Pareciera una cuestión menor cuando se pone en la balanza de carencias que enfrentan los cubanos a diario. Sin embargo, el tema atañe a toda la sociedad, pues si de salud se trata los derechos sexuales y reproductivos, y dentro de ellos el acceso regular a los anticonceptivos adecuados, constituye la piedra angular en la prevención de uno de los conflictos de salud más urgentes en nuestro país: el embarazo adolescente.

Así se ha reconocido desde el parlamento hasta minuciosas investigaciones al respecto, las cuales desde la demografía han centrados sus ejes de análisis en este fenómeno considerado por los especialistas como la mayor desarticulación presente en la fecundidad cubana hoy, expresada en su baja tasa global y la tasa específica de fecundidad adolescente por encima de lo esperado o deseado. Las cifras al cierre de 2022 daban cuenta de esta última: (nacimientos por mil mujeres de 15 a 19 años) de 50.6.

“Este indicador, si bien se ha reducido a lo largo de los años en términos generales, difiere entre los territorios, muestra patrones preocupantes y se eleva incluso por encima de la media nacional. Las investigaciones en este campo evidencian que se mantiene la resistencia al descenso notable de la fecundidad adolescente, fundamentalmente en la zona oriental del país”, explicaba en su acercamiento al tema la periodista Lisandra Fariñas, en julio de 2023.

Sin embargo, prevenir y educar con respecto a este asunto, a pesar de ser una de las prioridades de no pocas políticas públicas, pasa inevitablemente por satisfacer las necesidades de anticoncepción de las adolescentes cubanas, un asunto no resuelto y más bien agudizado en los últimos años.

Me atrevo a llamarlo urgente porque reducir solo a charlas sobre las probabilidades de fertilidad durante el ciclo menstrual, la opción preventiva más recurrente en centros educacionales y comunitarios ante la carencia de anticonceptivos o métodos de barrera como el condón, deja mucho para pensar. Lo más preocupante es la aparente inmutabilidad de las autoridades encargadas de proveer las farmacias estatales, porque más allá de repetidos esfuerzos, los hechos hablan por sí mismos y agregan un matiz alarmante al asunto, no solo de las adolescentes, sino de las mujeres en edad reproductiva en sentido general.

La salvedad es necesaria, pues mientras los establecimientos estatales carecen de condones, píldoras anticonceptivas y acceso a dispositivos intrauterinos y otros métodos; en hospitales y centros de salud especializados se vuelve en extremo complejo, en las farmacias informales y grupos de compraventa se comercializan a precios desproporcionados estos recursos, a los que podrían sumarse las almohadillas sanitarias y test de embarazo.

En este contexto adquirir los métodos adecuados para prevenir un embarazo no deseado es difícil, sin hablar de la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, cuyo incremento ha quedado registrado en los más recientes anuarios estadísticos de salud. Se trata de un tema señalado en más de una ocasión por medios de comunicación de casi todo el país, pues no hablamos de un asunto puntual, sino de una carencia ampliamente extendida.

También es cierto que la educación integral de la sexualidad desempeña un rol esencial, especialmente en la etapa adolescente. Pero poco puede aportar una preparación sólida ante las carencias o limitaciones para evitar un embarazo no deseado en esta etapa de la vida.

24 abril 2024 Fuente: Periódico Girón/ Noticias/ Salud

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