Sep
5
La casa respira calma. El aire huele a pintura fresca, a limpieza, a comienzo. Por los pasillos de colores suaves, verde y marfil, no se oye más que el susurro de una conversación a lo lejos. En un cuarto climatizado, Ana Caridad Pelaez, de 32 años, descansa. Espera dos bebés.
“Yo no estaba mal en el otro lugar. Pero aquí estamos mucho mejor. Mucho mejor. Y la comida y todo, yo la verdad veo mucho cambio”.
“Mejor” es una palabra que se repite como un mantra necesario. Este es el Hogar Materno La Esperanza del Mundo, en el municipio de Playa, recién remodelado, recién estrenado. Un lugar donde la arquitectura se ha puesto al servicio de un milagro cotidiano: gestar vida contra todo pronóstico.
Félix Santoyo Rodríguez, subdirector general del centro, recorre las instalaciones con la mirada de quien ha peleado por cada detalle. Explica que esta era una casa que hubo que adaptar, torcerle el brazo a las circunstancias. “Porque principalmente por eso es que los hogares se llaman hogares, porque tienen que darle un ambiente familiar, un ambiente de apego emocional a las embarazadas, lo más cercano a su propia vivienda”, dice.
Su explicación es técnica y a la vez profundamente humana: el componente familiar no está solo en las paredes, sino en la piel de los trabajadores, “personas que llevan mucho tiempo en eso”.
El viejo inmueble, una estructura de tres pisos que se venía a pedazos, fue derrotado por los problemas: filtraciones, baños inservibles, escaleras estrechas de madera. “Tener un hogar sin unas hidrosanitarias funcionales es un problema porque hay que cargar agua, tanto para descargar como para bañarse”.
a nueva propiedad tiene dos plantas, 18 camas, todas con mobiliario nuevo, dos salas, dos comedores, una cocina, baños y un espacio para las consultas médicas.
Una ingeniería pensada para el reposo: las embarazadas de la planta alta no bajan; la comida sube. Abajo, solo quienes no pueden con las escaleras.
Pero un hogar materno no es solo cemento. Es, sobre todo, un lugar de cuidado. Dania Jiménez Almaguero, funcionaria del PAMI (Programa de Atención Materno Infantil), lo define con precisión clínica:
“Lo bueno que tienen los hogares maternos es que ayuda a disminuir el porciento de embarazadas con riesgos”. Ingresar aquí es modificar la probabilidad de un niño pretérmino, de bajo peso o, incluso, de muerte. “Si yo ingreso dieciocho mujeres aquí, son dieciocho mujeres que bajarían desde el riesgo relevante al riesgo técnico”.
No se trata solo de dar alojamiento, sino de transformar activamente el nivel de riesgo de las embarazadas, asegurando que tanto sus problemas de salud como sus circunstancias sociales sean manejados de forma integral para lograr un embarazo más seguro y un parto sin complicaciones.
En una habitación, Melody, de 15 años y 29 semanas de embarazo, acaba de llegar. Es primeriza. Viene del antiguo hogar y no le gusta ninguno; extraña su casa. Elizabeth, su compañera de cuarto, se esconde tímida detrás de la puerta.
Santoyo explica: la adolescencia es un riesgo en sí misma. “Imagínate una mujer que no está madura biológicamente para conseguir un embarazo con todo lo que se implica”. Las menores de 15 años, sentencia, deben estar aquí desde la concepción hasta el parto. Es ley.
La rutina es un bálsamo: pase de visita del médico a las 8 de la mañana, control de signos vitales por enfermería las 24 horas, dietas supervisadas por una especialista—picadillo, pollo, granos, menús diferenciados para diabéticas—, actividades los fines de semana.
Los sábados, la casa se llena de especialistas: psicólogos, trabajadores sociales, clínicos. El médico, dice Santoyo, sabe que en el cuarto de las gemelares se demorará una hora y media—“lleva procedimientos dobles”—y que en el de las adolescentes deberá hablar, quizás, un poco más sobre todos los riesgos que conlleva este embarazo.
“Hay que enamorarlas mucho”, confiesa Dania sobre la reticencia de algunas a ingresar. “A veces ellas piensan que no van a estar lo bien que van a estar aquí.
El financiamiento para esta transformación llegó del plan de la economía del municipio y del impuesto por contribución territorial. Fue una obra de fe, ejecutada por empresas estatales y constructoras locales. Las embarazadas volvieron solo cuando la unidad de higiene y epidemiología dictaminó que la casa era, por fin, habitable.
