La licenciada en Enfermería Esperanza Amarante, del hospital oftalmológico José Martí, en el suroriental departamento de Japala, constituye otra expresión del amor de Cuba entregado a los más humildes de Guatemala.

Entre el personal de la institución, 12 de ellos parte de la brigada de profesionales de bata blanca de la nación del Caribe en este país, la también máster en Atención Integral a la Mujer engrandece cada día a su patria desde ese pedacito.

La igualmente profesora auxiliar e investigadora agregada, de la occidental provincia cubana de Pinar del Río, participó en una misión solidaria anterior en Honduras, de 2006 al 2009, y llegó a la tierra del quetzal el 26 de marzo de 2021.

Con 46 años de labor, dos hijos (hembra y varón) y cuatro nietos, contó que la ubicaron en principio en la aldea de San Yuyo, municipio de Jalapa, a 20-22 kilómetros de la capital departamental.

Presté servicios en el Centro de Atención Permanente de la localidad, al cual daba los viajes, y después en San Luis, a una hora y algo de camino, añadió.

Pasé luego a una aldea llamada El Camarón, y desde esta iba dos días a Los Olivos, ambas de ese municipio, remarcó Amarante, quien comenzó una trayectoria ascendente en 1978 en el hospital materno Ciro Redondo, en su provincia natal.

En cada una de las etapas en esas zonas dejé mi huella; “los guatemaltecos no son mucho de decir que se enferman, cuando uno los ve en una consulta hay que dedicarle su tiempo”, amplió.

Sin embargo, acotó, lo que más nos impactó fueron las embarazadas, menores de edad, y esas cosas, porque aparte estaban las patologías normales, asistían a consulta por cefalea, dolor bajo vientre e infecciones vaginales.

Atendí partos, hice terreno, localicé puérperas que daban a luz en sus casas, aunque enfermedades como tal vi muchas más en Honduras, enfatizó esta máster, antes docente en la Facultad de Ciencias Médicas Ernesto Guevara de Pinar del Río.

La covid-19

Cuando Amarante arribó a Guatemala la pandemia de la Covid-19 ya iba en retirada, estaba más calmada la situación, sin embargo -afirmó- “nos hablaron de todas las problemáticas previas”.

Entonces los médicos y enfermeras tenían que trasladarse a las comunidades por sus medios, en lo que podían, la mayoría de las veces a pie, algunos subir y bajar lomas hasta sus puestos, recordó.

Solo los profesionales de la salud cubanos y locales estaban trabajando, aunque luego las medidas aflojaron y comenzaron los buses, entre otros, según Amarante, quien ocupó el cargo de jefa del Programa de Atención al Adulto Mayor y también de Enfermeras de su provincia.

Calificó de difícil que estuvieron dos años sin poder ir a la nación caribeña, cuando normalmente se va al año de vacaciones, y en su estadía guatemalteca murió su mamá Juana María Pozo, un golpe muy fuerte, resaltó con palabras entrecortadas.

Pero ya yo tenía como meta realizar el tercer año, y al regreso integré la Operación Milagro, continuó.

Guardianes de la visión

A Amarante, con el antecedente de impartir clases de esterilización a estudiantes de tercer año de Enfermería y formar parte un tiempo del grupo cubano consagrado al tema, la sumaron al hospital oftalmológico José Martí.

De lunes a viernes, aseguró a esta agencia, el centro funciona como un reloj, “todo lo que se hace aquí tiene una gran importancia”, aseguró.

Defendió la central de esterilización como el corazón de la institución, “porque no se pueden hacer intervenciones quirúrgicas si todas las cosas no están limpias, para no poner en riesgo la salud”, ejemplificó.

Explicó que en ese proceso “aquí estoy yo solamente, a diferencia de Cuba que hay un jefe de central, personal que elabora material, dedicado al fregado y al despacho de material estéril”.

Por otra parte, valoró de clave el desempeño de la enfermera del preoperatorio, que prepara al paciente para cada uno de los pasos, así como la circulante, quien apoya en el salón todas las intervenciones quirúrgicas.

En igual lugar mencionó el postoperatorio, entre todos –dijo- hay un engranaje, un equipo integrado, lo mismo entran que sacan un paciente, viene la doctora especialista en Medicina General Integral, todo el mundo aporta, ponderó.

Preguntada por los rasgos de la cultura chapina, planteó que le llamó la atención que en Cuba está incorporada la cama del bebé a la canastilla, aquí en buena parte duermen con sus padres.

Eso -detalló Amarante- como parte de las costumbres de las aldeas, “donde les trasladé educación sanitaria relacionada, porque diferente es en aquellos con un poder adquisitivo mayor”, aseveró.

De similar modo, comentó, impacta el nivel de vida, de aseo en determinados casos, y así los atendíamos, sin problemas, en esos lugares sin carreteras, en los cuales todo es camino, lodo…

Apenas levanta el alba en el horizonte, incluso desde antes, personas históricamente discriminadas, mayoritariamente indígenas, se presentan con toda su fe ante los profesionales de bata blanca de la nación caribeña.

Amarante, quien forma parte de la Brigada cubana en 16 de los 22 de departamentos de este territorio centroamericano, siempre muestra idéntico amor, bondad, humildad, sencillez y real vocación de solidaridad.

27 marzo 2024|Fuente: Prensa Latina | Tomado de | Noticias

marzo 28, 2024 | Gleidis Hurtado Cumbá | Filed under: Colaboración, Cuba, De la prensa cubana, Enfermeras y enfermeros cubanos, Estomatología | Etiquetas: , , |

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