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Urge poner los pies en la tierra con el tema de las drogas en Cuba. El reciente enfrentamiento oficial, donde han salido a la luz no pocos casos de tenencia y comercialización de diversas sustancias sicotrópicas, así lo evidencia. Ya no se trata de consumidores aislados como antaño. Cualquier familia puede ser la próxima víctima de este flagelo que ha extendido sus resbaladizos tentáculos también en Sancti Spíritus.
El mal no resulta nuevo, pero a todas luces se ha multiplicado, presumiblemente, por la crisis socioeconómica que atraviesa la isla durante los últimos años y como parte de un escenario donde se ha convertido en un flagelo universal que no solo afecta la salud, sino que también quebranta la estabilidad y seguridad de las naciones.
Incluso nuevas sustancias han entrado a este peligroso escenario; por ejemplo, algunos videos difundidos por Internet muestran imágenes de jóvenes poseídos por una especie de demonio llamado “el químico”, que provoca convulsiones, disminución del nivel de consciencia, delirio y alucinaciones, y síntomas graves e inequívocos de intoxicación aguda por drogas.
Según se ha informado, la sustancia, clasificada como un cannabinoide sintético, es de fácil enmascaramiento, con decenas de formulaciones, precios más asequibles y gran capacidad para generar, incluso en pequeñas cantidades, altos niveles de adicción, debido a su potente efecto.
Un estudio desarrollado hace ya algunos años en países europeos demostró que su consumo provoca entre 3.5 y 5 veces mayores índices de enfermedades mentales y síntomas psiquiátricos y psicopatológicos que la marihuana, incluidos brotes masivos de intoxicación.
Pero no se trata solo de esta sustancia, en general las drogas constituyen un peligro demostrado con suficientes evidencias y, en algunos casos, pueden llegar, incluso, a ser mortales. Esa momentánea sensación de placer, euforia y enajenación que “engancha” a los consumidores queda superada con creces por sus efectos devastadores.
Efectos devastadores que pueden incluir desde psicosis, enajenación, ansiedad, depresión, irritabilidad, conductas suicidas y agresividad, y hasta muerte prematura por sobredosis o infartos del miocardio, así como la desintegración y el naufragio de no pocos hogares.
Según informó el Ministerio del Interior, solo en el 2024 se confiscaron en Cuba alrededor de 1 050 kilogramos de drogas, fundamentalmente cocaína, marihuana, metanfetamina y cannabinoides. Los decomisos ocurrieron sobre todo a partir de recalos marítimos, pero también en operaciones de narcotráfico internacional.
En ese período, además, se abortaron una treintena de intentos de introducir drogas por los aeropuertos del país, con la confiscación de más de 90 kilogramos de sustancias ilícitas; se cortaron más de 150 operaciones de tráfico interprovincial; se detectaron 105 hechos de cultivo de marihuana en varios territorios cubanos, y fueron sancionadas más de 1 150 personas vinculadas con este comercio.
Los números, para nada insignificantes, sacan a flote, apenas, la punta de un oscuro e incalculable iceberg. Para los especialistas médicos, el diagnóstico precoz y la búsqueda de ayuda resultan fundamentales en la cruzada contra las drogas.
Aunque deben fortalecerse y perfeccionar sus desempeños, en Cuba, las estructuras sanitarias para atender esta dependencia y los males que acarrea existen: en cada área de salud debe funcionar un equipo multidisciplinario para el tratamiento de las adicciones, en los hospitales psiquiátricos se mantienen servicios especializados al respecto, entre otras opciones como los grupos de salud mental y la línea telefónica confidencial de autoayuda a través del número 103.
A ello se suman empeños de organizaciones como Narcóticos Anónimos, que complementan la labor especializada y no pocas veces se convierten en un peldaño bastante buscado por las personas dependientes gracias a la confianza que esos grupos generan.
Pero, ¿cómo determinar que un joven o algún otro miembro de la familia ha comenzado a consumir sustancias sicotrópicas? Los expertos sugieren estar al tanto de inusuales conductas irritables y agresivas; comportamientos soñolientos, apáticos y perezosos o, en el otro extremo, una constante hiperactividad; dificultades con la pronunciación y articulación de las palabras; ojos enrojecidos; y la tendencia a mentir o robar para conseguir dinero y poder mantener esta nociva dependencia.
