No es la primera vez ni será la última que los continuados fenómenos generados en estos días por el cambio climático avizoren una catástrofe a nivel mundial que requiere de medidas urgentes y de procedimiento seguro y sincero, sin que los poderosos intervengan para evitar lo que consideran pérdidas económicas.

No es algo nuevo, y por eso no tiene perdón el no haber tomado medidas drásticas para evitar esta catástrofe climática que se nos viene encima, y cuyos anuncios ya se estaban efectuando hace mucho, siendo quizás el de mayor síntoma ocurrido hace casi siete décadas.

En los primeros días de diciembre de 1952, un potente anticiclón se estancó sobre Inglaterra, sin viento ni lluvia, con una espesa niebla que se cernía sobre unos londinenses que avivaron sus calefacciones de carbón para combatir el frío. El resultado fue el peor episodio de smog de la historia de Londres: 4 000 personas murieron y unas 100 000 sufrieron problemas respiratorios de diversa gravedad. Aquel hecho aceleró las medidas legislativas británicas para combatir la contaminación del aire. Y los demás países europeos no tardaron en seguir su ejemplo, sustituyendo paulatinamente el carbón por gas y electricidad.

Pero ello ha sido insuficiente, porque las afectaciones a las empresas, sus “menores ganancias”, impidieron una conectividad necesaria.

Así, países europeos, como España, han sufrido la muerte de miles de personas, debido a las continuadas olas de calor, a lo que se ha sumado por estos días la preocupación de que el gobierno de Kiev tenga éxito en sus ataques contra la mayor planta nuclear en Europa, en suelo ucraniano, en el marco de la operación militar rusa en la vecina nación.

Esto por supuesto, no fue únicamente un problema europeo, sino que ha afectado a todo el mundo, porque las naciones contaminantes, las principales, han estado convirtiendo al planeta en una brasa, sin contar heladas ocasionales que también destruyen.

Los medios occidentales, como siempre, han estado echando la culpa a los países subdesarrollados, que han tenido que utilizar métodos que atentan contra el medioambiente, debido a que no cuentan con avances tecnológicos que Occidente les niega para intentar que su población no muera de hambre.

Pero lo peor es el ansia de riqueza de las corporaciones, de aquellos a los que se le permite el extractivismo y destruyen la naturaleza para lograr mayores dividendos.

Brasil es un ejemplo de ello, con la deforestación de la Amazonía, a la que han llamado repetidamente el “pulmón del planeta”.

Ecologistas y expertos señalan al presidente Jair Bolsonaro por hacer retroceder las protecciones ambientales preestablecidas, dando lugar a que los madereros y los ganaderos despejen irregularmente en la Amazonia brasileña.
En Brasil datos oficiales confirman que la deforestación en la selva amazónica alcanzó un nivel récord durante los primeros siete meses del año.

Entre enero y julio del 2022 se talaron 5 474 kilómetros cuadrados en Brasil, según confirmaron imágenes satelitales. La cifra representa un 7,3% más que en el mismo periodo del año anterior, equivalente a una superficie siete veces mayor que la de la ciudad de Nueva York. Expertos consideran esta situación como la mayor deforestación para el periodo de una serie de datos contrastados desde el 2015.

Los datos de la Agencia Nacional de Investigación Espacial muestran que los incendios en la región tienden a aumentar entre agosto y septiembre. Solo en julio del presente año, las alertas de incendios aumentaron un 8% respecto del año anterior, hasta un total de 5 373.

ANTÁRTIDA QUE SE QUIEBRA

Generalmente comentamos el continuado deshielo en el Ártico, pero en estos meses el hecho más trascendental al respecto ha sido en el plano opuesto, la Antártida, donde tal fenómeno haría subir el nivel del mar decenas de metros.

Un calentamiento global de más de dos grados podría provocar el deshielo total de la mayor capa glaciar del planeta.
El Acuerdo de París del 2015 sobre el clima adoptado durante la COP21 tenía por objetivo limitar el calentamiento del planeta a 1,5 CD respecto a la era preindustrial. Sin embargo, según la Organización Meteorológica Mundial, la subida de temperaturas va camino de ser de entre 2,5 y 3 grados. Si el calentamiento sigue aumentando más allá del límite de 2ºC, el deshielo de la placa de hielo de la Antártida oriental podría aumentar el nivel del mar varios metros, según un estudio de la Universidad de Durham, en Reino Unido.

«Esa placa es, de lejos, la más grande del planeta. Contiene el equivalente a un aumento de 52 metros del nivel de mar. Es realmente importante no despertar a ese gigante dormido», advirtió el autor principal del estudio, el profesor Chris Stokes, de la Universidad de Durham.