Ahora, el proyecto no se detiene. La proyección es climatizar cuarto a cuarto, con la cooperación de actores económicos del territorio. Ya hay dos con aire acondicionado. Los colores, apunta Santoyo, no son un capricho.
“Tienen que transmitir paz, tranquilidad, armonía, apego, sensibilidad”. Porque la magia de este lugar—y su desafío más grande—no reside en las camas nuevas ni en la pintura fresca. Reside en algo más intangible y crucial: “Debe cumplir el concepto de la palabra hogar. Si no… esto se convierte en una institución de salud cualquiera. Tiene un componente psicológico de peso”.
Por su parte, Ana Caridad, la mujer que espera dos vidas, lo resume con una sencillez que abarca todo: “Que nos quedan cosas por mejorar, claro, las vamos a hacer”.
Mientras, la casa, silenciosa y impecable, espera a que lleguen más mujeres, más historias, más riesgos que domar. A que el olor a pintura nueva se mezcle, por qué no, con el olor de la esperanza.
5 Septiembre 2025 Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Salud
May
29
Tras una reparación capital por daños causados por fenómenos atmosféricos, se reinauguró el Hogar Materno «Paulina Pedroso» en Consolación del Sur, adscrito al Policlínico «1ro de Enero». Este centro, muy demandado por la comunidad, brinda atención médica especializada a embarazadas de riesgo, mujeres con patologías asociadas y adolescentes, con una capacidad de 19 camas, actualmente todas ocupadas.
El Dr. Gilberto Luis Medina Álvarez, jefe de hospitalización del policlínico, destacó la importancia de contar con este servicio en medio de las dificultades económicas, resaltando su impacto en la calidad de vida de la población. La reapertura del hogar materno acerca la atención médica a la comunidad, mejorando el acceso a cuidados esenciales en el ámbito de la salud materno-infantil.(leer)
28 mayo – Guerrillero
May
16
La obtención de una tasa de mortalidad infantil en Ciego de Ávila de 6,4 por cada 1000 nacidos vivos en lo que va de año, aunque está por debajo del propósito nacional que es de 6,5 es un resultado para no confiarse, sobre todo si se tiene en cuenta que se incrementa en relación con el año anterior y se obtiene con una cifra inferior de nacimientos.
La doctora Yastra Nolasco Pérez, pediatra del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en el territorio, refirió a Invasor que hasta el 11 de mayo de 2025 se registraron 628 nacimientos contra 925 en igual etapa de 2024 lo que significa 297 menos.
Enumeró entre las principales causas de fallecimientos, la morbilidad neonatal, el bajo peso y el pretérmino al nacer, con la mayor incidencia en los municipios de Bolivia, Ciro Redondo y Ciego de Ávila. Asimismo, es un problema de salud la hipertensión arterial crónica con su preclancia sobreañadida, lo cual influye en que el embarazo no llegue al término y haya que hacer la interrupción antes de las 37 semanas, detalló.
Estos factores asociados también al embarazo en la adolescencia, ocasionaron el bajo peso en 41 recién nacidos en estos primeros meses del año.
La especialista informó que la tasa de mortalidad en edad preescolar fue de 3,4 con dos fallecidos y la escolar de 2,2 con 4 fallecidos.
Enumeró entre las acciones para disminuir esos indicadores, la realización de intervenciones sanitarias para reevaluar al ciento por ciento de los lactantes (menores de un año) y las gestantes en cada municipio, además de otras tareas orientadas a nivel de país como parte del programa.
Igualmente, se ha determinado el ingreso desde las 20 semanas de todas las embarazadas adolescentes en los hogares maternos y desde las 36 semanas en los hospitales, para llegar al tiempo del parto en óptimas condiciones, pues estas muchachas son las que presentan el mayor índice de bajo peso al nacer.
Ciego de Ávila cerró el año 2024 con una tasa de mortalidad infantil de 5,8 por cada 1000 nacidos vivos, la mejor del lustro y la número 13 en la historia de la provincia desde 1977, como resultado de la calidad en la atención médica, trabajo intersectorial y voluntad política.
Pero tales resultados alcanzan mayor mérito cuando son sostenidos en el tiempo y para ello es imprescindible aplicar las mejores experiencias del trabajo, perfeccionar el aseguramiento que representa contar con hogares maternos en todas las localidades e intensificar la educación y preparación de las familias para evitar la gestación en menores de 18 años, entre otros.