Para evitar que el consumo de drogas se convierta en la hidra de las siete cabezas, las autoridades pertinentes y la sociedad toda no pueden quitar el pie del acelerador en el enfrentamiento porque ya algunas estadísticas, más que alarmar, sobrecogen.
Por ejemplo, el hecho de que la edad de estreno en el terrible mundo de las drogas ha descendido, según algunas publicaciones, a entre los 13 y 15 años. Además, los consumidores predominantes resultan adolescentes y se aprecia un crecimiento en las estadísticas de mujeres, así como cierta tendencia al empleo de más de un tipo de sustancia, algo así como que algunos consumen lo primero que aparece.
Apremia mantener un constante, priorizado y severo enfrentamiento, así como el despliegue de una más concreta y amplia labor educativa sobre este tema en los centros de enseñanza y las comunidades.
Según datos del Ministerio de Educación, más de 6 000 estudiantes se encuentran en situación de riesgo y alrededor del 90 por ciento de los hechos donde participan los educandos ocurren en la vía pública, sobre todo los fines de semana y en horario nocturno.
Por ello, la piedra angular de este soberano desafío se encuentra, sobre todo, puertas adentro de cada familia: la política gubernamental de Cero tolerancias a las drogas necesita el ojo avizor del propio hogar, donde lamentablemente no pocas veces nacen y crecen las vulnerabilidades, las miserias humanas, la pobreza y las disfuncionalidades que actúan como caldo de cultivo para esta compleja problemática.
Operativos, juicios ejemplarizantes, decomisos y encarcelamientos por delitos relacionados con el tráfico y consumo de estupefacientes, se suceden por estos días aquí y en otras provincias de la isla. En las redes se multiplican los debates. Para algunos el peso de la ley se torna irrisorio mientras que otros lo consideran extremo en demasía.
Pero más allá de cualquier criterio, el Código Penal cubano contempla sanciones severas para los hechos de narcotráfico y sus distintas variantes. Como promedio, más del 90 por ciento de los sancionados recibe penas de privación de libertad, desde los cuatro y hasta los 30 años de cárcel, además de que incluye las opciones de prisión perpetua y hasta la condena de muerte.
El país también dispone de opciones gratuitas de desintoxicación y ha previsto la creación para el próximo julio de un Observatorio Nacional de Drogas, bajo la responsabilidad del Ministerio de Justicia, que contará con un Sistema de Alerta Temprana, mantendrá la vigilancia sobre nuevas sustancias y el fenómeno de las llamadas drogas emergentes; además de consolidar alianzas con expertos internacionales para realizar investigaciones en este campo.
A veces, la rutina y las dificultades diarias consumen el tiempo y hasta el pensamiento previsor de las familias: necesidades tan perentorias como la falta de arroz, los vaivenes del servicio eléctrico o la escasez de pan nublan la luz larga y hacen perder el imprescindible y continuo seguimiento a los más jóvenes e inmaduros de casa.
Sumergidos en sus peculiares mundos, ellos pueden convertirse en presa fácil para los despiadados anzuelos del narcotráfico. Hoy, puede ser un cigarrillo electrónico bautizado con estupefacientes, algún medicamento controlado, una tirilla sublingual o cierta falsificación made in Cuba. Pero, mañana, puede ser una dependencia incurable con secuelas espantosas y, en el peor de los casos, también puede ser la muerte.
14 Abril 2025 Fuente: Escambray/ Noticias/ Salud
Mar
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Cuba ratifica su política de tolerancia cero ante las drogas e impulsa la prevención para enfrentar su consumo, unido a la cultura de rechazo en las nuevas generaciones, expuestas a este fenómeno que lacera la calidad de vida.
Desde el año 2017 en Las Tunas, desde los centros educativos, se realiza un ejercicio estratégico de rechazo a las adicciones. Con este propósito, las acciones de prevención desde los escenarios escolares ratifican el proceso de educar a la niñez, la adolescencia y la juventud, significó el Doctor en Ciencias Juan Migüel Barrios, subdirector general de Educación en la provincia.
«La escuela cubana es inclusiva y desde su misión es responsable de la población escolar. Para ello, existe un proyecto al que pertenece el Ministerio de Educación, el perfeccionamiento continuo del ector, el cual dispone de documentos normativos que atienden específicamente cada una de las particularidades.
