Sep
5
El municipio Unión de Reyes enfrenta un alza de pacientes con síndromes febriles inespecíficos, concentrados fundamentalmente en los poblados de Alacranes y Unión de Reyes, informó el doctor Raydel Alejandro Sotés Carrera, director municipal de Salud Pública.
Entre las zonas más afectadas se encuentran las manzanas 18, 19, 20, 21 y 28A en Alacranes, así como las manzanas 46, 39, 26A y 11 en Unión de Reyes. Ante esta situación, decidieron trasladar un puesto de mando de la Dirección Municipal de Salud hacia las áreas en transmisión, con el propósito de coordinar con mayor inmediatez las acciones de control vectorial y vigilancia epidemiológica.
Sotés Carrera explicó que, debido al déficit de personal, incorporaron trabajadores de otros policlínicos y contrataron antiguos fumigadores para garantizar el tratamiento adulticida y focal en las viviendas. Durante la primera semana de trabajo fumigaron 496 hogares, realizaron 237 tratamientos focales, detectaron 4 focos de mosquitos, se procesaron 28 PCR y 11 muestras adicionales, y se pesquisaron 592 personas, de las cuales 21 presentaban síndromes febriles sin acudir previamente a las instituciones de salud.
Entre las alternativas se encuentran el traslado temporal de un laboratorio clínico a las zonas más afectadas, con el propósito de realizar los exámenes necesarios, en particular las pruebas de IGM al sexto día de síntomas, que permiten identificar el serotipo de dengue circulante.
Asimismo, las autoridades sanitarias exhortan a la población a reforzar el autofocal familiar, que mantengan tapados los depósitos de agua y eviten los recipientes destapados donde pueda acumularse líquido, pues constituyen el principal criadero del mosquito Aedes aegypti.
El director municipal subrayó la importancia de acudir de inmediato al consultorio más cercano o al policlínico para ser atendidos y contribuir a la mapificación de los casos, lo cual resulta vital para la organización de las acciones de enfrentamiento. Estas labores continuarán de manera simultánea en Juan Gualberto Gómez, Alacranes y Unión de Reyes, con el objetivo de eliminar la cadena de transmisión y proteger la salud de la población.
4 Septiembre 2025 Fuente: Girón/ Noticias/ Salud
Sep
5
Yuliet Valverde, jefa del servicio de Terapia Intensiva de esa institución, señaló a la Agencia Cubana de Noticias que al conocerse el pasado 2 de septiembre el evidente deterioro del estado de salud del niño de 11 años de edad, y luego de aplicársele los protocolos diagnostico-terapéuticos, en aras de compensarlo, fue trasladado hacia el centro hospitalario de la urbe cabecera, donde se encuentra actualmente estable y bajo observación.
El menor, procedente del municipio Songo-La Maya, sufrió una intoxicación exógena por el consumo en el hogar de un medicamento no certificado, en este caso Paracetamol de 500 miligramos de producción extranjera y con fecha de caducidad del año 2020.
La intoxicación arrebató la vida de un pequeño de 5 años de edad, según la nota emitida por la Dirección General de Salud de Santiago de Cuba.
El niño presentó convulsiones y fue examinado y asistido por el personal sanitario hasta su lamentable deceso.
Por su parte, Alberto Silva, director del Hospital, instó a fortalecer la educación sanitaria y no automedicarse, así como a promover el acceso seguro a medicamentos en condiciones adecuadas.
Por lo sensible del hecho, las autoridades sanitarias desarrollan una investigación para esclarecer las circunstancias del incidente y reforzar las medidas de seguridad en el manejo de productos farmacéuticos en el hogar.
Sep
5
La casa respira calma. El aire huele a pintura fresca, a limpieza, a comienzo. Por los pasillos de colores suaves, verde y marfil, no se oye más que el susurro de una conversación a lo lejos. En un cuarto climatizado, Ana Caridad Pelaez, de 32 años, descansa. Espera dos bebés.
“Yo no estaba mal en el otro lugar. Pero aquí estamos mucho mejor. Mucho mejor. Y la comida y todo, yo la verdad veo mucho cambio”.
“Mejor” es una palabra que se repite como un mantra necesario. Este es el Hogar Materno La Esperanza del Mundo, en el municipio de Playa, recién remodelado, recién estrenado. Un lugar donde la arquitectura se ha puesto al servicio de un milagro cotidiano: gestar vida contra todo pronóstico.
