Nov
13
Son muchas las personas que luego de almorzar, más exactamente entre la una y las dos de la tarde sienten un deseo irremediable de dormir, por lo que los ojos se les cierran sin resistencia alguna.
Se trata de un breve tiempo en el que se siente la necesidad de un sueño reparador que no es más que es una costumbre sana. No es necesario acudir a la cama, basta con un sueño breve de 15 a 20 minutos de duración, recostado en un sofá, o silla, u otro tipo de asiento, para aliviar tensiones, descansar, despejar la mente, aumentar la capacidad creativa y de razonamiento, y coger fuerzas para el resto del día.
Afirman que tomar siestas ofrece varios beneficios para los adultos sanos, tales como relajación, estado de alerta más intenso, menor fatiga, mejor humor, desempeño en cualquier tarea que se emprende, con un tiempo de reacción más rápido y una memoria más aguda.
Otros consideran que su efecto reparador combate los radicales libres, previene el envejecimiento y alarga la vida; se nota en las caras que reflejan luminosidad, frescor, optimismo y buen humor. La más recomendable es la que oscila entre los diez minutos y la hora.
Los radicales libres en ocasiones se acumulan en las células y dañan otras moléculas, el ADN, o ácido desoxirribonucleico, es el material que contiene la información hereditaria en los humanos y casi todos los demás organismos.
Algo a tener en cuenta es que al despertar de forma espontánea se siente una agradable sensación ya que fomenta la positividad y mejora el estado de ánimo. Dormir inunda el cerebro de serotonina, lo que nos proporciona una sensación de satisfacción y bienestar.
La serotonina funciona como neurotransmisor (sustancia que usan los nervios para enviarse mensajes entre sí) y vasoconstrictor (sustancia que hace que los vasos sanguíneos se estrechen). Se cree que una concentración baja de serotonina es causa de depresión. También se llama 5-hidroxitriptamina.
Afirman que los individuos que duermen la siesta aumentan su receptividad ante la expresión facial de felicidad, mientras que quienes no lo hacen manifiestan ira y miedo.
Si bien las siestas son benéficas para todas las personas, son de especial importancia para los niños de todas las edades. Un estudio reciente demuestra que impulsan el aprendizaje infantil. Dormir durante pequeños recesos en la escuela mejora la memoria de lo aprendido antes. Por el contrario, cuando los niños son privados de su siesta, muestran un bajo desempeño, poco interés y una mayor ansiedad.
Según los especialistas se trata de una consecuencia natural del descenso de la sangre después de la comida desde el sistema nervioso al digestivo, lo que provoca una consiguiente somnolencia.
No es aconsejable dormir mucho tiempo para no modificar el ritmo del organismo, y alterar de forma negativa el estado de ánimo y el rendimiento. Por otro lado, una siesta larga dificulta el sueño por la noche. Las personas que extienden el tiempo se sienten mal y traducen la incomodidad con una popular frase: “Tengo el cuerpo cortado”.
La siesta, además, favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje, a la vez proporciona la facultad de prolongar la jornada de trabajo al poderse resistir sin sueño hasta altas horas de la noche con poco cansancio acumulado; también mejora las capacidades cognitivas, memoria, razonamiento y aprendizaje. Además, favorece el mantenimiento de un peso saludable y ayuda a controlar la presión arterial.
El beneficioso hábito se practica en países como España y Latinoamérica, pero también en China, Taiwán, Filipinas, India, Italia, Grecia, Francia, Oriente Medio y África del Norte.
13 noviembre 2023 | Fuente: Radio Rebelde | Tomado de Ciencia Destacadas