Ago
10
El profesor e investigador Luis Enrique Ramos, historiador de la Meteorología en Cuba, asegura en exclusiva a CubaSí que “El siniestro que aún está por extinguirse en la zona industrial de la bahía de Matanzas, resulta excepcional en nuestra historia”.
“No encontramos memoria de otro de tal connotación, tanto desde el punto de vista humano como material, asociado a un rayo.
“Este tipo de eventos, que ocurren cuando uno o más fenómenos naturales impactan en la infraestructura tecnológica, generan nuevos escenarios de desastres que ya no se limitan -como ocurría hace 50 años o más-, a daños en el fondo habitacional de una región, a cultivos agrícolas perdidos, a centrales azucareros o industrias afectadas, a barcos que naufragan…
“Debido a las características de las instalaciones golpeadas por tales fenómenos, no solo conllevan pérdidas y riesgos por destrucción física en sentido estricto, sino por las implicaciones y amplificación de los efectos del fenómeno natural en cuestión, debido a las funciones, diseño o lo que estas facilidades tecnológicas almacenan, producen o procesan”.
“Es decir que, justamente por la misión que cumplen para la sociedad y la economía, su régimen operacional cotidiano, diseñado con márgenes de seguridad confiables, desaparece frente a un fenómeno repentino que aporta puntualmente un nivel de energía que sobrepasa el umbral de seguridad.
“Corresponde, pues, extraer ahora experiencias para el futuro, en orden de corregir diseños y prestaciones en concordancia con esos nuevos escenarios de eventuales desastres. Cuba es un país tropical, eso significa muchas ventajas e implica retos que la naturaleza nos impone ahora y en un futuro”.
Miembro fundador de la Sociedad Meteorológica de Cuba e integrante de la Comisión de Historia de la Meteorología de la Sociedad Internacional de Historia de la Ciencia y la Tecnología, el profesor Ramos había publicado en días recientes en su perfil de Facebook un interesante comentario sobre este terrible siniestro acontecido en la base de supertanqueros de Matanzas y al respecto aventuraba como hipótesis que “podría tratarse del evento más devastador en la historia de Cuba asociado al impacto de un rayo”.
Como el mismo experto aseguraba, aún no puede evaluarse en toda su dimensión el siniestro y deberán llegar estudios posteriores que confirmen este supuesto, pero son muchos los conocedores que ya se inclinan por calificarlo como el más tremendo causado por un rayo.
Historia de rayos destructores
El profesor Ramos menciona en el texto citado que el primer gran desastre ocasionado en Cuba por un rayo tuvo lugar en La Habana del siglo XVIII, cuando el 30 de junio de 1741, en medio de una tormenta, un rayo impactó en uno de los palos del navío “Invencible”, amarrado en el muelle de San Francisco.
Por efecto de la descarga, se produjo un incendio que alcanzó a La Santabárbara, depósito de pólvora y municiones que saltó en pedazos con una horrísona explosión. La onda expansiva dañó otros buques cercanos, e hizo zozobrar embarcaciones de pequeño tamaño.
Fragmentos de la arboladura, los aparejos y la obra muerta del “Invencible”, relata, cayeron sobre las casas en la calle de los Oficios, Lamparilla, Amargura y Baratillo; en tanto, los techos de tejas del Castillo de la Real Fuerza y las paredes de la Iglesia Parroquial también fueron afectados.
El especialista aclara que existen otros eventos igual asociados a rayos, pero, además de sumar una larga enumeración, permanecen rodeados de incertidumbre por estar documentados la mayor parte de ellos a partir de referencias solo subjetivas.
El que sí pudo constatarse perfectamente y a nivel mundial constituye el evento análogo de mayor impacto –refiere el investigador-, fue el ocurrido el 2 de noviembre de 1994, en la población de Dronka (Egipto), cuando, según la Organización Meteorológica Mundial, un rayo impactó un área de tanques con 15 mil toneladas de combustible, lo que derivó en un río de fuego que segó la vida de 469 personas, consumió 200 edificaciones, y generó 20 mil damnificados.
El siniestro acontecido en Matanzas y cuyas llamas aún arden junto al dolor de tantos, quedará, sin dudas,
registrado en la historia. Pero cuando los investigadores del porvenir indaguen en las publicaciones de esta época, encontrarán que junto al gran desastre, con la misma persistencia del fuego, igual se empinó el coraje y la solidaridad de los cubanos.