Aunque el origen de los bioproductos para la obtención de alimentos en Cuba se remonta a décadas, recientemente, a partir de la aprobación e implementación del Plan de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional, se le dio impulso a un nuevo programa para el desarrollo y uso de estas formulaciones orgánicas.

Cada vez son más las naciones que abogan por el uso de productos orgánicos de origen natural para la fertilización y la protección de los suelos, en detrimento del empleo de formulaciones químicas que, si bien son más efectivas y tradicionales, también se vuelven más costosas y dañinas para la salud humana y vegetal.

Cuba no es la excepción, y en su contexto actual es una realidad que, además de la necesidad de reducir los químicos y acudir más a los agentes de origen natural, la compleja situación económica, unida al impacto del bloqueo, ha reducido drásticamente las posibilidades de financiamiento para importar los fertilizantes, estimulantes y plaguicidas que requiere la agricultura, a fin de producir los alimentos que demanda la nación.

Aunque el origen de los bioproductos para la obtención de alimentos en Cuba se remonta a décadas, recientemente, a partir de la aprobación e implementación del Plan de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional, se le dio impulso a un nuevo programa para el desarrollo y uso de estas formulaciones orgánicas, con la novedad del enfoque local incorporado al sistema de trabajo.

Sobre el Programa, Dagoberto Rodríguez Lozano, director de Suelos y Fertilizantes del Ministerio de la Agricultura (Minag), aseveró que «es prácticamente una necesidad imperiosa, a partir del déficit de fertilizantes y, por otra parte, estamos implementando las normas de suelo que llevan a un uso más eficiente de estos productos, y también las normas de bioproductos recientemente aprobadas, que van cerrando las brechas que pudieran existir para el desarrollo actual y futuro del uso de los bioproductos en Cuba».

Precisó el directivo que este Programa tiene dos grandes aristas que abarcan tanto los biofertilizantes, bioestimulantes y bioplaguicidas de producción y escalado industrial, como los productos orgánicos de fabricación local.

La primera arista, detalló, tiene que ver con las plantas industriales, donde se escalan los diferentes compuestos que salen de los institutos de investigaciones para estas plantas, y de ahí son dirigidos a los balances nacionales.

De ese plantel industrial, indicó, la base está ubicada en el Grupo AzCuba, que produce para la caña de azúcar y el resto de las producciones del país, y en el Grupo Empresarial Labiofam, que fabrica para los cultivos del Minag y también para los de AzCuba.

En este apartado existe otra red de producción, a escala más pequeña, en las universidades, centros de investigación y laboratorios estatales, que producen una pequeña cantidad de bioproductos destinados a investigaciones y producciones.

Sobre las inversiones para disponer de grandes plantas, precisó el Director de Suelos y Fertilizantes del Minag que para este año deben realizarse las primeras pruebas de la fábrica con sede en el Grupo Labiofam, en La Habana.

Para una segunda etapa, el próximo año se prevé la conclusión de otra planta en Villa Clara, con la que se llegaría, junto a la de La Habana, a cubrir el 100 % de la demanda de bioproductos industriales. En una tercera etapa estaría otra planta en Bayamo, Granma.

Asimismo, para llegar a los productores, existen tres cadenas logísticas grandes, una a través del sistema logístico del Grupo Gelma, con más de 250 centros comerciales en el país y microcentros en cabeceras de provincias y municipios; Labiofam, también cuenta con una cadena de tiendas en las que pone a disposición sus productos; y AzCuba, con una cadena logística a través de su empresa Azumat.

Así –subrayó el directivo– cierra el ciclo: desarrollo en los institutos-escalado industrial-cadena logística hacia el productor. No obstante, señaló, este no está exento de problemas. Hoy existen ciertos atrasos en los planes a causa de fallas, sobre todo en la materia prima para los envases en el escalado industrial.

LAS SOLUCIONES LOCALES EN EL CENTRO DEL DESARROLLO

La otra parte del programa, ya más dirigido a la Ley san, se soporta en las producciones locales, específicamente los biofertilizantes y los abonos orgánicos, a partir de las posibilidades de cada territorio, municipio o consejo popular, las cuales difieren mucho en todo el país.

Al respecto, Rodríguez Lozano ejemplificó que hoy tenemos municipios que son capaces de autoabastecerse con abonos orgánicos «porque tienen un central y generan cachaza (residuo de la producción de azúcar), tienen ganadería y generan estiércol, o tienen una planta de producción que genera desechos potencialmente usados en forma de materia orgánica».

