Oct
18
Los hallazgos ofrecen la posibilidad de desarrollar estrategias de nutrición y nuevos tratamientos para enfermedades como el hígado graso, la diabetes, la obesidad y ciertos tipos de cáncer.
Un nuevo estudio de la Universidad de California en Irvine (UCI), en EE.UU., reveló cómo la fibra dietética puede proteger al organismo del daño causado por el azúcar, con un papel clave en el intestino.
La investigación reveló que la inulina —una fibra natural presente en vegetales como la cebolla, el ajo y la alcachofa— puede modificar las bacterias intestinales para impedir que la fructosa llegue al hígado. Según el doctor Cholsoon Jang, director del estudio y miembro del Laboratorio de Metabolismo de Nutrientes y Enfermedades de la UCI, «consumir un tipo de fibra dietética llamada inulina cambia las bacterias del intestino para promover el consumo de fructosa dañina».
Los investigadores observaron que, al ingerir fructosa, las bacterias del intestino delgado pueden metabolizarla antes de que alcance el hígado, evitando así una sobrecarga que provoque acumulación de grasa. Sin embargo, cuando el consumo de fibra es insuficiente, el exceso de fructosa se derrama hacia el hígado, generando estrés hepático y resistencia a la insulina.
Al suministrar inulina, los científicos descubrieron que los microbios intestinales queman la fructosa en una etapa temprana, evitando el daño metabólico y, en algunos casos, revirtiendo signos de enfermedad del hígado graso mediante la reducción de grasa y el aumento de antioxidantes naturales.
Estrategias personalizadas
El estudio se centró en personas no obesas, demostrando que incluso quienes parecen saludables pueden sufrir efectos negativos por el exceso de azúcar si su microbiota intestinal no está preparada para procesarlo.
Jang explicó que los hallazgos ofrecen «una visión sobre cómo la fibra protege nuestra salud de nutrientes dañinos como la fructosa» y adelantó que futuras investigaciones evaluarán si otras fibras comunes pueden tener efectos similares. También añadió que abren la posibilidad de desarrollar estrategias de nutrición personalizada y nuevos tratamientos para enfermedades metabólicas como el hígado graso, la diabetes, la obesidad y ciertos tipos de cáncer.
14 Octubre 2025 Fuente: Radio Caribe/ Noticias/ Salud
Oct
18
Investigadores asociados a tres hospitales surcoreanos encontraron que las personas que padecen del síndrome de piernas inquietas (SPI) podrían tener mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
El SPI, cuya denominación médica es enfermedad de Willis-Ekbom, es una afección de origen neurológico que provoca que quienes la sufren sientan la necesidad imperiosa de mover las piernas, especialmente en la noche, en cama, o al estar sentados. Aunque puede presentarse a cualquier edad, se agrava y se hace más común conforme se envejece.
Aunque se desconoce qué lo causa, usualmente es tratada con agonistas de la dopamina, un tipo de fármacos que imitan los efectos de ese neurotransmisor clave para controlar el movimiento y los músculos. Es también el tratamiento estándar para los enfermos de Parkinson, que habitualmente presentan niveles reducidos de dopamina.
Hallazgos relevantes
En el estudio, que salió publicado esta semana en la JAMA Network Open, los científicos investigaron la posibilidad de que el SPI fungiera como factor de riesgo para el Parkinson y si los niveles de dopamina se relacionan con la presencia de ambas afecciones.
Para ello usaron datos de 18.000 pacientes con edad media de 50 años, de los cuales la mitad había sido diagnosticada con SPI y la otra mitad fungió como grupo control, mientras que el 62,8 % eran mujeres.
Se encontró que la incidencia de Parkinson en el grupo con SPI fue 60 % mayor que en el grupo de control. Asimismo, aquellos que tomaron algún agonista de la dopamina presentaron 0,5 % de incidencia de Parkinson, frente al 2,1 % observado en el grupo que no recibió tratamiento.
Los hallazgos sugieren que las dos afecciones probablemente estén conectadas a través de un mecanismo distinto al nivel de dopamina, por lo que impera establecer la naturaleza de esa asociación para, eventualmente, mejorar la comprensión que se tiene de las dos enfermedades.
Empero, los autores advierten que el uso temprano de agonistas de la dopamina no previene ni retrasa la aparición de la enfermedad de Parkinson, pero sí podría lograr un cierto retraso en la aparición de síntomas e incluso un probable efecto neuroprotector, aunque ambas cosas tendrían que ser estudiadas específicamente antes de arrojar alguna conclusión certera.
13 Octubre 2025 Fuente: Tvsantiago/ Noticias/ Salud