Félix Santoyo Rodríguez, subdirector general del centro, recorre las instalaciones con la mirada de quien ha peleado por cada detalle. Explica que esta era una casa que hubo que adaptar, torcerle el brazo a las circunstancias. “Porque principalmente por eso es que los hogares se llaman hogares, porque tienen que darle un ambiente familiar, un ambiente de apego emocional a las embarazadas, lo más cercano a su propia vivienda”, dice.
Su explicación es técnica y a la vez profundamente humana: el componente familiar no está solo en las paredes, sino en la piel de los trabajadores, “personas que llevan mucho tiempo en eso”.
El viejo inmueble, una estructura de tres pisos que se venía a pedazos, fue derrotado por los problemas: filtraciones, baños inservibles, escaleras estrechas de madera. “Tener un hogar sin unas hidrosanitarias funcionales es un problema porque hay que cargar agua, tanto para descargar como para bañarse”.
a nueva propiedad tiene dos plantas, 18 camas, todas con mobiliario nuevo, dos salas, dos comedores, una cocina, baños y un espacio para las consultas médicas.
Una ingeniería pensada para el reposo: las embarazadas de la planta alta no bajan; la comida sube. Abajo, solo quienes no pueden con las escaleras.
Pero un hogar materno no es solo cemento. Es, sobre todo, un lugar de cuidado. Dania Jiménez Almaguero, funcionaria del PAMI (Programa de Atención Materno Infantil), lo define con precisión clínica:
“Lo bueno que tienen los hogares maternos es que ayuda a disminuir el porciento de embarazadas con riesgos”. Ingresar aquí es modificar la probabilidad de un niño pretérmino, de bajo peso o, incluso, de muerte. “Si yo ingreso dieciocho mujeres aquí, son dieciocho mujeres que bajarían desde el riesgo relevante al riesgo técnico”.
No se trata solo de dar alojamiento, sino de transformar activamente el nivel de riesgo de las embarazadas, asegurando que tanto sus problemas de salud como sus circunstancias sociales sean manejados de forma integral para lograr un embarazo más seguro y un parto sin complicaciones.
En una habitación, Melody, de 15 años y 29 semanas de embarazo, acaba de llegar. Es primeriza. Viene del antiguo hogar y no le gusta ninguno; extraña su casa. Elizabeth, su compañera de cuarto, se esconde tímida detrás de la puerta.
Santoyo explica: la adolescencia es un riesgo en sí misma. “Imagínate una mujer que no está madura biológicamente para conseguir un embarazo con todo lo que se implica”. Las menores de 15 años, sentencia, deben estar aquí desde la concepción hasta el parto. Es ley.
La rutina es un bálsamo: pase de visita del médico a las 8 de la mañana, control de signos vitales por enfermería las 24 horas, dietas supervisadas por una especialista—picadillo, pollo, granos, menús diferenciados para diabéticas—, actividades los fines de semana.
Los sábados, la casa se llena de especialistas: psicólogos, trabajadores sociales, clínicos. El médico, dice Santoyo, sabe que en el cuarto de las gemelares se demorará una hora y media—“lleva procedimientos dobles”—y que en el de las adolescentes deberá hablar, quizás, un poco más sobre todos los riesgos que conlleva este embarazo.
“Hay que enamorarlas mucho”, confiesa Dania sobre la reticencia de algunas a ingresar. “A veces ellas piensan que no van a estar lo bien que van a estar aquí.
El financiamiento para esta transformación llegó del plan de la economía del municipio y del impuesto por contribución territorial. Fue una obra de fe, ejecutada por empresas estatales y constructoras locales. Las embarazadas volvieron solo cuando la unidad de higiene y epidemiología dictaminó que la casa era, por fin, habitable.
Ahora, el proyecto no se detiene. La proyección es climatizar cuarto a cuarto, con la cooperación de actores económicos del territorio. Ya hay dos con aire acondicionado. Los colores, apunta Santoyo, no son un capricho.
“Tienen que transmitir paz, tranquilidad, armonía, apego, sensibilidad”. Porque la magia de este lugar—y su desafío más grande—no reside en las camas nuevas ni en la pintura fresca. Reside en algo más intangible y crucial: “Debe cumplir el concepto de la palabra hogar. Si no… esto se convierte en una institución de salud cualquiera. Tiene un componente psicológico de peso”.
Por su parte, Ana Caridad, la mujer que espera dos vidas, lo resume con una sencillez que abarca todo: “Que nos quedan cosas por mejorar, claro, las vamos a hacer”.
Mientras, la casa, silenciosa y impecable, espera a que lleguen más mujeres, más historias, más riesgos que domar. A que el olor a pintura nueva se mezcle, por qué no, con el olor de la esperanza.
5 Septiembre 2025 Fuente: Cubadebate/ Noticias/ Salud