Ente los conflictos que mostró la recién finalizada serie televisiva Calendario, uno de los más recurrentes fue la decisión de iniciar la vida sexual en la adolescencia; y este es un tema con mucha tela por donde cortar.

La primera vez no ocurre todos días y en la mayoría de los casos dista mucho de la visión romántica con que suele ataviarse en el imaginario colectivo. Iniciarse en el sexo puede ser una decisión arriesgada, puede generar incertidumbre, curiosidad, e incluso convertirse en una experiencia frustrante, si no se desea realmente.

Es frecuente que con 14 o 15 años, a veces con menos edad, los muchachos comiencen a tener relaciones sexuales; incluso cuando los adultos de la familia ya han explicado a los adolescentes que deben casarse o esperar la mayoría de edad, antes de tomar una decisión tan importante; sobre todo en el caso de las jovencitas -pues a los varones la sociedad les ha permitido comportamientos más licenciosos.

Un estudio de la Oficina Nacional de Estadística e Información reveló en 2009 que la edad de inicio de las relaciones sexuales en Cuba tiende a estar alrededor de los 16 años (15 para los chicos). Con tan corta edad, no se ha alcanzado la total madurez física, cognoscitiva ni emocional para asumir la responsabilidad del acto. Sin embargo, de poco o nada sirve regañar, castigar o golpear a los adolescentes para que no se atrevan a hacerlo; de todos modos, la decisión de comenzar la vida sexual es personalísima, y solo ellos pueden escoger con quién y en qué momento lo harán.

Esto no significa que los padres se queden cruzados de brazos ante los riesgos que puede acarrear para sus hijos una iniciación precoz. El rol de la familia es fundamental por la inexperiencia que caracteriza a los jóvenes a la edad en que -por lo general- tienen su primera vez.

Los mayores podemos contribuir a que lo hagan cuando estén listos para afrontar las consecuencias que podría suscitar la vida sexual activa. Es común que por la falta de información, curiosidad y deseos de experimentar nuevas vivencias, los adolescentes cambien frecuentemente de compañeros sexuales, corriendo el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, pues no siempre usan preservativo. También en esta etapa es menor la probabilidad del uso responsable de anticonceptivos y, por tanto, aumentan las posibilidades de que se produzca el embarazo. De ahí que establecer con ellos una comunicación franca, signada por el cariño y el respeto a su individualidad, es la mejor manera de guiarlos.

Hay que explicarles que no están listos, física, psicológica ni económicamente para asumir la maternidad o paternidad; así como lo peligrosos que resultan los procesos para interrumpir la gestación -dejando siempre claro que estos no son medios anticonceptivos.

Es importante informar a las muchachas sobre las dificultades que podrían presentarse durante la gravidez o el alumbramiento en la adolescencia. Complicaciones en el embarazo, parto prematuro, prolongado y difícil por la incapacidad del feto para pasar a través de la pelvis materna -pues muchas veces el canal de parto no tiene las dimensiones necesarias- son algunos de los problemas que pueden sobrevenir. Cuando se produce el nacimiento antes de término, los neonatos pueden sufrir bajo peso, afecciones neurológicas, respiratorias y digestivas, incluso es posible que peligre su vida en los primeros días.

Por otra parte, si se decidiera la interrupción del embarazo, la joven tendría que someterse a procedimientos que siempre implican peligros, como perforación del útero y hemorragias.

Para apoyar a nuestros hijos, hay que proveerles, por medio de la confianza y la comunicación, conocimientos sobre los problemas que pudiera provocar el inicio precoz de la vida sexual. Se trata de reflexionar con ellos sobre este tema.

Los adultos podemos convertir el hogar en el espacio idóneo para que los jóvenes conversen sobre sus preocupaciones, sin temor la censura, de manera que les sea más fácil afrontar las presiones que a veces ejerce el grupo. Contribuir a que tengan criterio propio en cuanto al momento para iniciar esta nueva etapa y la conducta que asumirán, es la mejor manera de cuidarlos.

No siempre es fácil acostumbrarse a la idea de que las nuevas generaciones piensan y actúan diferente a los jóvenes de otro tiempo, cuando había menos desenfado incluso para tratar estos asuntos y los padres evitaban hablar al respecto, salvo para ordenar que las muchachas llegaran “inmaculadas” al matrimonio.

La vida ha cambiado, la sociedad tiene menos prejuicios; pero también es cierto que adentrarse en el mundo del sexo precozmente no es aconsejable, sobre todo por los riesgos que entraña. Atemperar la educación que damos a la realidad actual, es preparar a los más jóvenes para tomar decisiones correctas.

abril 04/2022 (Sierra Maestra)

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