«La prevención es un componente esencial del trabajo metodológico como un valor agregado a partir de la clase. Cada docente tiene la responsabilidad de conducir a niños, adolescentes y jóvenes como parte del acompañamiento del desarrollo en el proceso de aprendizaje.
«El sector cuenta con dos instrumentos jurídicos y legales esenciales, la resolución ministerial 111 y la resolución ministerial 15 del 2019, que norman todo lo relacionado con la prevención desde la institución educativa. Estos instrumentos disponen del acompañamiento de los factores de la sociedad vinculados al sector y a la formación integral de las presentes y futuras generaciones», destacó el directivo.
Ante el tema relacionado con el uso y abuso de las drogas para lograr una cultura de rechazo entre los adolescentes y los jóvenes el sector tiene funciones específicas.
«Una función de Educación es preparar a las personas para actuar. El sector promueve de manera intencionada el tratamiento a la temática desde la vía curricular (el programa y el plan de estudios) en todos los niveles educativos y de dirección. Además se realiza la capacitación y la preparación sistemática de directivos, docentes, especialistas y las familias, dotándolos de conocimientos y herramientas para enfrentar este fenómeno.
«Esta coordinación se amplía con la inclusión de Salud, los centros comunitarios de Salud Mental, la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, la Oficina de Atención a Menores, los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas, las organizaciones estudiantes, el Inder, Cultura y la Fiscalía General de la República», significó.
En el trabajo intersectorial desde la comunidad, el sistema de Educación forma parte de una comisión de prevención que prepara a la familia ante la presencia o la identificación oportuna de un adolescente con esta problemática social.
«La escuela posee una caracterización del alumno y de la familia, en la que tiene un valor esencial las condiciones en las que vive y se desenvuelve el adolescente o el joven.
«Todo eso lo aporta la escuela para determinar cuáles son los elementos que necesitan para un tratamiento especializado desde la organización básica del destacamento, y así abordar el fenómeno desde la afinidad en el grupo con ese adolescente; un trabajo que cuenta con el consentimiento y el acompañamiento de la familia», comentó el subdirector general de Educación en Las Tunas.
El asesoramiento, el acompañamiento y la transformación desde el sector de Educación logra, además, la mirada multicausal a otros problemas que provocan el uso y abuso de las drogas en las nuevas generaciones, y el abandono de los estudios. Para ello se ponen en prácticas iniciativas, como las parejas en equilibrio a nivel de aula o brigada.
«Como estructura básica de la organización estudiantil, el grupo asume un rol y la orientación del profesor guía y un equipo de docentes que proyectan la labor de las parejas de equilibrio; no solo son para resolver las dificultades académicas, sino para colaborar ante los problemas de la formación integral mediante actividades con los instructores de arte y los profesores de Educación Física, tan valiosos en cada plantel», concluyó.
Entre las normativas cubanas, Tolerancia Cero…
La escuela está llamada a convertirse en la institución educativa que coordina todas las influencias de la comunidad, junto a otras figuras y organismos que deben contribuir con la formación integral y el cuidado de los niños, los adolescentes y los jóvenes.
«A partir de esta labor intersectorial desde las normativas cubanas se mantiene una política de tolerancia cero desde la legalidad cubana, un fenómeno que encuentra la penalización ante el uso y abuso de drogas», aseveró Nosley Sastre García, Fiscal Jefe del Departamento de Organización y Planificación en Las Tunas.
«En función de la prevención se realizan diversas acciones como parte de la interrelación con el Ministerio de Educación, para acercarnos a los adolescentes y jóvenes en las secundarias básicas, en la enseñanza técnico-profesional y en los preuniversitarios, mediante acciones de comunicación institucional sobre este fenómeno y las consecuencias jurídicas», dijo Sastre García.
Más allá de los planteles esa labor posibilita la realización de barriodebates en comunidades caracterizadas e integrada por múltiples familias, y es esencialmente donde se puede denunciar este fenómeno para combatirlo de una manera integradora y multifactorial, explicó el Fiscal Jefe.
«En tal sentido se actualiza a las comunidades respecto a este fenómeno y que desde la legalidad encuentra amparo para su penalización en el código penal con la ley 151 publicada en el año 2022, que establece un grupo de figuras delictivas dentro del título de Delitos que afectan a la Salud Pública, específicamente el artículo 235 los relacionados con drogas ilícitas o sustancias de efectos similares.