«Una lección clave del pasado es que la capa de hielo de la Antártida oriental es muy sensible incluso a escenarios de calentamiento relativamente modestos. No es tan estable ni está tan protegida como pensábamos anteriormente», señaló la profesora Neri lie Abram, de la Universidad Nacional de Australia en Camberra. Abram hizo hincapié en que ahora había una «oportunidad muy pequeña para reducir rápidamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, limitar el aumento de las temperaturas globales y preservar la capa de hielo de la Antártida oriental”, según reporta Microsoft News.

EN EL CORAZÓN DEL IMPERIO

Durante décadas, Estados Unidos no ha tomado en serio el cambio climático, por lo que no se había adherido a los acuerdos al respecto, lo cual ha comenzado a realizarse en la actual Administración.

Sin embargo, la hecatombe climática ha estado golpeando sistemáticamente territorio norteamericano, y por estos días el llamado Valle de la Muerte sufre un fenómeno que sucede una vez cada mil años: se ha inundado. Una lluvia torrencial hizo que lo que suele ser un desierto se convirtiera en unas cataratas. Podría ser un evento del verano más, sino fuera porque registró el 75% de la lluvia que cae en un año en solo tres horas.

Esa zona de California suele marcar temperaturas a la sombra de 50 grados y es considerado el lugar más seco de Estados Unidos.

Estas dos últimas semanas han sido especialmente diferentes en Estados Unidos: tormentas torrenciales han ocurrido en Saint Louis, en el este de Kentucky, en el sur de Illinois y ahora en El Valle de la Muerte.

El experto en clima Colín McCarthy avisa sobre lo que va a ocurrir en California, y no va a ser un terremoto devastador el que destruya todo, sino “una terrible megainundación alimentada por el cambio climático que causará cerca de un billón de dólares en daños económicos”, lo cual es lo que más les interesa a los monopolios.

Daniel Ver, meteorólogo del Servicio Nacional de Las Vegas, detalló: “Un suceso de mil años no significa que ocurra una vez cada mil años, sino que hay un 0,1% de posibilidades de que ocurra en un año determinado”. En solo tres horas de tormenta, cayeron unos 37 litros por metro cuadrado, el equivalente al 75% del volumen de precipitaciones anuales.

Fue tal el desastre, que una semana después la mayoría de las carreteras del parque siguen cerradas por las inundaciones y los daños provocados. Incluso las tuberías de agua de la zona quedaron destruidas.

Lo más elocuente es que California ha experimentado una gran cantidad de sequías históricamente severas, escasez de agua e incendios forestales devastadores. El precedente más obvio de una megainundación en California ocurrió en 1861-1862, una secuencia de tormentas de varias semanas que luego se conoció como la “Gran Inundación de 1862″.

Ese evento, que inundó vastas franjas del entonces incipiente estado de California, incluido un tramo de más de 400 kilómetros de largo del Valle Central, que afectó a grandes porciones del actual metro de Los Ángeles y prácticamente todos los estrechos valles fluviales en todo el estado, no es el suceso de inundación físicamente más grande posible en esta región.

Hay evidencia de depósitos de sedimentos de ríos costeros y de la bahía de múltiples eventos más grandes en el último milenio. Y fue precisamente este suceso el que proporcionó la motivación para un escenario de tormenta extrema e inundación catastrófica en el 2011, conocido como “ARkStorm”, que fue desarrollado por un amplio consorcio de científicos del USGS, la Universidad de California, el Instituto de Investigación del Desierto y otras instituciones.

En última instancia, se descubrió que una recurrencia tan moderna daría como resultado inundaciones catastróficas y generalizadas en todo California, lo que probablemente causaría daños, interrupciones y pérdidas económicas mucho mayores que un terremoto de gran magnitud cerca de una de las principales áreas urbanas del estado.

Las predicciones son catastróficas, aunque es importante recordar que las megainundaciones de California han ocurrido desde tiempos inmemoriales, pero el cambio climático está aumentando drásticamente las probabilidades de que ocurra una inundación de muy alta magnitud. El riesgo de un evento de megatormenta aumenta aproximadamente de forma lineal con el calentamiento global.

Y es que el cambio climático duplica el riesgo de catástrofe no solo allí, sino en todo el mundo. Si no ocurre algo urgente, estaremos en un camino sin retroceso ante el ardiente clima que se avecina.

agosto 16/2022 (Cuba Si)

agosto 17, 2022 | Maria Elena Reyes González | Filed under: cambio climático, Contaminación ambiental, De la prensa cubana, medio ambiente, Mundo, Sociedad | Etiquetas: |

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