese año había recibido la noticia de que se hallaba entre los candidatos al Nobel de Medicina. Concurrieron a despedirle, entre otras personalidades, los presidentes del Senado y de la Cámara de la nación francesa.

18 enero 2024│fuente: Granma│ Tomado de │ Cuba

El 9 de diciembre de 1985, un equipo multidisciplinario del Hospital Docente Clínico Quirúrgico “Hermanos Ameijeiras” dirigido por el profesor Dr. C. Noel González Jiménez, realizó el primer trasplante de corazón en Cuba.

El receptor fue Jorge Hernández Ocaña, de 38 años de edad, que se encontraba hospitalizado en la sala de terapia intensiva de dicho hospital con un fallo cardíaco con peligro inminente para su vida.

Bajo la dirección del profesor Noel González Jiménez, quien actuó como cirujano principal en la extracción e implante del corazón, el equipo multidisciplinario que llevara a cabo el primer trasplante cardíaco estuvo integrado además por los cirujanos Virgilio Camacho Duver­gel, Félix Duarte Castañeda; el anestesiólogo An­tonio Cabrera Prats, la cardióloga Elba Gar­zón Rodríguez y los enfermeros Marta Corpión Pacheco, Jorge Tápanes Mo­rejón y Carmen Delgado Verea, entre otros es­pecialistas.

A las manos de González Jiménez, considerado como el pionero de los trasplantes intratorácicos en Cuba, llegarían los seis primeros tras­plantes de corazón, aunque estaría presente en más del 50 % de todos los trasplantes de este tipo en el país, y en muchos de varios países de Europa, América Latina, el Caribe y Oriente Medio.

Pero como buen líder comprendió que garantizar la capacitación y desarrollo de nuevos profesionales y confiar en las generaciones más jóvenes era la forma de que perdurara y se consolidara este servicio en el hospital, y al calor de sus enseñanzas muchos profesionales se formaron. (Con información de Infomed)

10 de diciembre 2023| Fuente: Cubadebate| Tomado de |Especiales| Sociedad