«Este establece sanciones de privación de libertad que discurren desde los cuatro hasta los 10 años a aquellas personas que sin estar autorizadas, en primer lugar, produzcan, elaboren, transporten, trafiquen, adquieran o introduzcan en el territorio nacional o tengan en su poder con el propósito de comercializar o de traficar estas sustancias, o de cualquier modo se las procure también o se las dé a otra persona para su consumo».
Añadió que «en igual sanción también incurren quienes operen, administren o dirijan locales o viviendas que estén destinados a la concurrencia de personas para consumir este tipo de sustancias, mientras otro de los apartados que establece ese artículo está para aquellas personas que cultivan la planta conocida como marihuana u otras de propiedades similares o a sabiendas posea semillas o parte de dichas plantas», añadió el representante jurídico.
Destacó Sastre García que como parte de esa política de rigor que exige el país para el enfrentamiento a estas conductas se establecen «sanciones de privación de libertad de 10 a 30 años, la de privación perpetua de libertad o la muerte, dentro de otros presupuestos, siempre que estos hechos se ejecuten por funcionarios o empleados públicos, por lo que implican o por lo que representan para el Estado.
«Además, si en la comisión de estos hechos delictivos se utiliza a una persona menor de 18 años de edad y si el responsable al momento de los hechos posee también un antecedente penal por un delito de similar comportamiento».
El alcance ante la responsabilidad de la familia, de ese representante legal o el tutor del adolescente «el código penal valora específicamente el delito de corrupción de personas menores de edad, que establece en su artículo 403, pena de privación de libertad de dos a cinco años a quien con noticias de que una persona menor de 18 años de edad sujeta a su responsabilidad parental, se dedica al uso o consumo de drogas ilícitas o sustancias de efectos similares y esta persona lo consienta o no lo impida.
«Asimismo, el artículo 406 establece que quien por su negligencia o descuido dé lugar a que una persona menor de 18 años de edad, sujeta a su responsabilidad parental, use o consuma drogas ilícitas o sustancias de efectos similares, también incurre en sanción de privación de libertad de 2 a 5 años o multas de 500 a 1000 cuotas o ambas penas pueden imponerse también a estas personas», abordó.
Salud Pública, por infancia y adolescencia sanas…
La familia es responsable de la formación de las nuevas generaciones que pueden encontrarse ante un fenómeno como este, de ahí su papel rector en la educación que propicie esa cultura de rechazo ante el uso y abuso de las drogas. A esa interpretación se enfoca el trabajo intersectorial que desarrolla el sector de la Salud para enfrentar este fenómeno en las adolescencias y juventudes.
Xiomara Mercantete Rodríguez, funcionaria de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades (Prosalud) refiere que la familia tiene una alta responsabilidad ante el incremento de adolescentes y jóvenes que puedan consumir o consumen droga, pues constituye la puerta a otros problemas como la transmisión de enfermedades sexuales, embarazos en la adolescencia, y la discriminación y violencia de género.
«En el caso de Salud Pública actualmente se labora junto a la Federación de la Estudiantes de la Enseñanza Media, la Universidad de Ciencias Médicas, la Dirección de Extensión Universitaria y profesionales de Prosalud, en la realización de los talleres multiplicadores de salud para prevenir el uso y el abuso de estas sustancias nocivas».
La adolescencia es un periodo de desarrollo y de crecimiento, y sí desde tempranas edades inicia el consumo se convertirá una persona con un futuro incierto desde el punto de vista de la salud humana, y esa es una preocupación mayor, comentó la representante de Prosalud que atiende el Programa de Atención Materno Infantil en Las Tunas.
«Las Tunas está inmersa desde el mes de febrero en actividades relacionadas al tema mediante las alianzas con Educación y la Fiscalía General de la República con el fin de dotar de una educación jurídica a las familias unido a la percepción de hasta dónde puede dañar a un adolescente o a un joven, ocasionándole hasta una pérdida de la libertad.
