No es un recuento desde la distancia. Ahora mismo, y en las más diferentes latitudes, los impactos causados por la pandemia permanecen a flor de piel en este planeta.

Y se habla aquí de riesgos en términos humanos, como heridas sin cicatrizar, que hoy deberían continuar alarmando, sobre todo porque se trata de los más vulnerables.

Es un tema que ha abordado la ONU en un muy reciente informe donde precisa que, más que tratarse de un catálogo de humanas calamidades que incluyen desempleo, deudas, violencia civil y doméstica, quiebres en la educación y mayor empobrecimiento de los ya desposeídos; lo que se pone en evidencia es el desafío que enfrenta la humanidad de “cómo comprender y gestionar mejor los riesgos sistémicos en cascada resultantes del COVID-19 mientras éste se extiende a través de las fronteras”.

Repensar los riesgos en tiempos de COVID-19 es el título del mencionado texto, sustentado en cinco investigaciones de campo -efectuadas el año pasado por el Instituto de Medio Ambiente y Seguridad Humana de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-EHS) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR)- y que pone de manifiesto el efecto dominó que ha tenido lugar a nivel global, multiplicándose los problemas más allá de las fronteras donde se originaron.

“Los casos ilustran claramente que nuestro mundo está interconectado a través de sistemas que vienen con riesgos asociados y volátiles, que han revelado, y reforzado, las vulnerabilidades en toda la sociedad”, precisa el documento.

Una de las conclusiones de estos estudios es que la COVID-19 obligó a ampliar la perspectiva de los riesgos sistémicos y, como consecuencia de signo positivo, amplió la comprensión de estos riesgos y la forma de abordarlos.
Entre las nuevas sugerencias para mejorar la gestión del riesgo, el informe contempla la necesidad de comprender la interconexión de los sistemas y fenómenos en el mundo, lo que se demostró en los efectos en cascada derivados de la crisis sanitaria mundial.

Al referirse al cierre de escuelas, de viajes y de trabajos, invitan a considerar en lo adelante las posibles repercusiones inesperadas de determinadas decisiones, que incluso pueden agravar las vulnerabilidades existentes
Como tercera medida o sugerencia proponen centrarse en los procesos de recuperación sin dejar a nadie atrás, lo cual puede significar puntos de inflexión positivos.

“El mundo interconectado actual es un sistema en evolución, y los desastres suelen ser el resultado de fallos de ese sistema”,subraya el texto, de ahí que la gestión de riesgos debe también estar interconectada para así alcanzar comunidades y sociedades más resistentes. Resulta un enunciado indiscutible, de la mano de la razón. Lo difícil, pero no imposible, es concretarlo entre tantas inequidades y mientras la sinrazón ocupe la primera fila en el lunetario de este mundo.

julio 12/2022 (Cuba Si)

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