Sin embargo, señaló, otros municipios, incluso muy cerca de los más abastecidos, no alcanzan ni el 10 % de obtención de biofertilizantes o abonos naturales.

Ante tal contexto, subrayó el directivo del Minag que esas potencialidades de los territorios deben ser utilizadas a la máxima capacidad, como una de las principales líneas del programa, el cual se apoya en incentivos y estrategias de capacitación y de comunicación.

Asimismo, indicó, se proyectan otras prioridades en las producciones locales, por ejemplo, que todo el procesamiento y uso de los abonos orgánicos, los productos de los estiércoles de animal, más el uso de los restos de cosechas, puedan  reciclarse, como parte de la propia estrategia de la agricultura circular hacia la nutrición de los cultivos.

Resaltó que en estos momentos se trabaja para convertir en humus de lombriz todas esas materias orgánicas factibles, pues este producto es un fertilizante que, al pasar por el tracto de este animal (lombriz), es capaz de darle características especiales que no tiene ningún abono orgánico, además de que le incorpora una cantidad de bioenzimas y de estimulantes, lo que propicia mejor rendimiento de los cultivos.

A su vez, agregó, ese humus de lombriz se puede convertir después en líquido para el aplicado foliar al suelo, lo que favorece que, con la misma cantidad de humus sólido convertido en líquido, se puede llegar a 20 veces más áreas en la aplicación.

No obstante, aclaró el directivo del Minag que este no sustituye toda la demanda nutricional de los cultivos; es decir, con el humus líquido no se completa la demanda de NPK y microelementos que llevan las plantas, porque siempre habrá que aplicarle suplementos a la fertilización. «Pero en estos momentos en que no se dispone de fertilizantes químicos, está constituyendo una solución muy importante», aseveró.

En cuanto a capacidades productivas, precisó que este año deben crecer en 352 nuevos centros de producción en todos los municipios del país y en todas las formas productivas, incluyendo los nuevos actores económicos.

Los nuevos centros se sumarán a los alrededor de 800 que existen hoy en el país para obtener humus de lombriz, que llevarán también hasta la fase líquida.

Informó que al cierre del mes de julio tenían 50 centros concluidos y que se proponen terminar este año con esas soluciones locales, de las cuales lo más interesante «no es el producto en sí, sino que su producción es totalmente sostenible para las condiciones actuales. No depende de importaciones, excepto algún material de construcción o tecnología de riego que haya que ponerles a los cultivos».

Sobre la razón de producir humus líquido, además del sólido, explicó Rodríguez Lozano que, actualmente, si se sumaran todas las fuentes de materia orgánica del país y se fueran a aplicar de manera directa a los cultivos, no cubriría ni el 20 % de la demanda, al no contar con los potenciales de materia orgánica para llegar a las dosis que habría que aplicarles a los cultivos.

En cambio, si toda esa materia orgánica se convierte en humus líquido, se puede cubrir en un mayor porciento la demanda, puntualizó.

Destacó el Director de Suelos y Fertilizantes del Minag que a las iniciativas locales ya se le han incorporado también los aportes de la ciencia y la innovación.

«A esos mismos humus líquidos se les aplican productos biológicos de la sanidad vegetal, se mezclan porque, al ser naturales, son compatibles, y se está apreciando ahora un efecto positivo en las producciones, como el arroz, con experiencias en Granma, Ciego de Ávila y Sancti Spíritus, de aplicaciones incluso con tecnologías», ejemplificó.

¿RESULTADOS?

¿Se puede hablar de resultados del uso de bioproductos en la agricultura cubana? Al respecto, el Director de Suelos y Fertilizantes del Minag destacó que, como mayor resultado de su empleo, «lo poco o mucho que pone la agricultura en materia de viandas, granos y hortalizas se ha hecho todo con biológicos en los últimos tres años, excepto la papa y el tabaco».

Recordó que la compleja situación que vive el país ha provocado una reducción drástica de la fertilización química en los últimos tiempos, debido a las pocas posibilidades para importar los fertilizantes y demás insumos que requieren los cultivos.

«Hay muchas insatisfacciones; la capacidad productiva hoy no da para tener todo a la vez en los centros comerciales, pero seguimos impulsando para que un día eso llegue», aseveró.

No obstante, reiteró que, con las plantas de La Habana y Villa Clara, más las alternativas locales, llegaremos al 100 % de la demanda, porque fueron diseñadas sobre esa base, independientemente de que el Programa requiere también autoabastecerse y exportar, a fin de lograr la sostenibilidad.

6 agosto 2023, Granma  

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