«El sector sanitario dispone de servicios destinados a los adolescentes como la Línea Ayuda 103 en la cual se evacuan dudas, se asesora y se orienta a quien contacta por vía telefónica de manera anónima. También están disponibles los servicios de cesación tabáquica a nivel del área de salud, unido a la consulta para los adolescentes, que constituyen espacios dispuestos a las familias en cada policlínico», acotó
«En este amplio actuar también están inmersos los centros comunitarios de Salud Mental y las instituciones de la Atención Secundaria de Salud para la población infanto-juvenil, a la cual se suman los cursos de multiplicadores de salud en los 42 centros FEEM, con el propósito de que a nivel de aula adquieran conocimiento del impacto del consumo de la droga legal (el tabaco y el alcoholismo), que son porteras hacia las drogas ilegales como la cocaína, la marihuana, entre otras», concluyó.
Con el objetivo de promover el bienestar y la salud en la comunidad juvenil en las instituciones asistenciales se capacita al personal de la Atención Primaria ante la presencia de un caso en el área de salud, para una intervención eficiente y óptima ante la necesidad de las familias o una posible intoxicación por el consumo de drogas de abuso.
Ante el enfrentamiento al uso y abuso de drogas se sostiene un trabajo intersectorial con sectores claves como Educación, Fiscalía y Salud Pública, un alianza para abordar desde la prevención el fenómeno relacionado con el consumo de drogas, psicotrópicos y sustancias de efectos similares, como parte de la política Tolerancia Cero en el país ante estas poblaciones caracterizadas de mayor vulnerabilidad a nivel global.
27 Marzo de 2025 Fuente: Tiempo 21/ Noticias/ Salud
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En un contexto complejo ante el fenómeno del consumo de sustancias tóxicas, profesionales de la Salud Pública en Las Tunas desarrollaron el I Taller Provincial de Adicciones a partir de una estrategia de trabajo que tiene como propósito la dispensarización, capacitación y diálogo ante el manejo de los pacientes.
En esta oportunidad psicólogos, psiquiatras infantiles y de adultos, representantes de grupos básicos de trabajo y de los servicios de Salud Mental, junto a autoridades de la dirección general del sector, dialogaron referente al enfrentamiento a este problema que afecta a las nuevas generaciones ante una iniciación temprana en la adolescencia del consumo de drogas de abuso.
El doctor Alejandro Mestre Barroso, especialista en Toxicología, del Hospital General Docente Doctor Ernesto Guevara de la Serna, alertó que corresponde como sistema sanitario transformar las debilidades ante quienes comienzan el consumo mediante una prevención personalizada en centros de las enseñanzas secundaria básica, politécnica y preuniversitaria, unido a la familia y al claustro docente.
Significó que actualmente no se puede estigmatizar un grupo etario porque el inicio en edades tempranas no está determinado por menores de familias disfuncionales, y se relaciona con otros fenómenos como el embarazo en la adolescencia, la violencia y la Enfermedades de Transmisión Sexual.
Apuntó que urge una actualización del personal sanitario para la atención directa de pacientes con manifestaciones de intoxicación, con síndrome amotivacional una condición irrecuperable, con posibilidades de desarrollar Alzheimer ante la pérdida de memoria a corto y largo plazo, paulatinamente.
Por su parte la Doctora Norkis Sanchez Alonso, jefa de Asistencia Médica, subrayó que el sector se proyecta por aprovechar los servicios de Salud Mental desde la proyección comunitaria, unido a la superación de los profesionales desde la Atención Primaria de Salud con la intención de garantizar una labor asistencial integral para enfrentar este problema.
En otro orden la Máster en Ciencias Pedagógicas, Jaqueline Rivera Vázquez, denotó la trascendencia del Taller que permitirá además de la dispensarización, el diálogo intersectorial mediante la articulación con el sector de Educación para dotar a los docentes de herramientas que favorezcan la prevención pues la drogas causan daños severos en la personalidad de los jóvenes.
En el intercambio los presentes conocieron también algunos efectos de estas sustancias con adulterantes que agudizan el cuadro clínico, para la intervención en los espacios de urgencias de los policlínicos, en las diferentes áreas de salud.
Al cierre del Taller se conoció que el territorio apuesta por un proyecto multicéntrico integrado por profesionales de los servicios de Salud Mental, los hospitales provinciales y Psiquiátrico Clodomira Acosta, los centros de Higiene y Epidemiología y los departamentos de ProSalud, con intervención directa en la comunidad para incrementar la percepción de secuelas como los trastornos esquizofrénicos, los efectos geno-embriotóxicos durante la edad fértil de la mujer y las enfermedades neurodegenerativas.
23 Enero 2025 Fuente: Tiempo 21/ Noticias/ Salud